Attack on Titan: The Final Season – Crítica del episodio 12
El efecto dominó iniciado por Eren está en marcha. En toda esta situación, algo es seguro: la paz ya no es una opción.
ADVERTENCIA: La siguiente review del duodécimo episodio de Attack on Titan: The Final Season contiene spoilers.
Finalmente ha sucedido. El elemento más impredecible de todos los que amenazaban el frágil equilibrio en Paradis ha pateado la balanza, obligando a que todas las partes comiencen a moverse en torno suyo. Eren ha escapado de la prisión, reuniéndose con la facción que le es leal y está determinado a encontrar a Zeke. En el camino ha desencadenado una desconfianza interna entre los cuerpos militares y una agitación popular. La inestabilidad se ha instalado en la isla.
“Aquel que nos guía” sirve como capítulo bisagra, la antesala del comienzo de un nuevo arco argumental. Abandonamos poco a poco los episodios informativos ahora que una línea clara empuja las acciones de todos los personajes. De ahí que el tono lo domine una creciente sensación de que algo estallará, hasta una escena culminante: la reunión de Eren con los reclutas adheridos a su causa.
La animación en general posee nuevamente varios planos en los que los detalles en las pieles y la ropa o los juegos de luz y sombra están ausentes o son mínimos, aunque los fondos continúan muy bien trabajados, como la esperada escena de Eren poniéndose la gabardina a contraluz de un sol bajo, deslumbrante, y un horizonte con tonos violetas y rosáceos intensos, que otorgan a la imagen un dramatismo particular.
Lo que provoca que Eren escape es una estrategia que se daba a espaldas de la Legión: la búsqueda de sucesor para el Titán Fundador. Darius Zackly, como buen líder, se dio cuenta que Eren era muy impulsivo y violento como para confiar completamente en él, por lo que comenzó a contemplar la posibilidad de traspasar su poder. Gracias a Floch y los demás esto sale a la luz, provocando que el protagonista huya, decidido a seguir su propio plan, saltándose la autoridad de sus superiores e incluso a sus amigos. El acto de asesinar a Darius es un golpe en la mesa, una forma en la que la Facción Jaeger (o Jaegeristas) declara su independencia y su rebeldía. Matar al Comandante anuncia un punto de no retorno al mostrarse dispuestos a hacer lo que sea con tal de apoyar a Eren para que defienda la isla y el renacer del Imperio Eldiano a través del Retumbar.
La filtración de información sobre el encarcelamiento de Eren, que el episodio anterior le valió a Floch y otros un arresto, aquí desborda el ánimo popular. Como lee Armin en el periódico y dejan en claro los manifestantes, una creciente desconfianza contra la Legión se impone entre la población. El clamor ciudadano anida un sentimiento nacionalista que exige acción y que ve en Eren la única persona que puede tomar iniciativa con ferocidad y determinación. La estrategia política, la que sigue la Legión, exige ocultar información, como la presencia de Zeke o el Retumbar; pero esto no es ni entendido ni aceptado por la ciudadanía. Interpretando los hechos con la breve información que se posee, calienta el debate, apoyando la alternativa más violenta y al ejecutor más comprometido.
El escape y el conocimiento de que existen infiltrados leales a Eren, lleva a que la Policía Militar y la Guarnición desconfíen de la Legión por obvias razones: ahí es donde posee más vínculos. Esto pone en entredicho la unión de fuerzas y seguramente llevará al equipo principal a estar entre las cuerdas, en medio de la sospecha de sus camaradas y el aparente rechazo de su amigo.
Pixis otorga una lectura amarga, aunque sensata, de la situación. Sabe que sin confianza mutua su libertad de movimiento está comprometida: hay que negociar con los Jaegeristas, ignorando por el momento que asesinaron a Darius, ofreciendo la ubicación de Zeke. En tiempos de guerra hay que hacer concesiones y los seguidores de Eren demostraron ser implacables. Al ser ellos quienes lanzaron el primer golpe, llevan la ventaja.
En este episodio conocemos algo más de Yelena, quien se delinea como un personaje complejo, aunque, quizás, fanatizado. Revela que previo al ataque de Liberio se reunió con Eren para “conocerlo”. Comenta, emocionada, que los dos hermanos Jaeger “cambiarán el mundo” y que lograrán poner en jaque a Marley, tal como se buscaba. Esto, sumando a lo que Onyankopon le dice a Hange sobre los asesinatos que Yelena cometió contra amigos suyos, dan cuenta del profundo odio que la mujer posee contra la nación del otro lado del mar y la gran fe que tiene en Zeke (y ahora en Eren) para luchar por la dignidad de Eldia.
Hacia el final, cartas importantes se ponen sobre la mesa. Primero, Kiyomi Azumabito le ofrece ayuda a Mikasa diciéndole que en cualquier momento puede irse con ellos. Aunque la chica declina la propuesta y subraya su hipocresía, la jefa del clan revela que Hizuru ha apostado su porvenir en el éxito del Retumbar. Si Paradis no logra intimidar lo suficiente a Marley, tanto su dinero como su prestigio estarán en jaque. Muchos intereses se acumulan en torno al éxito del poder del Titán Fundador.
Por otro lado, los primeros sospechosos son, por supuesto, los marleyanos en la isla. Hange se dirige al restaurante de Nicolo para averiguar si estos tienen alguna participación en todo el plan de Zeke y es pertinente recordar una escena de capítulos atrás, donde Nicolo sostenía una botella de vino con semblante extraño, lúgubre. La familia de Sasha, acompañados por Falco y Gabi, llegan al lugar en las escenas finales, por lo que seguramente algo importante ocurrirá allí.
Por último, en medio de toda esta agitación interna, se suma otro elemento: Pieck ya está en Paradis, ¿estará sola? ¿Se reunirá con alguien? El ataque decidido en el capítulo anterior llegó más pronto de lo esperado y el efecto dominó iniciado por Eren está en marcha. En toda esta situación, algo es seguro: la paz ya no es una opción. Probablemente, desde siempre, fue muy tarde para eso.
Attack on Titan: The Final Season está disponible en Crunchyroll y en Funimation.