La leyenda de La Llorona
Pierde terreno es en la construcción de la historia pero es una buena animación.
Lo primero que habría que resaltar, antes de adentrarnos en los detalles de la más reciente producción de Ánima Estudios, que sigue las aventuras de un grupo de personajes en búsqueda de un chico raptado por la Llorona, es el buen camino en que parece ir la animación mexicana. Desde un punto de vista exclusivamente de producción, este trabajo no tiene nada qué pedirle al de obras de otros lados del mundo y logra competir al mismo nivel. Eso dicho, donde el filme pierde terreno es en la construcción de la historia misma con un guion que, más allá de rescatar el valor de las leyendas nacionales y la idiosincrasia mexicana, parece más interesado en irse por las bromas fáciles de estereotipos y chistes innecesarios.
Sin duda, y por mucho, las mejores escenas son aquellas donde los cineastas se permitieron dar rienda suelta al humor negro, a la relación tan estrecha que tenemos los mexicanos con lo tétrico, con la misma muerte y con la perversión. La misma Llorona, cuando persigue a nuestros héroes, parece pertenecer a otra cinta, una mucho más obscura y una que no tiene miedo de asustar (a niños y adultos) porque sabe que ellos lo pueden aguantar. Y lo mismo sucede en aquella sección donde los habitantes de la Isla de las Muñecas cobran vida y “juegan” con los visitantes. Quien haya visitado ese lugar en la vida real, sabe del potencial que tiene (y sobre todo en animación) y aquí lo saben aprovechar muy bien. Sin tan sólo el filme se hubiera ido mucho más en esa dirección…
Hay una buena razón de que obras como Coraline o El extraño mundo de Jack funcionen tan bien en nuestro país y es que esas son cintas que no tienen miedo a alejarse del tradicional camino infantil. Se reconocen y aceptan como lo que son: cuentos de terror para niños. Eso le hizo falta a La leyenda de La Llorona, porque películas de animación inofensivas, limpias y chistositas hay demasiadas… pero hace falta una que verdaderamente capture la imaginación del mexicano, que celebre y disfrute esa particular forma de asimilar las leyendas. Ésta estuvo a punto de lograrlo, pero al final se quedó corta.