Hunter × Hunter: Retrospectiva del mejor arco del anime
En el marco del décimo aniversario de Hunter × Hunter, David Gutiérrez Vega reflexiona sobre el célebre arco de las Hormigas Quimera.
Este mes la más reciente adaptación del manga Hunter × Hunter, de Yoshihiro Togashi, cumplió diez años de comenzar a emitirse. Para quienes conocen esta historia, ya sea a través del impreso original o porque vieron ésta o su adaptación previa, será seguramente un referente de los enormes alcances que puede tener una serie dirigida al público shōnen. En ese entendido, me atrevo a decir que el arco de las Hormigas Quimera es uno de los mejores ejemplos de estos alcances.
En pocas palabras, creo que este arco sigue dos rutas paralelas que transitan en sentido contrario: la humanización y la deshumanización. Por la primera parte tenemos, desde luego, a las Hormigas Quimera. Esta peculiar especie animal –cuyo origen es todo un misterio– tiene como característica principal que su reproducción se basa en la depredación de otras especies y la incorporación de sus cualidades en su propio material genético. Así, cada vez que la Reina devora a una especie distinta de la suya, su progenie hereda características de aquello que la alimentó: branquias, alas, hábitos alimenticios, conductas, etcétera. Por esa razón se trataba de una especie controlada y mantenida en secreto; su potencial evolutivo se consideraba como un riesgo.
Resulta bastante interesante ver cómo a lo largo de este arco argumental, las Hormigas Quimera evolucionan a pasos agigantados de generación en generación. Las primeras carecen de voluntad propia e incluso de instinto de supervivencia individual, para luego contar incluso con lenguaje, identidad personal y emociones básicas. Como los Cazadores observan atinadamente, la individuación trae consigo cierto desorden en las filas de una especie originalmente homogénea. Algunas aspiran a suplantar a la Reina y convertirse en focos de poder; otras anhelan bienes inmateriales como la gloria o el conocimiento; y unas cuantas estrechan lazos de afecto y lealtad entre sí.
También se vuelven más eficaces. Extienden su territorio de manera exponencial y con ello amplían los recursos a su alcance, de tal manera que la Reina tiene acceso a una variedad genética cada vez mayor y más compleja. Toda esta evolución, puesta en escena de forma brillante por Togashi, se vuelve cada vez más familiar a los ojos del espectador. Para bien y para mal, las Hormigas Quimera son cada vez más “humanas”.
También te puede interesar: Anime Al Diván – Wonder Egg Priority: Vencer a la muerte con amor.
Por el otro lado, los Cazadores parten desde la orilla opuesta. Siendo la élite de una especie evolucionada y con una organización social mucho más compleja, perciben rápidamente el riesgo que implica que las Hormigas Quimera se salgan de control. Kite es el primero en identificar el peligro que esto representa y es también una de sus primeras víctimas. Haciendo gala de su buena índole, el experimentado Cazador sacrifica su vida para salvar las de Gon y Killua; un acto desinteresado que revela su humanidad. Pero de aquí en adelante muchas cosas van cuesta abajo para el equipo heterogéneo que son los Cazadores.
Probablemente, el ejemplo más claro sea el propio Gon. Pese a ser el protagonista de esta historia, Gon representa un caso bastante peculiar. No se convierte en Cazador persiguiendo un fin noble como tantos héroes de otros títulos shōnen: Gon lo hizo con una finalidad de hallar a su padre y constatar que la vida de un Cazador debía ser mucho más emocionante que la de un simple padre de familia. No por ello resentía a su padre por haberle abandonado, ni despreciaba a su tía ordinaria, quien vio por él desde que era un niño. Simplemente se lanzó a la aventura por razones que no concernían a nadie más que a él mismo.
Este viaje lo llevó a conocer a quienes serían sus amigos, sus maestros e incluso sus rivales. Antes de llegar frente al peligro de las Hormigas, el joven Cazador ya había adquirido experiencia que otros colegas no lograrían en su vida entera, pero su postura ética realmente no varió en absoluto. En ese sentido, siempre fue totalmente ambiguo. Es así que perder a Kite ante sus ojos, se tradujo en un remolino de emociones que iban de la frustración a la ira, y de las que somos testigos en distintos momentos de esta saga. Su temperamento e impaciencia le hicieron caer derrotado ante Knuckle y puso en juego su participación en la misión. Su inestabilidad emocional lo convirtió en una bomba de tiempo.
En tanto, la evolución de las Hormigas Quimera culminó, como era su naturaleza, con el alumbramiento de la Guardia Real y el Rey. Para esta especie, el ciclo siempre es el mismo: la Reina da a luz a varias generaciones de Hormigas hasta llegar al Rey, quien se aparta de su madre llevando consigo a la Guardia Real en busca de una mayor expansión. Eventualmente, él engendrará a una nueva Reina, quien reiniciará el ciclo llevando consigo la rica herencia genética de todas las generaciones pasadas.
El nacimiento prematuro del Rey ocasionó la muerte de la Reina y, en consecuencia, la desbandada de todas las Hormigas que antes habían estado a su servicio. Sin deberle lealtad al nuevo Rey, algunas se alinearon con él por así convenir a sus intereses o simplemente por puro instinto de supervivencia. Otras, como Colt o Zazan, se rebelaron y buscaron nuevas alianzas o nuevos territorios para conquistar.
El Rey de las Hormigas Quimera, Meruem, era en todos los sentidos la cúspide de su especie. Tenía una asombrosa capacidad de aprendizaje y adaptabilidad que, combinada con su extraordinaria fuerza física y mental, lo convertía en una criatura temible. Nacido para gobernar, Meruem ejercía su poder con mano de hierro y su Guardia Real le obedecía sin reserva. Era tal el poder que poseía, que los Cazadores necesitaron maquinar una cuidadosa y extenuante operación sólo para separarlo de sus súbditos y así tener al menos una pequeña oportunidad de derrotarlo.
También te puede interesar: Anime Al Diván – La conmovedora despedida de Evangelion.
Meruem confiaba en que su poder era absoluto. Una vez instalado en el palacio de la República de Gorteau del Este (en la que Togashi parece parodiar a Corea del Norte y a China), el Rey inicia los preparativos para una ofensiva de gran escala contra el resto del mundo. Para matar el tiempo y desarrollar su inteligencia, Meruem hace venir a los máximos representantes del país de todos los juegos de estrategia conocidos a quienes logró vencer a las pocas partidas. Estos triunfos constataban su supremacía en todos los terrenos, tanto en fuerza bruta como en inteligencia.
Es en este punto en el que Togashi introduce una variable tan inesperada como extraordinaria: Komugi, la campeona de Gungi. En muchos sentidos, Komugi es todo lo contrario de Meruem: débil, frágil y pobre. Su aspecto es totalmente desaliñado y siempre tiene la nariz llena de mocos. Le cuesta trabajo expresarse correctamente. Además, es invidente, por lo que anda con la ayuda de un bastón.
Pese a todo eso, esta singular campeona se convierte en un muro infranqueable para Meruem. A medida que él evoluciona en su propia habilidad para el Gungi, ella parece siempre llevarle un paso por delante. Esta manifestación de “poder” lo deja fascinado y, eventualmente, luego de muchas dudas y conflictos internos, lo convence de que su visión del mundo era demasiado corta. Lo convence de que hay fuerza en la debilidad y de que hay muchas otras cosas que valen más que el poder, como el amor. Este último escalón en su evolución lo convierte en una criatura tan cercana a lo humano, que cimbra las convicciones de varios de los Cazadores.
Por eso es que la conclusión de este arco es tan desgarradora y tan brillante. Al principio de la operación, derrotar a las Hormigas es sólo una misión de control de plagas. No hay necesidad de dudar, pues los enemigos no son más que insectos por los que nadie derramaría una lágrima. Sin embargo, son mucho más que eso al final, y se convierte en una guerra de exterminio. Ni el cuidadoso y casi místico arte marcial de Netero fue suficiente para alzarse con la victoria, así que irónicamente él tuvo que bajar un escalón en la dignidad humana para terminar asesinándolo a traición.
Algo semejante pasó con Gon. Él fue incapaz de darse cuenta de cuánto había cambiado Neferpitou desde su encuentro con Kite. Komugi había resultado herida como consecuencia del ataque de los Cazadores, así que Meruem le pidió a su fiel vasalla que la curara, aún consiente de que eso la dejaría totalmente indefensa. Killua supo leer la situación correctamente y entendió que Komugi era un daño colateral cuyo destino podía trastocar toda la operación en conjunto. No obstante, Gon fue incapaz de ir más allá de sus propios sentimientos y si aceptó esperar a Neferpitou, fue sólo alentado por sus propias falsas esperanzas. Cuando ella explicó que el cuerpo animado de Kite no tenía vida ni era posible recuperarlo, se convirtió en objeto de toda la ira de Gon, quien renunció de hecho a su propia humanidad para convertirse en una bestia salvaje.
El contraste de esa batalla es brutal: mientras que el “héroe” triunfó por la pura fuerza bruta de su ira; su enemiga murió pensando no en ella misma, sino en aquel a quien le debía lealtad. Aunque de forma tardía, Meruem comprendió que la lealtad de Neferpitou, Shaiapouf y Menthuthuyoupi era una manifestación de amor e incluso aceptó que él mismo no era digno de esa entrega. Su breve vida había sido dedicada casi enteramente al poder, por lo que resulta impactante que su muerte haya sido dedicada al amor: al que sentía por sus súbditos y al que tenía por Komugi.
Para los Cazadores, la operación, aunque costosa, fue un éxito. Pero es precisamente el costo de esa victoria lo que pone en entredicho su legitimidad, pues no se logró con la dignidad de una especie que ha alcanzado un gran desarrollo. Se ganó perdiendo la humanidad.
También te puede interesar: Anime Al Diván – My Hero Academia: La ambigüedad de una sociedad superpoderosa.
Hunter × Hunter está disponible en Crunchyroll. Por su parte, Panini Manga publica el impreso en México.