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La cinta cumple con creces a la hora de satisfacer las expectativas de un público educado en el cine de los 80.
Debería quedar claro, tras ver el éxito en que se convirtió Los indestructibles, que el cine de acción de antaño, aquél de la violencia gratuita, de las tramas inverosímiles y héroes invencibles, se encuentra aún lejos del retiro. Y es que son sus protagonistas los que se rehúsan a ser relevados, que justo a ello se refiere el título en inglés de esta cinta: Retired, extremely dangerous –retirado, sí, pero en extremo peligroso, y relevante aún. Vigente, pues.
Un casting apenas adecuado a su edad, Bruce Willis interpreta aquí a Frank Moses, agente jubilado de la CIA que se da a la tarea de reunir a un grupo de veteranos tras descubrir que le han puesto precio a su cabeza. La palabra “veteranos” se usa aquí en todas sus acepciones: Morgan Freeman, Helen Mirren y un John Malkovich, quien se empieza ya a ver muy cascado, completan el reparto de una cinta en la que la violencia quizás resulte de caricatura –la película está basada en el cómic del mismo nombre– y que, sin embargo, cumple con creces a la hora de satisfacer las expectativas de un público educado en el cine de los 80.
Dicen que la juventud es la única enfermedad que se cura con el tiempo, y en donde la cinta se desvía de la fórmula –y del cómic original– es en el muy bien conseguido sentido del humor con que aborda aún otra de esas tramas absurdas, y con el que el curtido reparto tiene oportunidad de construir personajes de veras entrañables… y que no se toman más en serio que a la cinta misma.