Confesiones – Crítica de la película de Carlos Carrera
Un thriller muy bien ejecutado que sobresale por su dirección, las actuaciones de su elenco y sus perversos giros.
Aunque el cine mexicano tiene infinidad de historias por contar, es cierto que en los últimos años los thrillers han quedado ligeramente relegados, al menos para la gran pantalla. Luego de dirigir importantes proyectos como El crimen del Padre Amaro o Ana y Bruno, el cineasta Carlos Carrera regresa con Confesiones, una película inquietante, pero que también saca a la luz muchos problemas que acechan a todas las esferas de la sociedad.
En ella, una familia acomodada de la Ciudad de México está conmocionada por la desaparición de su hija pequeña. Por la noche, horas después del suceso, uno de los captores llega a la casa. Ha venido por el rescate… pero lo que quiere no es dinero, sino una confesión. Alguien en la familia está ocultando una atrocidad. Y el captor los obligará a revelar las cosas más terribles que cada uno ha hecho en sus vidas.
Tan sólo con la sinopsis, nos queda claro el tipo de película que Confesiones busca ser: una diferente, para el público adulto. Y aunque sus elementos no son precisamente innovadores, sí la hacen lucir como una anomalía, al menos para la industria cinematográfica nacional y el tipo de proyectos que suele promover.
Uno de los elementos que inmediatamente llama la atención al ver el póster o el tráiler de Confesiones es su elenco. Juan Manuel Bernal, Claudia Ramírez, Luis Gnecco y Emilio Treviño protagonizan este thriller, y todos cumplen holgadamente con su misión. Los tres primeros sobresalen por lo perturbadores e inquietantes que resultan sus personajes. Sin embargo, Treviño (la voz latina de Miles Morales en Spider-Man: A través del Spider-Verso) también demuestra su capacidad con un arco que le requiere cierta carga emocional a lo largo del metraje. El adolescente que interpreta está a nada de caer en el cliché, pero su actuación lo salva de ello.
La dirección de Carlos Carrera es sumamente efectiva. No sólo saca lo mejor de su reducido elenco, sino que logra dinamismo aun con una historia y locaciones que podrían tornarse repetitivas. Las interacciones entre los miembros de la familia resultan creíbles y, aunque no lo parezca, van aportando pistas de las confesiones que posteriormente hacen cada uno de sus miembros. De mucho ayuda el diseño de producción, que logra hacer de la casa un personaje más. Y aunque gran parte de la cinta transcurre en ella, nunca se siente algo asfixiante.
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Aspectos como la fotografía y la iluminación también son sobresalientes, pues reflejan a la perfección la vida rutinaria de ésta familia que, en apariencia, es perfecta. Aunque sus miembros conviven entre sí e incluso bromean, desde los primeros minutos es evidente que hay una frialdad inmensa. Incluso se nota cierto vacío en ese hogar, que contrasta con la opulencia de las paredes, los muebles y los decorados.
En cuanto al guion se refiere, por momentos éste se cree más inteligente de lo que realmente es. No es que esté mal, simplemente cuenta con diversos tropos muy vistos en el género. Si bien, sirven para generar tensión, no son tan sorprendentes como podrían parecer. Donde sí acierta es en poner al espectador en los zapatos de cada personaje. Lejos de entrar en el cliché de “los ricos son malos y merecen la humillación”, Confesiones genera dudas hacia los dueños de la casa, su hijo adolescente, e incluso hacia el captor que llega a ésta para hacerlos pagar. ¿Realmente él es el villano de la cinta o tiene motivos justos para torturar a sus víctimas psicológicamente? En cuanto a las víctimas, ¿realmente lo son o merecen esa noche de pesadilla?
Para responder Esta pregunta hay un dejo de humor negro que llama la atención. Si bien, la situación es terrible y las confesiones son importantes, hay diálogos donde el sarcasmo o los juegos mentales sirven para aligerar la tensión. Además, nos hacen ver cuán enfermos están algunos personajes. En ese sentido, vale la pena mencionar el giro final de la cinta, el origen de las confesiones. Sin dar spoilers, los gestos, la modulación vocal y los parlamentos del histrión que confiesa su atrocidad son absolutamente perturbadores.
Aunque Confesiones no alcanza la genialidad de las obras previas de su realizador, sí es una película sobresaliente en su ejecución. Cuenta con un guion interesante, una dirección que saca lo mejor de sus actores y giros que hacen meritorio darle una oportunidad en la pantalla grande. Pocas veces un thriller mexicano resulta tan efectivo y genera esa capacidad de asombro en los espectadores.