Las aventuras de TinTín: El secreto del Unicornio
Nunca se ha visto algo igual.
Tin Tín es tan conocido en México, como Condorito lo debe de ser en Europa. Esa falta de popularidad era el mejor pretexto para dudar, de entrada, de una adaptación con trascendencia internacional de la obra del historietista belga, Hergé. Su director, Steven Spielberg, reconocía la falta de interés en su propio país, pero bien explicó que muchos de los personajes que ahora son un éxito cinematográfico, alguna vez fueron desconocidos. Con eso también disminuía, al menos en este lado del mundo, las miradas rígidas que estarían atentas a la correctísima traslación de las novelas gráficas. Que se sepa de una vez: esta cinta no es un fotostática animada. Es adaptada por Steven Moffat, Edgar Wright y Joe Cornish a partir de tres libros (además del que pidió prestado el título, usaron El tesoro de Rackham el Rojo y El cangrejo de las pinzas de oro) de los cuales algunos de los personajes más queridos no aparecen y de los que algunas situaciones son muy diferentes a como nos lo mostró la fuente original. Qué equivocados estábamos, todo fue para beneficiar el ritmo de un capítulo introductorio que ha logrado su meta: trascender.
El secreto del Unicornio comienza con el robo de un barco a escala, al que le siguen venganzas ancestrales, y la búsqueda del joven periodista del copete a la Peña Nieto, el capitán Haddock y su perro Snowie (Milou, en francés) de un enorme tesoro. Abordajes piratas, batallas aéreas, acertijos. Siendo el director referencia del género de aventura, es imposible desligar este largo a Indiana Jones y la última cruzada en cuanto a locaciones, tono y situaciones cómicas. Estamos, nada menos, frente al reflorecimiento del género de aventura. Quizá se necesitaba crear un ambiente épico, sin los costos que implica construir enormes sets de filmación, para poder entregar algo que vuelva a sorprender a una audiencia que pensaba que ya lo había visto todo.
Y es que, sin temor a equivocarme, es la cinta enteramente animada que mejor ha utilizado el motion-capture. Lo que la hace destacar en términos visuales no sólo es el supremo realismo de sus personajes, ni la veracidad en el movimiento de los ojos (problema común de estas cintas, pensemos en el pionero de la técnica Robert Zemeckis con Beowulf o en Marte necesita mamás de Simon Wells). Es más bien el milagroso movimiento de una cámara que no es tímida como en otras producciones que se les olvida que en un mundo virtual no hay restricciones físicas. Ésta viaja, recorre del plano establecimiento al close-up sin cortes, se mete a lugares imposibles, en pocas palabras, se goza de una libertad imposible para una cámara real (dos grandes ejemplos: la batalla naval y la persecución en el pueblo). La Academia pronto tendrá que pensar en nuevas reglas para premiar a los directores de fotografía que logren explotar al máximo esta técnica, como lo ha hecho el dos veces ganador del Oscar y compañero recurrente del realizador, Janusz Kaminski (Rescatando al soldado Ryan).
Tomo las palabras de un colega cuando coincidimos en la primera proyección de prensa en México: “Estamos viendo a la ganadora del Oscar a Mejor película animada”. Sólo esperemos que el doblaje en español en verdad le haga justicia al trabajo actoral de Jamie Bell, Andy Serkis y Daniel Craig, quienes prestaron voz y movimientos. De lo demás, estamos frente a una nueva dupla que se antoja imparable Spielberg-Peter Jackson (quien fungió como productor y que con su casa de efectos especiales WETA, usó el mo-cap desde el Gollum de El señor del los Anillos hasta el reciente éxito de El planeta de los simios: (R)evolución). Ellos ya dictan el pulso de la actual industria fílmica, seguro esta franquicia les dará muchos episodios más.
Ve el trailer de Las aventuras de TinTin.