Las siguientes diez cintas se alejan de la línea dominante del cine mexicano realizado tras el año 2000. No pretenden aleccionar sobre problemática social alguna, no se regodean en la miseria de sus personajes, no tienen ese estilacho publicitario que se usa para casi todo en nuestro cine, desde las babas comedietas románticas hasta cintas de humor negro. Una decena de películas que a juicio personal constituyen las cintas más arriesgadas de lo que llevamos de la década, temática y formalmente.
Cinco días sin Nora (Dir. Mariana Chenillo, 2008)
Una comedia familiar hilarante con pálpitos necrófilos, que pudo haber elegido los caminos nada graciosos de Morirse en domingo o Morirse está en hebreo. Afortunadamente no lo hizo, y la historia de un recién enviudado peleado con su recién fallecida exesposa y todo lo que tenga que ver con los rituales mortuorios judíos, devela en una de las comedias más humanistas que jamás haya realizado nuestra cinematografía. Nada de tremendismos, ni regodeo en lo grotesco, pura luz y alegría por la vida, aunque parta de la muerte de un ser sumamente querido.
Huapango (Dir. Iván Lipkies, 2004)
Una adaptación insólita del Otelo de William Shakespeare, trasladada a los ambientes de la Huasteca potosina. Con un inmejorable elenco (los tres protagonistas debían ser estupendos bailarines), el filme es un gozoso espectáculo de rostros, música, comida y celebración que respeta la dureza de la tragedia shakesperiana. Bajo un estilo visual plasticista francamente arrebatante, pocas veces una adaptación de un texto del autor inglés ha resultado tan cinemática. Bonus points: Lissette está bellísima e inolvidable.
En las arenas negras (Dir. Marcel Sisniega, 2003)
Nuestro campeón mundial de ajedrez también resultó ser un muy interesante cineasta ultraindependiente que se aventó solito algunas de las películas mexicanas más insólitas de la década. Minimalismo que por lo menos a quien esto escribe nunca aburre, se puso a realizar cintas por $500 pesos. Especialmente fascinante es su díptico del 2003, integrado por la veracruzana Fandango y la mexiquense En las arenas negras. Diez actores y una sola localidad a las faldas de las montañas cubiertas de cenizas de “Don Goyo”, le bastó a Sisniega en En las arenas negras para armar un enfermizamente perfeccionista relato íntimo sobre el deseo sexual, la memoria y sus ramificaciones.
Cumbia callera (Dir. René Villarreal, 2007)
Una película que casi prescinde de diálogos, un musical a ritmo de la cumbia regiomontana, donde los conflictos se resuelven a punta de duelos musicales y desplantes coreográficos. La primer gran cinta de nuestra cinematografía en retratar con justicia y frescura la cultural juvenil en su variante urbana a partir de ese triángulo amoroso, por completo feliz y desenfadado, mirado siempre sin prejuicios ni juicios de ninguna especie, que hace corresponer esa explosión multicolor con el espíritu siempre festivo de la cinta.
Luz silenciosa (Dir. Carlos Reygadas, 2007)
¿Por dónde empezar? Casi dos horas y media de duración. Hablada casi por completo en un dialecto menonita llamado Plautdietsch. Edición a ritmo de tortuga. Cero estrellas reconocibles. No hay partitura musical. Totalidad de locaciones reales, por completo en el ámbito rural. Homenajes nada velados a Dreyer y a Pialat. Plano inicial del filme de cinco minutos progresando desde la estrellada oscuridad de la madrugada hasta el resplandor del alba. Resurrección sorpresiva. ¿Le seguimos o ahí le dejamos?
Mil nubes de paz cercan el cielo, amor, jamás acabarás de ser amor (Dir. Julián Hernández, 2003)
Según el crítico Jorge Ayala Blanco, una de las diez películas mexicanas más perfectas de la historia. La ópera prima de Julián Hernández por primera vez en la historia de nuestra cinematografía aborda con dignidad la vida de un muchacho homosexual, cuyas preferencias sexuales son “evidentes para él mismo, aunque no para los demás”. En un maniático estilo blanco y negro en alto contraste, consigue ser profundamente conmovedora y emotiva no importando lo orientación propia.
Adán y Eva (todavía) (Dir. Iván Ávila Dueñas, 2004)
Probablemente la entrada más controversial dentro de esta lista, detestada a rabiar por muchísimas personas y con una base sólida de fans, este cuento completamente hereje rompe varios récords y por primera vez “aborda la bisexualidad a esas alturas expresivas y estéticas”. Para Ávila Dueñas no hay medias tintas. Como bien rezaba su publicidad cuando se estrenó en 2005, es una cinta que o la amas o la odias. Aunque siempre existe la posibilidad de permanecer indiferente ante este filme que le da igual si inicia por el principio o por el final, o si están en la Colonia Roma del DF o en Buenos Aires, Argentina.
Así (Dir. Jesús-Mario Lozano, 2005)
Un ejercicio de experimentación bastante radical. Cada noche, exactamente a las 11:32 PM, al espectador se le permite ver 32 segundos de la vida de Iván (Roberto García Suárez). A pesar de lo estricto de la regla autoimpuesta, el relato se abre a posibilidades inesperadas, logrando otro retrato vivo y fresco de la juventud regiomontana.
Batalla en el cielo (Dir. Carlos Reygadas, 2005)
Más arriesgado, casi imposible. Abrir la película con una felación, realizada por una jovencita a un gordazo hombre mucho mayor que ella. La profanación de los símbolos religiosos y patrios. Sus escenas de sexo entre Marcos y su esposa Bertha. La segunda película de Carlos Reygadas, probablemente sea a la fecha su película más detestada por sus detractores. De haber un conteo de las cintas más polémicas del cine mexicano, la historia de la trituración de la culpa a la que es sometido el buen Marcos, sin lugar a dudas estaría ahí.
Eréndira Ikikunari (Dir. Mora Catlett, 2006)
O Eréndira la Indomable. La historia de la guerrera homónima (encarnada de manera brillante por Xochiquetzal Rodríguez), hablada casi en su totalidad en purépecha, no recurre al canon de la tradición narrativa fílmica occidental sino que se trata de un códice “con actores de carne y hueso”, hecho que queda manifestado en que la mayoría de los planos de la película toma a los actores “de perfil”. La dura historia sobre la conquista y la defensa del reino purépecha por Eréndira y sus aliados, también fundaría una nueva feminidad en el cine mexicano, ajeno a los tipos que durante décadas habían dominado la representación de la mujer en nuestro cine.