Por David Miklos
Hace 30 años, Mickey Rourke –que acaba de estrenar Tiro mortal (Killshot )– debutó en el cine encarnando al soldado Reese en 1941 (1979), de Steven Spielberg, gran película de humor protagonizada por un nutrido elenco del que se desmarca el extinto Jim Belushi. Su carrera tardó tiempo en alzar vuelo y, cuando lo hizo, Rourke subió muy alto. La caída fue desastrosa y le robó una década de estrellato. El regreso, sin embargo, fue implacable. A continuación, seleccionamos a 12 personajes insuflados de vida por Rourke, para dar cuenta de sus tres décadas de vida fílmica.
Randy “The Ram” Robinson en Luchador (The Wrestler, 2008), de Darren Aronofsky
No se llevó el Oscar pero, tal vez, fue mejor así: la industria es alérgica a personajes tan genuinos y rebeldes como Rourke, tan desmarcados del mundanal ruido de Hollywood. Y, por lo mismo, omnipresentes. La mancuerna Aronofsky-Rourke es, sin más, mágica, y en esta gran película podemos atestiguar el carácter colosal de nuestro actor, tan redivivo –y mucho más humano– como otro de los Lázaros del cine americano, Robert Downey, Jr.
Jordan en Hombre en llamas (Man on Fire, 2004), de Tony Scott
A pesar de todo, Rourke siempre terminaba por meterse a las grandes ligas. Aunque en esta película Scott inventa su propio México (muy parecido al real, eso sí, pero el director se toma libertades que pueden molestar a algunos), el resultado y el elenco son bastante buenos, sobre todo los papeles secundarios, uno de los cuales recae en nuestro actor, que se muestra en forma, acaso listo para lo que sucedería cuatro años después.
Marv en La ciudad del pecado (Sin City, 2005), de Robert Rodriguez/Frank Miller/Quentin Tarantino
El culto siempre encontraba su morada en Rourke, y el papel de Marv en la película que anima el cómic de Frank Miller parece hecho a su medida (y en algo nos remite a Hellboy , otro al que, sin lugar a dudas, pudo haber encarnado con la misma gracia que Ron Perlman). Marv, además, es una buena caricatura de Rourke, el noble gigante que resiste todos y cada uno de los embates que la vida le tiende en el camino.
Jim Olstad en Asesino oculto (The Pledge, 2001), de Sean Penn
El regreso de Rourke a la escena fue gradual y seguro. Otro director de culto, además de un gran actor, lo invitó a sumarse a las filas de su tercer largometraje: Sean Penn. Aquí, compartió créditos ni más ni menos que con Jack Nicholson, otra gran estrella sumada a su nutrida lista de compañeros de cámara. Aunque su aparición es casi insignificante, la película es otra de esas obras fílmicas indispensables.
The Bookie en Buffalo ’66 (1998), de Vincent Gallo.
No era su mejor década y Vicent Gallo, actor y director de culto, lo sabía. Y ¿qué mejor que tener a Rourke en el elenco de una película provocadora? A pesar de que se encontraba en uno de sus peores momentos, nuestro actor siempre contó con el apoyo de un círculo para nada cerrado de fans, lo que le valió esta invitación a una película a la vez incomprendida y muy celebrada. Como Rourke mismo.
Gorman Lennox en Arenas blancas (White Sands, 1992), de Roger Donaldson
Rourke, sin embargo, se negaba a desaparecer, y siempre terminaba por encontrar algún papel, además de que la industria aún confiaba en su peso específico. Ahora, en compañía de Willem Dafoe, se repite a sí mismo en una nueva patada de ahogado, que no por ello deja de ser entretenida, aunque de igual modo menor. Sin embargo, y como suele decirse, yerba mala nunca muere.
Harley Davidson en Harley Davidson and the Marlboro Man (1991), de Simon Wincer
Aunque esta película es bastante menor, termina siendo un agradable divertimento. Ambos en naciente decadencia, Rourke y Don Johnson se transforman en las caricaturas de los arquetipos estadounidenses: el motociclista y el vaquero, sus espíritus libres en lucha eterna con todo lo urbano. Con muchas reminiscencias de la década recién pasada, esta película significa, también, el fin de la moda Rourke, en gran medida gracias a su desastroso carácter.
Henry Chinaski en Barfly (1987), de Barbet Schroeder
Nuevamente de culto, Rourke insufla de vida al alter ego del escritor, también de culto, Charles Bukowski –quien se burló hasta el cansancio de la película dirigida por Scrhoeder, que le pareció fresa en extremo–, icono de las letras americanas. Aquí, Rourke perdió la figura sexy y se convirtió en un borracho empedernido, aunque apapachado por la siempre bella Faye Dunaway.
Harry Angel en Angel Heart (1987), de Alan Parker
Si hay una película de culto que uno tiene que ver –y tener–, ésa es Angel Heart . Aquí, Rourke desciende, literalmente, al infierno, llevado de la mano de un diabólico Robert De Niro. En esta gran película noir, nuestro actor encarna al investigador privado Harry Angel, uno de los mejores papeles de su carrera, además de que demuestra que lo suyo no es precisamente el cine comercial y algodonado que lo llevó al éxito.
John en 9 semanas y media (Nine ½ Weeks, 1986), de Adrian Lyne
La investidura de la fama se posó en Rourke en la película de soft porno que se convirtió en el referente erótico de los 80. Y no sólo eso. Su coestrella, Kim Bassinger, dejó su lugar en la nada y ocupó un sitio privilegiado entre las mujeres más bellas de Hollywood. A menos de una década de estrenarse como actor, Rourke se hizo un sex symbol y las propuestas y contratos se apilaron incontables en su buzón.
The Motorcycle Boy en La ley de la calle (Rumble Fish, 1983), de Francis Ford Coppola
Fue en esta obra maestra de Coppola, una película de culto que siempre es bueno volver a visitar, que Rourke se transformó en icono: el hermano mayor y modelo de todos los adolescentes de la época –personificados, en la pantalla, por Matt Dillon en el rol de Rusty James, cuya novia era el deseo de todos: Diane Lane–, el Chico de la Motocicleta. Es aquí donde Rourke comienza a pavimentar su camino al éxito.
Robert “Boogie” Sheftell en Diner (1982), de Barry Levinson
En 1982 se estrenó la ópera prima de Barry Levinson, director que ha hecho de Baltimore su escenario fílmico. Nominada al Óscar –premio que Levinson no se llevó ese año, pero sí siete años después, con Rain Man (1989)–, Diner contó con un elenco de jóvenes –un brat pack alternativo de comienzos de los 80–, entre los que figura Rourke, cuya estrella comenzaba a brillar en el firmamento.
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