Una pareja dispareja
La nueva cinta de Jackie Chan es predecible y aporta poco, pero puede resultar entretenida para los fanáticos de las patadas y los puñetazos en la pantalla.
Continuador de la casta iniciada por el legendario Bruce Lee, la cual incluyó a figuras de culto como Chuck Norris, junto con otras estrellas de producciones tipo serie B, como el hábil Jim Kelly –surgido de Operación Dragón y protagonista indiscutible de la línea con esta temática del blaxploitation– o Sho Kosugi –quien fuera parte de la avalancha ochentera de producciones sobre ninjas–, Jackie Chan es, sin duda, el último representante del lado más tradicional del cine de artes marciales. Esto, además de que al conjugar secuencias de combate con comedia acrobática –exponiendo su integridad, pues suele realizar la mayoría de las escenas de riesgo–, supo crearse un estilo propio. Es en esta misma categoría que se apunta su nueva producción, misma que de paso le sirve como pretexto para encontrarse con Renny Harlin, responsable de un verdadero clásico de las películas de acción, Duro de matar 2. Es una lástima que la simpatía y frescura que caracterizaran la mayor parte de su filmografía desarrollada en Estados Unidos ahora brillan por su ausencia y que la sociedad con este director llegue cuando ninguno de los dos se encuentra en su mejor momento. Y es que la película no sólo apuesta por la versión más gastada de la fórmula policiaca de la pareja dispareja –en base a la diferencia cultural–, algo que el mismo Chan ya explotara en otras franquicias mucho mejor logradas, dígase Una pareja explosiva –cualquiera de sus entregas es mejor que esta–, sino que además pareciera estar realizada con una enorme pereza, lo que le lleva a navegar entre lo repetitivo y lo predecible. Salvo en una que otra de las “malabarescas” peleas, que apuntan ciertos guiños de ingenio, aquí nadie pareciera esforzarse, ni siquiera los responsables de ponerle el título en español, quienes por supuesto se pusieron a tono, obviando la premisa al bautizarla como Una pareja dispareja, hágame usted el favor.
En cuanto a la inclusión del actor y conductor televisivo, Johnny Knoxville, haciendo equipo con el veterano Chan, es una combinación que en otro tiempo hubiera sido muy llamativa para cierto tipo de público, dada la naturaleza casi kamikaze del concepto que le hizo famoso (Jackass), pero que hoy resulta una mera curiosidad, carente de encanto, solo disfrazada de la nostalgia por viejos y mejores tiempos, y empaquetada dentro de un vehículo de acción predecible y repetitivo, que tuvo un costo de $40 millones de dólares. Como sea, no se puede negar que la manufactura de Una pareja dispareja, producida entre Estados Unidos y China –país en el que fue todo un éxito–, tiene oficio, además de que la trama transita sin rodeos, no es aburrida y lo principal, no engaña a nadie: desde un principio se plantea como puro y convencional entretenimiento sin pretensiones. Es prescindible, pero se puede ver si no hay nada mejor que hacer, y seguro dejará satisfechos a los fans de las patadas y los puñetazos en la pantalla grande.