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Busi Cortés: Una pionera del cine hecho por mujeres en México

04-09-2024, 10:00:00 AM Por:
Busi Cortés: Una pionera del cine hecho por mujeres en México

Busi Cortés llevó la representación femenina por rumbos antes inexplorados en el cine nacional. Conoce más sobre la directora y guionista mexicana, quien en 2024 recibirá póstumamente el Ariel de Oro.

Luz Eugenia Cortés Rocha (1950-2024), mejor conocida por su nombre artístico Busi Cortés, nació y se educó en la Ciudad de México. Pero igual de relevante para su formación fueron sus constantes viajes a Guanajuato, donde pasó muchas de sus vacaciones durante la infancia. La familia de la futura cineasta era originaria de aquella entidad y ahí vivían todavía unas tías suyas, a quienes veía más bien como sus abuelas; personas mayores que habitaban casas de gran tamaño, sólo acompañadas por su soledad. Esa imagen —la de mujeres solitarias— dejó una fuerte impresión en Cortés, y en ella emergió una fascinación que jamás la abandonaría y que eventualmente devendría una motivación para hacer películas.

“Cuando tuve la oportunidad de tener una cámara para contar historias, supe que quería narrar las vivencias de estas mujeres solitarias con universos tan singulares”, rememoró la directora y guionista en una entrevista de 2023 (vía Agencia EFE).

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Efectivamente, Busi Cortés supo lo que quería y lo hizo. Mucho de su cine —primordialmente sus ficciones— colocó a la mujer en el centro de relatos que eludían el acostumbrado melodrama y los estereotipos. La suya fue una generación de directoras mexicanas que floreció en la década de 1980, yendo contracorriente dentro de una industria predominantemente masculina, y que llevó la representación femenina por rumbos hasta entonces inexplorados. Se trataba de que hubiera más historias de mujeres contadas por mujeres en la pantalla grande; una tendencia de la que Cortés fue pionera, al igual que María Novaro (Danzón) y Marisa Sistach (Perfume de violetas).

La apuesta por un cine diferente

En 1977, una veinteañera Busi Cortés —quien venía de cursar la carrera de Ciencias de la Comunicación en la Universidad Iberoamericana— ingresó al Centro de Capacitación Cinematográfica (CCC) para estudiar dirección fílmica. En los seis años subsecuentes, dirigió cuatro cortometrajes donde ya manifestaba su interés en narrativas lideradas por personajes femeninos, fuera en soledad o en colectivo. Ahí estaban, por ejemplo, Las Buenromero (1978), que sigue a tres hermanas que celebran un peculiar ritual con sus pretendientes, y Un frágil retorno (1979), versado sobre una mujer que padece del corazón, mientras aguarda a que su esposo vuelva con ella.

A la par de que esta estudiante del CCC hacía sus pininos, lo que dominaba la producción cinematográfica a nivel nacional era el cine de ficheras, siendo aquélla una época particularmente nefasta para la industria en México. Afortunadamente hubo directores que apostaron por un cine alternativo y discursivamente valioso, y que influyeron significativamente en Cortés y en otros talentos emergentes.

“Nuestros maestros eran Arturo Ripstein y Jaime Humberto Hermosillo, y creo que esa combinación, junto con la presencia Ludwik Margules, nos permitió saber que podíamos hacer un cine diferente, no un cine populista [aquél heredado por el sexenio de Luis Echeverría]”, dijo la capitalina en alguna ocasión (vía El País).

Once años después de iniciarse en el séptimo arte, Cortés dio a conocer El secreto de Romelia (1988), su primer largometraje como directora y que ella misma escribió, basándose en un relato de Rosario Castellanos. Cuenta la historia de una mujer que regresa a su pueblo natal en Tlaxcala, décadas después de haber sido avergonzada y devuelta en su noche de bodas, acusada por su marido de no ser virgen. La cinta fue nominada en seis categorías del premio Ariel, de las cuales triunfó en cuatro, incluida la de Mejor ópera prima. En 1989, Busi Cortés se convirtió en la primera mujer cineasta que la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas premia en ese rubro.

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Una carrera versátil

A lo largo de toda su trayectoria, Busi Cortés dirigió solamente tres largometrajes de ficción. Ella consideraba que el segundo de ellos, titulado Serpientes y escaleras (1992), era el más representativo de lo que solía moverla como cineasta. Esta película, decía, “encapsula mi perspectiva sobre las mujeres y sus vidas, mostrando su fuerza y determinación”. Ambientada en Guanajuato, Serpientes y escaleras narra la historia de dos mujeres, Valentina y Rebeca, cuya larga amistad se ve comprometida cuando el padre de la primera —un aspirante a gobernador— seduce y embaraza a la segunda.

Su otra ficción de larga duración fue Hijas de su madre: Las Buenrostro (2005), que con humor negro, ahonda en los secretos que se esconden al interior de un asilo de ancianos. En materia de documentales, Cortés firmó los mediometrajes Déjalo ser (1993), Unidos (1997), Seña y Verbo (1998) y Paco Chávez (2000), entre otros.

Fuera de los sets de filmación, la realizadora de sangre guanajuatense asimismo se desempeñó como docente de la Cineteca Nacional, el CCC, el Centro Universitario de Teatro (CUT) y de su alma mater, la Ibero. Realizó además investigación de estudios de género dentro y fuera de México, sumado a que se desempeñó como presidenta de la Asociación de Mujeres en el Cine y la Televisión, A.C.

En septiembre de 2024, Busi Cortés recibirá póstumamente el Ariel de Oro, en reconocimiento a su visión artística, su compromiso con las historias de mujeres llevadas al cine y su dedicación a la docencia.

autor Tengo muy mala memoria. Por solidaridad con mis recuerdos, opto por perderme también. De preferencia, en una sala de cine.
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