Se dice que las segundas partes nunca serán capaces de superar lo hecho por la película original, pero hay ocasiones en que esta regla se quiebra, lo que nos permite disfrutar de una segunda entrega mucho más madura, compleja y que logra mantenerse fiel a la esencia de su antecesora.
Muchas veces tenemos la misma fórmula pero al doble, más acción, drama o risas, pero también surgen escenarios inimaginables que conducen a nuestros protagonistas a nuevas aventuras .
A continuación, un recuento de las segundas partes que superaron al filme original .
Viaje a las estrellas II: La ira de Khan (Dir. Nicholas Meyer, 1982)
La primera entrega de Star Trek (1979) fue fundamental para la consolidación de la franquicia, pero hasta los más fervientes trekkies coinciden en que no tuvo grandes aportaciones narrativas al apoyarse de lleno en personajes prestablecidos y que se habían tornado formulaicos tras su paso por la exitosa serie original (1969). Las sensaciones cambiaron con La ira de Khan, con un villano que supera fácilmente a una heroica, pero madura tripulación del Enterprise que debe modificar sus viejas estrategias para tomar medidas cada vez más drásticas en busca de la victoria. Todo esto resultó en una exploración más profunda de Kirk, Spock y compañía, pero sobre todo, en una franca evolución en su construcción. Ricardo Montalbán fue determinante para el éxito del proyecto, pues su brillante interpretación y su carismática naturaleza resultó en un personaje hipnótico que se mantiene entre los grandes favoritos de la franquicia hasta nuestros días.
Capitán América y el Soldado del Invierno (Joe & Anthony Russo, 2014)
Capitán América: El primer vengador (2011) cumplió con una atinada introducción del personaje titular previo al estreno de The Avengers: Los Vengadores (2012), pero quedó lejos de conquistar al público. El verdadero ascenso del héroe de las barras y las estrellas comenzó con su secuela, que combinó la acción propia del subgénero con elementos del thriller político para dar la entrega más sólida de la Fase II del MCU, pero también una de las mejores adaptaciones de comics. Su labor fue tan destacada que cambió las opiniones sobre el Capitán América, históricamente rechazado fuera de las fronteras estadounidenses por su naturaleza patriótica, para convertirlo en piedra angular de la franquicia y en uno de los superhéroes favoritos del público al lado de leyendas como el Superman de Christopher Reeve, el Wolverine de Hugh Jackman y el Iron Man de Robert Downey Jr. Estos resultados fueron determinantes para que sólo unos años después, los hermanos Russo tomaran control de la trama central con la dirección de las ambiciosas Avengers: Infinity War (2018) y Avengers: Endgame (2019) que cambiaron para siempre el rumbo del subgénero.
Superman II (Dir. Richard Lester, 1989)
Casi todas las franquicias de acción, incluyendo adaptaciones de comics, elevan su nivel con adversarios cada vez más desafiantes. Superman II parece respetar fielmente esta fórmula, cuando realmente la lleva más lejos al humanizar al personaje mediante la separación de sus personalidades: Kal-El y Clark Kent. La decisión resultó en un héroe narrativamente más complejo que el visto en Superman (1978), ya que vive dividido entre sus responsabilidades como protector de la humanidad y sus deseos de estar con la mujer que ama. Este dilema que le conduce a su punto más bajo, pero también a su resurgimiento con una aceptación plena de sí mismo. Irónicamente, estas mismas dudas también fueron de gran ayuda para reducir la carga dramática de la historia con una Lois Lane obsesionada con demostrar que Clark y Superman son, en realidad, la misma persona. No cualquiera se arrojaría a las Cataratas del Niágara para demostrar su punto…
El Señor de los Anillos: Las dos torres (Dir. Peter Jackson, 2002)
JRR Tolkien concibió El Señor de los Anillos como una sola historia, lo que no evitó que los lectores compararan las tres novelas de manera individual. Las adaptaciones vivieron un proceso similar con La comunidad de los anillos (2001) como introducción al viaje y Las dos torres como inmersión definitiva en la oscura misión. Esta misma naturaleza ha provocado que la segunda sea vista como una entrega superior, con amenazas cada vez mayores que fueron resueltas con enorme destreza técnica y narrativa, como la espectacular Batalla de Helm o la amenaza del atormentado Gollum. Estos peligros también implicaron una mayor dosis de esperanza palpable en el retorno de Gandalf y en las emotivas palabras de Sam: “¿Cómo podría el mundo volver a ser como era cuando habían pasado tantas cosas malas? Pero al final, esta sombra es sólo una cosa pasajera. Incluso la oscuridad debe pasar. Un nuevo día vendra. Y cuando brille el sol, brillará más claro. Esas eran las historias que se quedaron contigo”.
Terminator 2: El juicio final (Dir. James Cameron, 1991)
Años antes de Titanic (1997) y Avatar (2009), James Cameron ya había garantizado su lugar en la historia del cine con Terminator (1984), sobre un robot del futuro enviado a nuestro tiempo para ganar una inminente guerra venidera entre humanos y máquinas que sellará el destino de nuestra especie. Un clásico en toda la extensión de la palabra, aunque para muchos superado por El juicio final, con el mismo modelo reprogramado como el implacable protector del chico predestinado a convertirse en salvador de la humanidad. Más allá de su trama redonda, sus impresionantes efectos visuales y las estupendas actuaciones de Arnold Schwarzenegger, Linda Hamilton y Edward Furlong, esta secuela sobresalió por sus oscuras reflexiones sobre la violencia innata del hombre, pero también por su esperanzadora visión que invita a cambiar para erradicar el peor de los desenlaces bajo la premisa de que no hay destino.
Spider-Man 2 (Dir. Sam Raimi, 2004)
Las adaptaciones de comics son algo tan común en nuestros días que a veces olvidamos que los saltos cinematográficos de algunos superhéroes fueron un auténtico fenómeno entre el público. Tal fue el caso de Spider-Man (2002), una de las películas más anticipadas de su tiempo y que fue clave para sentar las bases del subgénero que conocemos hoy en día. Parecía difícil de superar, pero Sam Raimi recurrió a los comics para descifrar el modo de hacerlo, con una reinvención de Spider-Man No More (1967) con la que abordó los conflictos internos de un personaje imposibilitado por sus deseos de abandonar su responsabilidad para tener una vida normal y que se ven acentuados con el ascenso de un perturbado Octopus. El filme alcanzó su cumbre con la mítica secuencia del tren que, si bien fue criticada en su momento por la aparente caricaturización del arácnido, terminó convirtiéndose en la base de incontables cintas de supehéroes que recurrirían a los impresos como inspiración para la construcción de momentos tan espectaculares como fascinantes.
El amanecer de los muertos vivientes (Dir. George A. Romero, 1978)
George A. Romero revolucionó el terror cinematográfico con La noche de los muertos vivientes (1968) que reinventó para siempre el concepto de no-muerto. Fue un éxito rotundo y no tardó en posicionarse entre los grandes clásicos en la historia del género, pero estas etiquetas no impidieron que fuera rebasada por su secuela estrenada diez años después. Para ello, el cineasta abordó los horrores desde la perspectiva de un grupo de sobrevivientes que aprovechan un centro comercial para resguardarse del apocalipsis, lo que resultó en una profunda crítica social que sigue dando de qué hablar hasta nuestros días y que consolidó al zombie como la criatura más brutal del género, pero también como una de las más ricas por su alto valor simbólico.
El caballero de la noche (Dir. Christopher Nolan, 2008)
Batman inicia (2005) fue clave en el renacimiento cinematográfico del murciélago, pero la verdadera consolidación de la franquicia comandada por Christopher Nolan no llegó sino hasta la secuela. Christian Bale volvió a realizar un estupendo trabajo como el encapotado, pero en esta ocasión, el éxito del filme realmente se debió a la magistral actuación de Heath Ledger como Joker. El trabajo del australiano sobresalió aún más porque su elección generó incertidumbre entre las audiencias, su interpretación de un perturbado anarquista dispuesto a todo por sembrar el caos silenció a todos y finalmente hizo historia al convertirse en el primer actor en ganar un Oscar por una cinta del subgénero. Pasan los años y el Joker de Ledger se mantiene firme como el mejor villano en las adaptaciones de comics, así como uno de los personajes más fascinantes del cine contemporáneo.
Desde Rusia con amor (Dir. Terence Young, 1963)
El satánico Dr. No (1962) pasó a la historia como la primera adaptación de James Bond, pero fue Desde Rusia con amor –también conocida como El regreso de 007– la que le afianzó como uno de los grandes héroes del celuloide y marcó la ruta para la que terminaría convirtiéndose en una de las franquicias más exitosas de todos los tiempos. Esto implicó cambios obligados en la construcción del agente secreto, que cambió su imbatibilidad por tintes de fragilidad y dilemas éticos que resultaron en un personaje más humano, que conectó mejor con el público y que comenzó una tendencia que, con todo y sus altibajos, se mantiene hasta la actualidad. A la fecha, es común escuchar que esta segunda entrega no sólo superó a la original, sino que es la mejor película de toda la franquicia y clave para que Sean Connery se mantenga como el mejor 007 de todos los tiempos.
La novia de Frankenstein (Dir. James Whale, 1935)
Prácticamente todos los monstruos clásicos de Universal tuvieron secuelas con las que el estudio buscó extender los éxitos de las cintas originales. La única que trascendió fue La novia de Frankenstein gracias a la madurez técnica y narrativa que concedió a la franquicia cinematográfica desechar la inocencia extrema de la criatura en el primer filme, para ahondar en su soledad y su necesidad de compañía. Esto conduce a la construcción de la entidad femenina que da título a la película e invariablemente desemboca en temas tan variados como el feminismo y la necrofilia. Para lograrlo la cinta continuó apoyándose en la novela de Mary Shelley con elementos que no fueron adaptados por la primera entrega, pero también con una expansión lógica del mito a partir del ensamble definitivo de la novia que nunca se concreta en el impreso. Y como toque final una brillante Elsa Lanchester, cuya doble interpretación del monstruo y su autora resultó en una de las metanarrativas más fascinantes de toda la historia cinematográfica.
Star Wars: Episodio V – El Imperio contraataca (Dir. Irvin Kershner, 1980)
Aunque la Star Wars original, hoy complementada bajo el subtítulo de Una nueva esperanza, siempre ocupará un lugar especial en el corazón de los aficionados, la opinión generalizada suele considerar que El Imperio contraataca es la verdadera joya de la corona galáctica de la saga forjada por George Lucas. Para lograrlo, el Episodio V limitó la espectacularidad visual a los primeros minutos con la Batalla de Hoth, para luego centrarse en el dramático viaje de la tercia estelar: Han Solo y Leia Organa tratando de huir de las fuerzas imperiales y Luke Skywalker entrenándose para convertirse en un Jedi que pueda enfrentar a Darth Vader. Todos fracasan en sus cometidos, dejándolos en el punto más bajo de la trama previo al enfrentamiento final. También destaca que esta secuela introdujo a Yoda, presentó el momento más glorioso de Boba Fett, una de las frases más icónicas de Han Solo y el que muchos consideran el giro más importante de todos los tiempos. La saga sigue creciendo hasta nuestros tiempos, pero ninguna nueva entrega ha podido igualar la genialidad de este episodio.
El padrino: Parte II (Dir. Francis Ford Coppola, 1974)
La adaptación de El padrino (1972), que aborda los cambios generacionales en la mafia a partir de un patriarca en el ocaso de su reinado y el hijo renuente a heredar su posición, parecía destinada a ser la obra maestra de Francis Ford Coppola y uno de los momentos cumbre en toda la historia del cine. El debate comenzó cuando sólo dos años después, el director francoitaliano retomó a esta misma familia con una historia más compleja que, narrada a dos tiempos, abordó el ascenso de estos mismos personajes. El primero como un modesto joven que escala posiciones hasta convertirse en un líder de su comunidad; el segundo como un hombre que debe lidiar con adversidades familiares, profesionales y sociales para garantizar el crecimiento de su imperio y el bienestar de los suyos. Todo esto engalanado por uno de los besos más icónicos en toda la historia del celuloide y un desenlace que sigue suscitando reflexiones hasta nuestros días. Finalmente, las estupendas interpretaciones de Robert De Niro y Al Pacino, que no sólo brillan como sus respectivos personajes, sino que reflejan a la perfección el pasado y presente de los Corleone. No sólo es la mejor secuela de todos los tiempos, sino que muchos la consideran la más grande entrega de toda su trilogía y una clara muestra de que una secuela puede superar lo hecho por la cinta original.
Luis Miguel Cruz Algún día me uniré a los X-Men, la Alianza Rebelde o la Guardia de la Noche. Orgulloso integrante de Cine PREMIERE desde el 2008.