¿Cómo James Bond “inventó” el Desfile de Día de Muertos en la CDMX?
Con licencia para matar y hacer a los muertos desfilar.
De pie, un hombre con traje de esqueleto, máscara de calavera, bastón y sombrero de copa aguarda en una calle abarrotada de gente. Instantes después, de la mano de una sensual mujer con antifaz, él ingresa a un hotel y llega hasta una habitación en aras de aparentemente entregarse a un momento de apasionada intimidad con su acompañante. Sin embargo, en cuestión de segundos, el enigmático personaje se despoja de su disfraz sólo para revelarnos a un elegante James Bond (Daniel Craig), quien sale por la ventana y retoma sin escrúpulos la misión que lo trajo a la Ciudad de México en primer lugar: encontrar y exterminar a un peligroso asesino que intenta pasar desapercibido en pleno desfile de Día de Muertos. Pero aun sin proponérselo, lo que el agente 007 consigue —en el plano de lo real— es tergiversar el modo de festejar una antiquísima festividad mexicana.
Allá por marzo de 2015, aquella (ahora icónica) secuencia inaugural de la película Spectre empezó a filmarse en locación bajo la batuta del director Sam Mendes. Alrededor de 1,500 extras se dieron cita en el Centro Histórico de la CDMX, quienes asistidos por infinidad de maquillistas y vestuaristas, abrazaron la caracterización de catrines y catrinas e inundaron la calle 5 de mayo y la emblemática Plaza de la Constitución —mejor conocida como Zócalo— para simular un gigantesco desfile de Día de Muertos nunca antes visto en la vida real, pero que James Bond tuvo a bien “inventar”, en el sentido de que dicho evento masivo eventualmente dejaría de ser asunto de la ficción.
Los antecedentes
Para empezar, ¿cuál fue el razonamiento para traer la 24° entrega de la franquicia fílmica James Bond a tierra azteca? En palabras del célebre protagonista Daniel Craig, hubo inicialmente un enorme interés en levantar una secuela que tuviera “más textura, color y atmósfera” internacional. A su parecer, la película anterior Skyfall (2012) no había logrado distanciarse demasiado de los acostumbrados escenarios londinenses, por lo que era preferible explorar opciones más diversas respecto a dónde situar la acción.
“Todos queríamos hacer una película más grande y mejor”, asevera el histrión británico en el detrás de cámaras oficial de Spectre, donde Sam Mendes comenta por su parte que vio en la ciudad capital de la República Mexicana una oportunidad de recobrar el “glamour de la vieja escuela”. Es decir, el atractivo de tener a Bond viajando por todo el mundo y adentrándose en lugares insólitos.
“Quería que hubiera un festival grandioso y magnífico en una ciudad gigantesca. Y bueno, no hay nada más grande que la Ciudad de México y el Día de Muertos”, afirma el cineasta.
El gobierno de la CDMX recibió con gusto al equipo de producción proveniente de Hollywood, y éste en cambio se propuso ser sumamente respetuoso de nuestra tradición de honrar a los muertos, declarada años antes Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO. Así que aunque la idea del desfile surgía de una absoluta licencia creativa, los responsables de Spectre se aseguraron de valerse del apoyo y la asesoría de talento mexicano. Por ejemplo, artistas y artesanos locales se encargaron de confeccionar las diez enormes marionetas de esqueleto usadas durante la filmación.
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Antes del inicio del rodaje en México, curiosamente emergió un reporte de Tax Analysts (un portal de noticias y análisis tributario) donde se informaba que la casa productora MGM y la distribuidora Sony Pictures habían recibido hasta $20 millones de dólares en incentivos de parte de las autoridades mexicanas, pero con algunas condiciones. Presuntamente, tales requisitos incluían que el villano de la secuencia inaugural de Spectre —aquél a quien James Bond persigue por las calles del Centro Histórico— no fuera de nacionalidad mexicana; que la “Chica Bond” que acompaña al espía en esos primeros minutos fuera interpretada por una actriz local y que, en general, la película de Sam Mendes mostrara una imagen favorable de la ciudad.
Días después, el productor Michael G. Wilson declaró públicamente que nunca existieron tales condiciones. Según su versión, además de que la decisión de filmar en México se tomó únicamente con base en lo que le convenía a la historia, la intención siempre fue que el referido antagonista de nombre Marco Sciarra fuera italiano y que una histrión mexicana se encargara de personificar a la enmascarada acompañante de Bond (rol que finalmente cayó en manos de la sonorense Stephanie Sigman).
“ Los guionistas pensaron que el Día de los Muertos sería un excelente telón de fondo en la secuencia inicial. Muy colorido y muy misterioso”, señaló Wilson (vía The Guardian). “Eso sólo se puede hacer en México. No hay otro lugar que ofrezca eso excepto México”.
De cualquier modo, incluso si los incentivos mexicanos realmente no estuvieron sujetos a cambios de guion y casting, el agente 007 entregó una representación de la CDMX que más tarde resultaría atractiva e interesante para el mundo entero, y que obligaría a las instancias gubernamentales a tomar medidas en aras de cumplir con las altas expectativas de los visitantes nacionales y extranjeros.
Había un gran desfile que instaurar.
Del cine a la realidad
El 29 de octubre de 2016, un año después el estreno en cines de Spectre, tuvo lugar el primer Desfile de Día de Muertos en la CDMX, denominado “Magno Desfile de Inauguración”, pues marcaba el inicio de las distintas actividades cobijadas por el gobierno capitalino con motivo de la efeméride. “[El desfile] es una convocatoria y un rescate de tradiciones de nuestro México”, declaró aquel día Miguel Ángel Mancera, quien por aquella época se desempeñaba como Jefe de Gobierno.
Sin embargo, lejos de la tradicional ofrenda, los panes de muerto y demás componentes clásicos de la festividad, era de conocimiento general que aquella colorida procesión —misma que partió del Ángel de la Independencia y llegó hasta el Zócalo— venía inspirada por un blockbuster.
“[La película con Daniel Craig] creó la expectativa de que nosotros haríamos algo así”, comentó por su parte Lourdes Berho, entonces directora general del Consejo de Promoción Turística de México (vía Milenio). “Sabíamos que esto iba a generar el deseo [tanto en mexicanos como en turistas] de venir y participar en un gran desfile”.
De acuerdo a información oficial de la Secretaría de Cultura de la Ciudad de México, el evento contó con la participación de más de mil voluntarios, 40 danzantes tradicionales y seis grupos musicales. Por otro lado, se calcula que alrededor de 250 mil personas estuvieron presentes en el recorrido de aquel desfile compuesto de marionetas gigantes, alebrijes, mojigangas y carros alegóricos. Parte de esos materiales eran los mismos que se habían utilizado para la filmación de Spectre.
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Según datos de El Financiero, el Consejo de Promoción Turística invirtió $33 millones de pesos en la realización del desfile. Autoridades estimaban que la derrama económica de aquel fin de semana ascendería a los $1,272 millones de pesos, en parte también por el Gran Premio de la Ciudad de México, asimismo celebrado a finales de octubre de 2016 y al que los pilotos de F1 Daniel Ricciardo y Max Verstappen asistieron con su respectivo maquillaje de calavera.
“Queremos que [el desfile] se vuelva un producto turístico que llegó para quedarse. La idea es que crezca, que evolucione, que se convierta en un festival o hasta en un carnaval”, comentó al medio Enrique de la Madrid Cordero, entonces titular de la Secretaría de Turismo.
Al margen de observaciones profundamente críticas, como que “la esencia del Día de Muertos no es la derrama económica que deja el turismo” o que “las representaciones fílmicas no deberían dictar la agenda cultural del gobierno de la Ciudad de México”, lo cierto es que el Desfile de Día de Muertos ha continuado celebrándose con rigor anual. En 2023, un millón 250 mil personas asistieron a la espectacular procesión de aquel año. Muy por encima de los 1,500 extras de una película de James Bond.