10 lecciones de vida de El diablo viste a la moda

En su décimo aniversario, repasamos algunos consejos -o pesadillas- que nos dejó Miranda Prestley.
En el décimo aniversario de El diablo viste a la moda (The Devil Wears Prada), evaluamos el caso de Andrea “Andy” Sachs (Anne
Hathaway) y aunque sufrió en un principio a manos de un soberbio demonio, por lo menos era uno bastante competente y respetable en su industria, no como otros que no entendemos cómo
llegaron a ser “jefes”. No importa cuál sea el tuyo, si superas al más canijo ya estás del otro lado.
Y aunque ya te tenga hasta la coronilla, no le des el gusto de renunciar, defiende tu honor y dale
tantita batalla.

Sácale provecho a la situación
Andy no lo hizo, pero deja atrás tu moral y sin tantos escrúpulos vende el manuscrito del último libro de Harry Potter en Amazon, eBay o en el mercado negro. Prepárate para disfrutar de tu existencia en alguna paradisíaca playa. Esperemos que J.K. Rowling no demande o no tenga gánsters que te busquen hasta el fin del mundo para castigarte. Pero bueno, es como si se filtrara una canción o álbum en la web, ¡esas cosas pasan!

Si estás a dieta
Cuando sientas que te vas a desmayar, ya sabes, ingiere a un cubito de queso. Tal como lo hizo Emily para lograr una más esbelta figura antes de Paris Fashion Week. El de la vaquita es de nuestros favoritos; buen sabor y prácticos de llevar en diferentes presentaciones. Pero por favor, no te vayas a comer todos de un jalón, ¡son solo para emergencias!

En las juntas
En México no aplica guardar silencio. Se valora más que se repita una idea pero con diferentes palabras o que simplemente se le secunde. ¡Esa es la más ‘inteligente’ participación por parte de aquellos que necesitan sentirse presentes! Pero con una jefa tan exigente como Miranda, la enseñanza es sencilla: no uses la lógica tradicional. Si puedes, échate un porro antes o practica un ejercicio incoherente que resulte en algo fuera de serie. Igual y “chicle y pega”, ¿no?

Riégala cañón
Con el fin de que te asigne una misión imposible. No precisamente para que te despida, sino para que le demuestres que eres una pistola. No solo le callarás la boca (con baile ganador), también conseguirás un poquito de su respeto. Como rebote, todos se quedarán con cara de “¿Pero cómo lo hace?”. Eso sí, debes de estar consciente de que habrá consecuencias; le deberás uno que otro favor a gente importante a la que le solicitaste ayuda en el proceso, pero recuerda que siempre le puedes pagar con un beso o más (ni modo, hay que hacer sacrificios).

¿A tus colegas?
Este es un despiadado campo de batalla y más que aliados tendrás enemigos, quienes en un futuro podrían pasar a ser tus lacayos (les guste o no). Deja en claro que eres mejor; que dominas lo que tu nefasto jefe quiere antes de que lo pida, que tu memoria es superior, que el viaje a París te lo mereces (por obligación) y que en poco tiempo tú serás quien dará las órdenes. Pero también piensa que puedes organizar un golpe de estado y… ¿quién sabe? ¿Adiós jefe?

Busca un hada madrina
Cual Cenicienta del cuento necesitas quien te eche la mano. Por lo general, las secretarias o recepcionistas son las candidatas ideales (abren la mayoría de las puertas), pero si puedes caerle bien a algún director y convertirte en su consentida(o), ¡ni lo pienses! Tal como lo hizo Andy, poco a poco se fue ganando el cariño y aprecio de Nigel, al punto de que le cambiara su miserable guardarropa por uno lleno de Chanel, Jimmy Choo…y ponchos.

Cero mención del transporte
Tú tomas Uber o Cabify, o taxis de sitio en tus peores días. Trabajas para darte una buena vida, no una de perro de la calle. No es mentira que tanto los camiones como el metro dejan mucho que desear (la falta de mantenimiento, los olores, los calores en primavera, los arrimones –a menos de que te gusten-, los pasajeros malhumorados o desagradables). En fin, si quieres que todo mejore, debes de esforzarte más comenzando con negar que formas parte de las millones de personas que recurren a ese mal necesario.

Aléjate de las malas influencias
Aunque sea tu pareja. ¡Por Dios! Quien ponga en duda que fuiste capaz de impresionar a los reclutadores y que te dieran el puesto NO-TE-QUIERE, mucho menos te estima o cree en ti. Debes de estar con alguien que te admira y a quien admirar (y no precisamente por su gusto en quesos y para rematar, que se queje de sus precios). Más allá de apoyo para renunciar, lo que hace falta son porras para salir adelante en semejante calvario.

Tampoco lleves la falda de tu abuela
O la ropa de otro de tus parientes. No hay como el perfect fit… ¡Y se nota! Tremendo oso si llegas a una entrevista o en tu primer día con algo que te queda volando o más allá de que sea vintage, se vea viejo. Mucho menos optes por esos outfits que te transportan a tu época académica. Lucha por que te tomen en serio YA. Y quien diga que no le importa cómo te vistes, ¡miente!

No uses polimezcla
O sea, esas prendas que tengan dos o más polímeros o fibras sintéticas. Aprender a leer las etiquetas es fácil, y tal como los alimentos, mientras menos “ingredientes” encuentres, mejor. Aunque no estés en el sector de la moda, ahórrale tantito para tener algo bueno de piel/cuero real y cachemir en tu clóset. Recuerda, no hay frase más cierta que “vístete para el trabajo que deseas”. Puede que les caigas mal, pero no te detestarán por tu triste y odioso look.
