La cosa del otro mundo
No es la mejor cinta de horror del año, pero es una producción decente para amantes del género.
Precuela directa del homónimo clásico que John Carpenter dirigiera en 1982, La cosa del otro mundo narra la desgracia de un grupo de investigadores en la Antártica, tras descubrir un cuerpo extraterrestre que comienza a hacer de las suyas tan pronto sale de su etapa de hibernación.
Un acierto de la cinta es el rápido camino que toma hacia el suspenso y el horror. No pretende descubrir el hilo negro del género, ni se toma el primer acto en desarrollar a sus personajes: simple y sencillamente se ubica prontamente en el terreno que los amantes de las criaturas esperan.
Por supuesto, para los más exigentes, ésta será una falla y el principal pecado del filme es que sólo se queda en eso: una simple precuela que permanece en su zona de confort que, de no ser por la escena postcréditos y uno que otro detalle, sería prácticamente un remake. No se arriesga como lo hiciera Brian de Palma con Caracortada e incluso me atrevería a mencionar a Gore Verbinski con El aro.
Paradójicamente, los efectos visuales que han ayudado a una infinidad de producciones, en ésta parecen demasiado digitales a ratos. Y no están a la altura del maquillaje realizado en la cinta original. Sin embargo, mantiene ese toque de Serie B que caracteriza a la original.
Al final, resulta una producción decente que entretendrá a los amantes del género, aunque no ocupará el cuadro de honor como la mejor cinta de horror del año, ya que su protagonista (Mary Elizabeth Winstead) está desperdiciada. Lo que sí es que nos quitará ese amargo sabor de boca que nos dejó la muy fallida Terror en la Antártida con una bien aprovechada Kate Beckinsale. Una cosa por otra.
Ve el trailer de La cosa del otro mundo.