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Cine

Lecciones para canallas: Una película de estafadores a la mexicana

01-09-2022, 6:30:00 PM Por:
Lecciones para canallas: Una película de estafadores a la mexicana

Conversamos con Joaquín Cosío, Diana Bovio, Danae Reynaud y el director Gustavo Moheno sobre Lecciones para canallas.

Lecciones para canallas es una película atípica. Es una comedia pero no lo parece, es un thriller pero no lo parece, es una película sobre la construcción del vínculo paterno filial y es una película de estafadores, aunque no del todo típica y, al mismo tiempo, con el andamiaje de los clásicos setenteros estadounidenses en su fondo y forma.

El opus número tres de Gustavo Moheno es, como las críticas que por muchos años nos obsequió el hoy cineasta en medios como este, una amalgama de referencias cinéfilas que ni pesan ni estorban, pero cómo enriquecen. “Ahí están para quien las pesque, pero para quien no, tampoco hace falta”, me dice el propio Moheno una tarde en un cine de Polanco.

“El rollo era hacer una película de estafadores que no fuera tampoco una apología de la estafa porque de por sí somos una nación bastante corrupta, por más que lo niegue el señor presidente”, añade.

El cuento moral de Moheno

Lecciones para canallas sigue a Jenny (la experimentada veinteañera Danae Reynaud), una chica cuya madre muere mientras vacacionan juntas. Sin proponérselo, Jenny encuentra pistas de su padre ausente, a quien busca una vez que viaja a la Ciudad de México para matricularse en la universidad. Y da con él. Un hombre conocido en los bajos fondos del Centro Histórico capitalino como Barry, el Sucio (Joaquín Cosío). Se trata de estafador de poca monta que vive con la fría y sexi Marisela (Diana Bovio).

Moheno, cuyos créditos incluyen Eddie Reynolds y los Ángeles de Acero, buscó un centro moral a partir de la historia de una estafa que, como en El golpe (1973), de George Roy Hill, resultara inesperada.

No buscaba el circo de aquella, comenta Gustavo, sino un anclaje a la realidad “que te pudieras creer y que al final también hubiera esta lección moral, sin tampoco regañar a nadie, sino dar una reflexión sobre qué es lo importante en la vida”.

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De ese modo confrontó a padre e hija. “Para Barry el dinero lo resuelve todo, es lo que mueve al mundo. Y te encuentras con otro personaje que es casi ingenuo, pero que viene finalmente a recordarnos, aunque suene cursi, que lo importante es el amor y las relaciones con los demás”, reflexiona el cineasta. “Eso era responder y confrontar esos dos puntos, porque ambos tienen razón de alguna manera, creo yo”.

En una época donde la descalificación está a la orden del día, Moheno, quien escribió Lecciones para canallas junto con Ángel Pulido antes del estallido del #MeToo, no buscó ser políticamente correcto.

“Hubo cosas a las que obviamente le bajamos el tono, pero al final dijimos: este es un mundo que es así, en el que no nos vamos a poner políticamente correctos”, explica. “Se hubiera perdido la esencia y además, creo que las actitudes machistas que a lo mejor puedes ver en los personajes su finalidad es un teatro. No es que eso lo justifique, pero hay un sentido. O sea, Barry y Marisela siempre están actuando, no acabas de conocerlos realmente como son. Entonces, dentro de ese teatro la película tiene una reflexión y un centro moral. No es ni una apología del delito ni es machista, se presentan las cosas como son y te invita también a que reflexiones sobre eso”.

Superando expectativas

La película, dice Joaquín Cosío unos días después en una conversación remota, tiene “un guion muy bien confeccionado. El guion sin duda es el primer guiño que un actor tiene en un proyecto. Digo, lees un guion y ahí, de alguna manera, puedes darte cuenta qué andas buscando. Me parece que el guion, sobre todo los diálogos, estaban construidos con mucha naturalidad y con mucha fluidez. Es decir, había una historia que se estaba contando”.

El actor, a quien aún se le recuerda por su papel de El cochiloco en El infierno, enfatiza:

“Y si el guion ya tenía esa capacidad de mostrarte una historia, pues puedes pensar que la película, la realización, podrá ser superior, podrá ser mejor. En mi caso, creo que la película superó mis expectativas completamente”.

Gustavo siempre pensó en Joaquín para interpretar a Barry. Y cuando al actor se le abrió una ventana de oportunidad para filmar en el verano de 2019, entre la serie Gentefied y la película El escuadrón suicida, aprovechó para trabajar en locaciones de Ciudad de México y Puerto Vallarta, enfatizando en el carácter agrestemente contradictorio de la primera y ponderando el lujo en la segunda.

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Moheno eligió a Danae Reynaud, a quien considera una de las actrices jóvenes más importantes de México, por el gran casting que hizo. Además, se decidió por Diana Bovio por la amplitud de sus registros actorales.

Danae, cuyo primer crédito como actriz se remonta a 2008, calificó como una gran experiencia trabajar con Moheno; el cinefotógrafo Serguei Saldívar Tanaka y el guionista Ángel Pulido.

“Son personas muy cinéfilas, amantes del lenguaje cinematográfico, de las estructuras de guion… Les importa cómo se ve, cómo se cuenta y cómo se narra una historia”, asevera Reynaud.

A Bovio le interesó que la historia, dijo en el mismo enlace que sus compañeros, fuera de “un género que casi no se ha hecho en México… Y mi personaje se aleja de todo lo que he hecho antes, así que me interesaba que la gente viera otra faceta de mi trabajo”.

Comedia y motivaciones

Lo más difícil de todo, dice Joaquín Cosío, es el tono de comedia. “El tono es complejo porque hay que ser de alguna manera naturales, verosímiles y divertidos. Todo eso sin estar haciendo chistes, sin estar buscando el efecto, sin estar buscando el accidente hilarante. Entonces, conseguir el tono de relajación y conseguir ser divertido es tal vez el principal reto de la película”.

Diana Bovio profundiza: “No era hacerse el chistoso o no tenían tantos chistes escritos. Eso para mí fue un reto porque estoy acostumbrada a hacer personajes mucho más estereotípicos y en los que los chistes están muy claros en el guion. Acá el humor era más la situación y lo patéticos que de pronto podían ser los personajes. Es un esfuerzo hacer comedia de esa manera, es mucho más intenso y te tienes que ir mucho más hacia el fondo y a la humanidad del personaje, para que se sienta esa cosa patética y provoque risa. Son personajes bastante complejos, no es una comedia sencilla de hacer”.

Danae coincide en que el tono era difícil: “sobre todo porque mi personaje no es tan cómico, creo que al revés: es como la espectadora de estas energías tan arrolladoras, como diría Barry. Eso era lo complicado, como también ver dónde estaba lo solemne, qué tanto peso darle a la tragedia de Jenny sin que manche el tono de la película”.

Y también le pareció difícil conseguir retratar la sorpresa en una historia cuyo desenlace ya conocía.

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“Es una cuestión de vocación”, dice Joaquín sobre la actuación. “Esto no significa que piense en actuar bien o mal, sino simplemente en actuar, y es una cuestión de necesidad simplemente. Independientemente de que no sabría hacer otra cosa, es algo que de alguna manera buscas para poderte realizar. Es un acto de realización al menos en mi caso”.

En el caso de Diana, su motivación “es como regresar a lo más simple. Me he cachado en mis últimos proyectos sintiéndome como una niña de 8 años jugando a ser un personaje. Me llena un sentimiento de emoción y felicidad, de decir: ‘no puede ser que este sea mi trabajo’. Y creo que eso me mantiene porque tenemos que ser honestos, la industria, como cualquier otra industria, es complicada, es difícil. Te topas de pronto con gente difícil de trabajar, de pronto con gente que se vuelven tus mejores amigos. Entonces, hay de todo. Esta vocación, este amor por lo que hacemos, tiene que encontrar anclajes. Esos momentos de regresar a lo más simple, a jugar a ser un personaje y disfrutarlo, me mantienen todavía con mucha fe y amor”.

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La película Lecciones para canallas ya está disponible en cines de México.

autor Nadie quiere acompañarlo al cine porque come palomitas hasta por los oídos e incluso remoja los dedos en el extraqueso de los nachos. Le emocionan las películas de Stallone y no puede guardar silencio en la sala a oscuras. Si alguien le dice algo, él simplemente replica: "stupid white man".
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