Attack on Titan: The Final Season – Crítica de los episodios 5-8
El rencor, la temeridad, el sentido de que la guerra nunca acaba, la traición y una pérdida marcan los últimos episodios de Attack on Titan.
Los primeros episodios de Attack on Titan: The Final Season nos introdujeron en Marley, el mundo del otro lado del mar, delineando las historias detrás de los “villanos”: Reiner, Zeke y aquellos quienes ordenaron el ataque contra Paradis. Estableciendo un nuevo escenario, construían también un conflicto en torno a dos líneas argumentales: nuevos planes de atacar la isla para tomar el poder del Titán Fundador y restaurar el poderío militar de Marley, y el racismo contra los eldianos.
Al ser episodios de establecimiento, la acción no fue tan abundante, a pesar de que las secuencias de batalla fueron animadas con agilidad y sólida construcción visual. El relato se sostuvo con buenos diálogos, personajes con objetivos claros −los viejos y los nuevos− y una tensión creciente. Este mes, una declaración de guerra y un asalto imprevisto trastocaron los planes…
ADVERTENCIA: Esta crítica contiene spoilers.
Capítulo 64 – “Declaración de guerra”
Este episodio es pura tensión. La conversación de Reiner y Eren, alternada con el discurso de Willy Tybur, resuelven una curva narrativa ascendente que depende del contenido de los diálogos y el inicio de una operación de asalto que da la sensación de que algo funesto ocurrirá.
El director Teruyuki Omine tuvo que cerrar sus cuentas ante mensajes de odio que recibió de parte de ‘fans’ que no estuvieron de acuerdo en la musicalización y el ritmo, pues esperaban ver algo de la batalla hacia el final; opiniones que, además de condenables por su agresividad, tampoco tomaron en cuenta que el capítulo tuvo un sentido de preparación; va in crescendo hacia un final climático. Además, repetir soundtracks (como se pedía), a menudo se hace solo en casos especiales para establecer puentes directos entre ambos momentos de la trama, cosa que, a juicio personal, no ameritaba esta ocasión.
En el sótano, Reiner presenció una ruptura de los planes: Marley creía que iba a ir a la isla, pero fue justo al revés; la isla fue a ellos. La infiltración de Eren preparaba algo fuerte, tal como pasó. Hay un cierto paralelismo con el inicio de la historia: un agente externo irrumpe de forma violenta y mortal… sacudiendo un mundo. El caos se anticipa desde que Eren señala que están debajo de un edificio con cientos de familias observando el evento. Falco nota una herida en su mano y el rostro de Reiner se contrae, sabe lo que significa: se transformará debajo de todas esas familias; Eren viene a matar. El miedo se apodera de él.
Mientras las fanfarrias suenan, Eren le dice a Reiner que son iguales: ambos fueron arrastrados, sin remedio, a un conflicto que no pidieron, en nombre de personas e ideas que los antecedieron. Si Reiner hubiera tenido una familia, quizás no habría llegado al ejército. Si Eren no hubiera visto a su madre ser devorada, probablemente tampoco habría entrado a la Legión. Y si consideramos la historia, la serie de eventos que superan sus existencias individuales, tal vez la guerra misma no tendría sentido si el pueblo eldiano no fuera discriminado racialmente. ¿El peso del pasado es otro tipo de destino?
Eren sabe que rompieron la muralla porque “iban a salvar el mundo”; entiende que de su lado tienen su verdad −la que les enseñaron− y que actuaron acorde a ella. Cuenta que ahora que ha vivido al otro lado del océano, ese lugar que pensaba terrible por fuerza del rencor, se dio cuenta que hay gente recta y gente cruel tal como la hay en su propio hogar, y que la maldad que percibió en ellos no es más grande que aquella en la que él mismo caería si activara el Retumbar. La naturaleza siempre difusa de la verdad.
Arriba, Willy destruye el mito de la historia oficialista, sobre cómo Helos llevó a las familias eldianas en guerra a su destrucción para luego acabar, junto a los Tybur, al peligroso Rey Fritz. Ante los rostros pasmados de su audiencia, revela que fue el mismo Rey quien propuso tregua y, junto a los Tybur, creó a Helos para tener un héroe que levantara la moral e irse a Paradis con algunos de sus compatriotas a vivir en paz tras las murallas, jurando nunca usar el poder del Fundador. Ahora, tras la última misión, una revuelta ha roto el pacto y un “impostor” ha tomado el poder, amenazando a todas las naciones si es que activa el Retumbar; es decir, si él manda a los titanes colosales de las murallas a caminar sobre el mundo: Eren Jaeger. El protagonista se vuelve el enemigo público de toda la humanidad.
Desesperado, Reiner pide perdón por romper la muralla desató el odio de Eren, pero éste estrecha su mano, como a modo de concordia, aunque se intuye que ahora su enemigo es toda la humanidad. Mientras se transforma, a Reiner apenas le da tiempo de proteger a Falco quien, atónito, conoce el amargo sabor de la traición.
En el épico final −muy fiel a los paneles del manga−, Tybur pide unión a los conmovidos líderes mundiales para derrotar a los demonios de la isla. Declara la guerra a Paradis y el estruendo del edificio a sus espaldas partiéndose a la mitad, repleto de personas, divide la noche; el Titán de Ataque, que avanzó hasta cruzar el océano, emerge como un monstruo y lo destroza en el aire.
Capítulo 65 – “Titán Martillo de Guerra”
El plato fuerte en esta ocasión es una emocionante batalla entre el Titán de Ataque y el Titán Martillo de Guerra. Aunque éste tiene una participación que es debut y despedida, su novedoso diseño y poderes, así como el buen ritmo de la secuencia de pelea, lo dejan plasmado en la memoria.
Este episodio trajo de vuelta a los protagonistas originales: Mikasa, Levi, Connie, Sasha y Jean, acompañados por otros reclutas y presentándolos como soldados de élite. Sus diseños adultos mejoran, sobre todo con el nuevo traje de maniobras de color negro, parecido al que utilizaba Kenny en la temporada pasada. Una musicalización potente y emocionante, con instrumentales de cuerdas, vientos y percusiones cercanos al metal, cierra uno de los mejores capítulos en lo que va de la temporada (junto con el 66, su acompañante perfecto).
De nueva cuenta, secciones del fandom criticaron agresivamente el uso de CGI. Algunas precisiones deben hacerse: el tiempo que tiene MAPPA para animar lo que resta del manga es poco para este una empresa de este calibre, por lo cual la animación por computadora minimiza tiempos y desgaste. Por otro lado, si bien en este episodio hay movimientos y planos que lucen acartonados, con deficiencias en la percepción de volumen en los personajes, realmente esos momentos son pocos y no entorpecen el ritmo de las secuencias ni su disfrute. Es un mal muy menor comparado con el excelente trabajo que prevalece la mayoría del tiempo.
Caso aparte es la queja con Mikasa. Las opiniones que pidieron un diseño más “femenino” son machistas y hay que decirlo claro: ningún personaje femenino tiene porqué ser sexualizado para complacer al fandom. El primer plano de su rostro, objeto central de las críticas, es un dibujo bien realizado y expresivo, en especial, el trabajo de los ojos; además, deben contarse otros aspectos propios de la coherencia del relato: es una soldado de élite y es cuatro años mayor, los rasgos cambian. Por último, el mismo Hajime Isayama le dio esa apariencia en el manga, porque lo que MAPPA solo está manteniéndose fiel al original.
Al inicio, un flashback revela las intenciones de Willy: preveía un ataque en Liberio y serviría de carnada; sabía que si no se presentaba alguien con su peso simbólico y político difícilmente causaría el impacto necesario para lograr su objetivo: mostrar que en Paradis son demonios y que hay que aniquilarlos para lograr la paz y mejorar la vida de los eldianos en Marley y el mundo. Paradójicamente, con esa violenta entrada, Eren ha confirmado los prejuicios y la narrativa de terror que Willy quería impulsar.
La transición es escalofriante: luego del apretón de manos de Magath y Willy, la imagen funde a negro… el rugido del Titán de Ataque se apodera de la pantalla y el cuerpo destrozado de Tybur cae en sus fauces. Los líderes mundiales, asistentes y militares miran pasmados, mientras los escombros caen a su lado o encima de ellos. En primer plano, el rostro del Titán, uno sediento de violencia. El resultado obtenido de un cuadro trabajado con sumo cuidado, con alto contraste de la luz y sombra. Una introducción brutal.
Lo siguiente es una exhibición de ferocidad: Eren destruye las gradas, golpeándolas salvajemente, animalesco. Debajo, el caos de extiende: gente corriendo aterrorizada, gritando y llorando. Zofía muere aplastada y Udo termina pisoteado por las masas que huyen del Titán; miles de pies le pasan encima, matándolo al cabo de unas horas. Lo destructivo se siente en cada rostro ensangrentado, en los ojos y los gritos de Gabi, en el retumbar de los golpes de Eren, en el polvo que levantan los escombros. El trabajo de animación y sonoro crean una atmósfera de pesadilla.
La aparición del Titán Martillo de Guerra es emocionante. La batalla está muy bien coreografiada, además de la novedad del Titán, sus poderes y su fuerza (como cuando le rompe los brazos a Eren), la animación destaca por el nivel de detalle. En medio de la batalla, sucede uno de los mejores momentos: la entrada triunfal de Mikasa, que le destruye la nuca al Martillo de Guerra, y del resto del escuadrón, que acaba con los puestos de vigilancia, causando fuertes bajas al ejército marleyano.
Ahora es ataque a seres humanos. El anime introduce al equipo en una guerra cruenta y contra un enemigo esencialmente igual a ellos. Aunque la historia nos puso de su lado por tres temporadas, ya no son inocentes. Cada muerte cala ahora en su humanidad y despierta rencores en quienes sufren la violencia que desatan; como en Gabi, a quien el dolor por el asesinato de sus amigos y la destrucción de su ciudad, la lleva a hacer lo que hace en el episodio 67.
Mikasa le hace ver esto a Eren, recalcándole que ha matado gente inocente. Ya no son adolescentes peleando contra titanes; ahora son adultos luchando por su libertad, sí, pero también por venganza. La forma en la que Eren desestima el comentario da a entender que, aunque tiene en cuenta que sus manos están manchadas de sangre, seguirá avanzando.
Cuando Eren está por devorar a Lara para robar su poder, el Titán Mandíbula aparece y casi logra comérselo, pero Levi le corta la mandíbula; Porco, lastimado, observa exasperado a la Legión, en una imagen escalofriante: figuras oscuras que, como si fueran una parvada, se acercan volando hacia él.
Capítulo 66 – “Asalto”
Un capítulo repleto de acción en el que la Legión obtiene una victoria tras otra, mientras la defensa de Marley se topa con un enemigo al que nunca pensaron con ese nivel de ataque.
La animación no tiene pero que valga; hay encuadres dinámicos y movimientos fluidos, como el breve plano secuencia que recorre cómo cada miembro del escuadrón está peleando con los Titanes; efectos especiales que enriquecen la atmósfera ambiental; y una paleta de colores evocadora en diversas secuencias, como la onda expansiva de la explosión del Titán Colosal de Armin y el esplendor rojizo sobre el que camina: un pedazo de infierno en la tierra,. El CGI es meticuloso, los volúmenes están mejor trabajados y evitan el acartonamiento. La banda sonora, por su parte, continúa como elemento imprescindible: los coros y la orquesta añaden emoción, grandilocuencia; las percusiones y cuerdas metaleras, energía y agresividad.
El ritmo fluido obliga a ver el episodio más de una vez, ya sea para captar lo que sucede deprisa o para disfrutar de los momentos más épico: la transformación de Armin, la caída de Zeke o el robo del Titán Martillo. Contra todo pronóstico, la Legión da un golpe enérgico a la estrategia marleyana y a sus guerreros. Destruyen el centro de Liberio, lastiman gravemente a Pieck y a Porco y a Zeke.
La joya de la corona es el cierre brutal en el que Eren roba el poder del Titán Martillo de Guerra aplastando a Lara Tybur con las fauces del Titán Mandíbula, a quien previamente Eren le arrancó los brazos y Mikasa le cortó las piernas. Los chorros de sangre que emanan del desmembramiento de Porco y del cuerpo triturado de Lara, la ferocidad con la que Eren manipula el tronco del Titán, estampándolo contra el suelo una y otra vez, son un festín de violencia que ponen de relieve lo sanguinario que puede ser el protagonista. Es una secuencia formidable: dura, violenta y muy bien animada. Puede sentirse el sabor de la sangre que traga Eren; puede sentirse la consternación que asalta a todos los espectadores, como en el terror en los ojos de Lara.
Al enfrentar tal escenario crítico, Gabi y Falco le gritan a Reiner, quien yace como esperando la muerte, en el pedazo de mano que pudo formar. Los gritos desesperados le hacen reaccionar y su pensamiento es: “¿por qué no me dejan morir?”. Una declaración contenida, hastiada, de un personaje cuya voluntad ha sido vapuleada por las desilusiones, el fracaso y la imposición. A pesar de eso, se levanta, tal como le dijeron que era su objetivo: ir por delante, soportando los golpes. Solo se abalanza contra Eren para rescatar a Porco −con un Titán parcial−, pero su arco está signado por el agotamiento: de la guerra, de pelear, de la vida misma.
Capítulo 67 – “Bala asesina”
El rencor, la temeridad, el sentido de que la guerra nunca acaba, la traición y una pérdida, marcan el último episodio del mes.
El asalto terminó con una retirada, dejando en Marley destrucción y derrota: sus guerreros fueron aplastados, sus candidatos asesinados o desaparecidos, su flota acabada. Aunque supone una victoria para la Legión, la violencia confirmó los prejuicios hacia Paradis y los marcó a los ojos del mundo. Como dice Hange, no les queda más que esperar el ataque mundial que se cernirá sobre ellos.
Gabi es la representante de la temeridad y el rencor. Aunque goza de opiniones divididas entre los fans, es preciso entenderla: además de que ha vivido en un mundo que le ha enseñado que sus ancestros (y ella misma) son demonios, hoy acaba de ver a su ciudad ser destruida, a sus amigos asesinados y a toda su nación humillada por parte de quienes le han contado que son la desgracia de su linaje. En esas circunstancias, por supuesto que ella, con su personalidad aguerrida y esperanzas de reivindicar a los eldianos, se tomaría personal este ataque. ¿No fue lo mismo que le ocurrió a Eren? ¿No nacen ambas personalidades del rencor hacia un enemigo que acaba de destruir tu ciudad, tus afectos y certezas, por mucho que estuvieran en un espacio limitado?
La decisión de subir al dirigible es, como la bomba que lanzó en el primer episodio, toda una demostración de carácter, de quien no le importa dar su vida para lograr el objetivo. Y esa sed de venganza se ve cumplida con la pérdida: la bala apresurada, pero precisa, que dispara, alcanza el abdomen de Sasha, quien muere para la tristeza del escuadrón, dejando la sensación de que la cadena de rencores continuará. Un recordatorio de que no se puede pretender salir ileso luego de jugar con fuego.
La muerte, de por sí, se da en un clima tenso. Confirmando las sospechas de que algo había sucedido entre la Legión y Eren, descubrimos que su violenta entrada no estaba planeada y que actuó por su cuenta, involucrando al equipo apresuradamente. También nos enteramos que se habían separado y que este es un reencuentro, aunque amargo. La mirada de Armin mientras le ofrece la mano a Eren para que suba, delata una tensión que ha fracturado su amistad.
La traición les aguada a Falco y a Gabi en el dirigible, cuando se revela que el asalto fue obra intelectual de Zeke Jeager, quien traicionó a Marley para reunirse con su medio hermano y utilizar la sangre real y el poder del Fundador para “traer la libertad a Eldia”, en un plan que veremos más adelante. Habrá que ver hacia dónde apunta esta improbable alianza y cómo es que se dio. Zeke admite que hubo varios errores de cálculo, contando a Gabi y Falco entre ellos. Los reproches no se hacen esperar: uno para Yelena, la soldado que secuestró a Pieck y Porco, por no lograr deshacerse de ellos. El segundo para Zeke. Levi le expresa sus profundos deseos de matarlo, aunque no antes de que el plan en marcha se cumpla. La tensión entre ambos continúa manifestándose.
El último reclamo es para Eren. Hange le hace ver que hizo peligrar el plan al mentirles, haciéndose pasar por rehén y obligarlos a buscarlo. Ha perdido la confianza de sus compañeros y con toda razón. Podría decirse que Eren tiene ideas que ya están muy lejanas de aquel adolescente vigoroso; su mentalidad y sus acciones, incluso su aspecto, con esos ojos apagados que parecen ya solo avivarse con el salvajismo y la rabia, nos dicen que es otra persona quien responde a su nombre. Las desilusiones, la guerra y el odio, han cobrado su precio en él.
La muerte de Sasha cierra un episodio amargo. Entre el llanto impotente de sus amigos, la consciencia de haber asesinado personas, las reservas de trabajar con quien había sido su enemigo, la ruptura con Eren y la certeza de que ahora son los enemigos de toda la humanidad, se termina una avanzada cuyas repercusiones veremos adelante. Sin ser ya los mismos, vuelven a su lado del océano.
Attack on Titan: The Final Season está disponible en Crunchyroll y en Funimation.