Deus ex machina: Qué significa, origen y ejemplos

Quizás alguna vez te haya sucedido que viendo una película pusieras cara de incredulidad y dijeras: “¡Eso se lo sacaron de la manga!”, o alguna otra frase por el estilo, en respuesta al sinsentido que dos segundos antes habías atestiguado en pantalla. De seguro había uno o varios personajes en una situación comprometida, de ésas que parecen no ofrecer ninguna escapatoria, y de repente ocurría algo completamente inesperado: una aparición o evento singular que en un santiamén disipaba el peligro, arreglaba el problema o ponía a todos a salvo. Pues eso que te hizo entornar los ojos se engloba en lo que académicos y escritores denominan deus ex machina.

¿Qué es un deus ex machina?

Un deus ex machina es un recurso narrativo que permite al autor de una novela, guion, obra teatral, etc., introducir “de la nada” un elemento que ayuda a cierto personaje (usualmente el protagonista) a salir de un determinado aprieto en un punto culminante del relato. La particularidad de dicho elemento —que puede ser desde un individuo u objeto, hasta un acontecimiento o una motivación— es que su existencia, o mejor dicho, su oportuna aparición no goza de una explicación enteramente satisfactoria a nivel argumental.

En materia de elementos perfectamente justificados, está, por ejemplo, aquella escena de la versión extendida de El señor de los anillos: El retorno del rey en la que el rey Théoden y su ejército llegan a Minas Tirith justo antes de que el malévolo Señor de los Nazgûl mate al mago Gandalf. Qué conveniente que la llegada del monarca distrajera al villano y evitara que éste asestara el golpe final contra el héroe. Pero, en realidad, el arribo de Théoden era algo que ya se anunciaba en escenas previas. El público sabía que eventualmente sucedería.

Ahora bien, un popular ejemplo de deus ex machina es el de la novela El señor de las moscas, que sigue a un grupo de niños varados en una isla desierta, divididos en facciones rivales. En la recta final, cuando la tribu enemiga persigue al protagónico Ralph para asesinarlo, él es salvado por un oficial de la Marina. La presencia del militar tenía una explicación —llegó a la isla para investigar un incendio causado por los mismos niños—, pero a diferencia de con Théoden, nada que se hubiera contado con anterioridad sugería que la aparición del uniformado fuera una posibilidad. Que estuviera ahí era más por intervención divina que por el curso lógico de la historia.

¿Cómo se traduce «deus ex machina» y de dónde viene el término?

“Deus ex machina” es una expresión en latín que puede traducirse al español como “dios a partir de una máquina”. La frase es originalmente griega y se cree que sus orígenes se remontan, como mínimo, al año 500 a.C., siendo aquélla una época asociada al florecimiento de las artes escénicas en la Antigua Grecia. Fue en los albores de la tragedia griega que asimismo surgió un recurso teatral —implementado por Esquilo y luego popularizado por Eurípides— que básicamente fue el prototipo de lo que hoy consideramos un deus ex machina.

En virtud de ese artificio, sucedía que el actor que interpretaba a una deidad no entraba caminando al escenario, sino que bajaba desde lo alto de un muro, con ayuda de un sistema de cuerdas y poleas —o sea, “a partir de una máquina”—, en aras de representar su descenso desde el Monte Olimpo. Ya en escena, este dios tenía la labor de resolver un problema, un dilema o un impasse dentro de la historia. Y lo hacía, como comúnmente diríamos, por arte de magia.

A veces no aparecía una deidad como tal, pero sí un objeto divino cuyo propósito era sacar al héroe o heroína de una dificultad importante. Por ejemplo, en Medea de Eurípides ocurría que el personaje titular recibía de parte del dios Helios un carruaje tirado por dragones con el cual ella pudiera escapar de la ira de su esposo Jasón y llegar a Atenas sana y salva.

De acuerdo al diccionario Merriam-Webster, el término “deus ex machina” empezó a utilizarse a finales del siglo XVII para referir a esos “salvadores inverosímiles y acontecimientos improbables” (no necesariamente dioses) que aportan una solución artificiosa a un problema aparentemente irresoluble dentro de cualquier obra de ficción.

Ejemplos de deus ex machina en el cine

Jurassic Park (1993): Un T-Rex muy sigiloso

Rumbo al final de la película de Steven Spielberg, el Dr. Grant y compañía se hallan acorralados por dos velociraptores en el centro de visitas del Parque Jurásico. Afortunadamente, el T-Rey llega de último momento y ataca a las bestias carnívoras previo a que éstas se abalancen sobre nuestros héroes. Ahora bien, lo que termina de hacer esto un deus ex machina es que no queda claro cómo el gigantesco reptil llegó hasta ese lugar, y más importante aún, cómo ni los humanos ni los otros dinosaurios notaron su presencia antes de que sus fauces entraran a cuadro.

Baby Driver (2017): El amor lo puede todo

Después del atraco frustrado y de estar amenazado de muerte, Baby corre con su jefe Doc para pedirle ayuda. Frío y calculador, éste no tiene ninguna razón para hacerlo, en particular porque fue el protagonista quien comprometió toda su operación criminal. Sin embargo, un segundo después de saber que Baby quiere escapar con su amada Debora, la postura de Doc cambia por ejemplo. Le da a la pareja un bolso lleno de dinero y muere protegiéndolos… Todo porque “yo alguna vez también estuve enamorado”. Qué conveniente, ¿no?

Las locuras del emperador (2000): La magia del cine

En el tercer acto de la hilarante película de Disney, Yzma y su fiel servidor Kronk son golpeados por un rayo y caen a un abismo mientras persiguen a Pacha y al emperador Kuzko. No obstante, cuando estos últimos arriban corriendo al palacio real, descubren sorprendidos que sus rivales ya están ahí. “¿Cómo llegaron antes que nosotros?”, les cuestiona Kuzko, pero sus enemigos se muestran igual de confundidos. Yzma pregunta: “¿Cómo fue, Kronk?”, a lo que éste sencillamente responde: “No lo sé. No creo que haya sido por la magia del cine”.

El hobbit: Un viaje inesperado (2012): ¡Las águilas vienen!

Gracias al universo creado por J.R.R. Tolkien y a más de una adaptación fílmica de su obra, las águilas se han convertido en un símbolo de deus ex machina. En la primera entrega de la trilogía de El hobbit, estas míticas criaturas aladas aparecen oportunamente ya cerca del desenlace y asisten a Bilbo, Gandalf, Thorin y compañía, justo cuando una horda de orcos los tenía acorralados al borde de un precipicio. Cabe recordar que son también las águilas las que sacan a Frodo y Sam de Mordor en El señor de los anillos.

¿Debe evitarse el deus ex machina?

Este recurso narrativo suele recibir muchísimas críticas. Hay quien argumenta que usarlo perjudica el clímax de una historia, pues después de haber acompañado al protagonista por un largo camino y verlo convertirse en un héroe capaz y valeroso, al final resulta que una fuerza externa siempre pudo intervenir a su favor, ahorrándole así innumerables esfuerzos y angustias. En consecuencia, es probable que —en el caso de una película— los espectadores se sientan defraudados.

Desde Aristóteles, se han manifestado posturas en contra del deus ex machina. El pensador griego decía que aquélla era una herramienta que debía evitarse, pues a su parecer, cualquier solución a determinado conflicto debía estar sustentado en el cauce natural de la historia. En tiempos modernos, el conferencista Robert McKee ha declarado que el deus ex machina sucede cuando a los escritores se les “seca la fuente creativa” y que es, en esencia, “un insulto al público”.

“Cada uno de nosotros sabemos que, para bien o para mal, debemos elegir y actuar si queremos determinar el significado de nuestras vidas. No hay nadie ni nada que vaya a aparecer de pronto y por coincidencia en nuestras vidas para sustituirnos en esa responsabilidad, independientemente de la injusticia y del caos que nos rodee”, afirma McKee en su libro El guion: sustancia, estructura, estilo y principios de la escritura de guiones. “Nuestras vidas siempre están, en última instancia, en nuestras manos. Deus ex machina es un insulto porque es una mentira”.

Sin embargo, McKee concede que hay historias pensadas para ser absurdas o llenas de coincidencias, por lo que un deus ex machina cobra todo el sentido del mundo. Piénsese en la película Batman (1966) de Adam West, donde el tono cómico y fársico da validez a que el superhéroe titular tenga a la mano un repelente para tiburones justo cuando hay uno aferrado a su pierna.

Por otro lado, es innegable que hay deus ex machina ante los que el público siente auténtico alivio, en lugar de decepcionarse, sobre todo cuando el clímax es verdaderamente preocupante. Es un misterio cómo los pequeños alienígenas llegaron a los controles para activar la garra que salvó a Woody, Buzz y todos los demás juguetes en Toy Story 3 (2010). Pero gracias al cielo que estaban ahí.

Antonio G. Spíndola Tengo muy mala memoria. Por solidaridad con mis recuerdos, opto por perderme también. De preferencia, en una sala de cine.