Sr. Pig
La segunda película de ficción en inglés que dirige Diego Luna es un entrañable road trip con actuaciones muy sólidas.
La filmografía de Diego Luna como director tiene un común denominador sin importar si se trata de documentales o películas de ficción: hablan acerca de las relaciones entre padres e hijos. Sr. Pig sigue el mismo camino, pero con la introducción del elemento femenino en la ecuación. La segunda película hablada en inglés que dirige, comienza en California mostrando a Ambrose (Danny Glover), un granjero en quiebra que además es alcohólico y que está más preocupado por vender un cerdo al que llama cariñosamente Howie, que en renegociar la deuda que tiene con el banco para no perder su granja o en tratar de enmendar los lazos familiares rotos con su única hija, Eunice (Maya Rudolph), a quien trata de evitar a toda costa. Ambrose cruza la frontera hacia México acompañado de Howie para vendérselo a Payo (José María Yazpik), el hijo de un viejo amigo y magnate ganadero mexicano. Pero más que un buen trato con Payo, lo que Ambrose busca es su propia redención por medio de la transacción.
Sr. Pig comienza siendo una película desesperanzadora y nostálgica con un personaje que parece derrotado por la vida y cuya única motivación es tratar a un cerdo mejor de lo que se trata a sí mismo, pero poco a poco se va convirtiendo en una efectiva y conmovedora road movie por el territorio mexicano. Una de las principales cualidades que ha mostrado Luna desde sus filmes anteriores, es que es un buen director de actores y en esta ocasión lo vuelve a dejar claro. Danny Glover tiene la mayor carga dramática de la película y saca adelante con creces el papel de Ambrose, quien comienza siendo repugnante y patético, y acaba provocando una simpatía que al inicio parecía imposible de lograr. Con esta actuación, Glover demuestra que es un actor que merece mejores papeles a esta altura de su carrera. Por su lado, Maya Rudolph cumple también con el papel de la hija preocupada por el padre que trata de conectarse de alguna manera a un mundo al que nunca perteneció, un extraño rol dramático en su currículum de comedia, pero que logra sacar adelante convincentemente. Así como es capaz de hacer secuencias hermosas durante la película, Luna también va al otro extremo y muestra su capacidad para filmar escenas desesperantes, como al inicio, cuando Ambrose le da el cortón por teléfono a su hija, a quien no ha visto en mucho tiempo, para entablar monólogos que oscilan entre lo tierno y lo ridículo con Howie. O bien, la cantidad de cuidados que le da al cerdo, al grado de cederle su propia cama.
Otro de los aspectos que hay que resaltar de Sr. Pig es su cinematografía, a cargo de Damián García (Desierto, Güeros, El infierno), quien no sólo se encarga de llenar la película de paisajes hermosos con sabor mexicano, sino de encerrar a Ambrose casi a un nivel claustrofóbico cuando está solo, para remarcar aún más la soledad tan agresiva a la que él mismo se sometió. Por otro lado, la música original de Camilo Froideval juega muy bien con la selección de canciones vintage que se presentan a lo largo del filme y que presumiblemente escuchaba Ambrose en su juventud.
Aunque Sr. Pig deja bien parado a Diego Luna, también tiene algunos pecados, como no proporcionar descansos suficientes para una película con un tono tan melancólico y un ritmo que, por momentos, parece atorarse. Aún así, a pesar de ser una película triste y por momentos desesperanzadora, al final deja un buen sabor de boca gracias al guion sólido que escribió el mismo Diego con Augusto Mendoza, quienes vuelven a hacer mancuerna después de Abel y que, en esta ocasión, hacen una interesante road movie en México, vista desde ojos extranjeros.