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Cine

Donde viven los monstruos

30-03-2010, 12:02:14 PM Por:
Donde viven los monstruos

Apela, de modo emotivo, a la inteligencia de los niños y al rescate de la capacidad de asombro en los adultos.

Cine PREMIERE: 3.5
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En la primera escena de Donde viven los monstruos, Max (Max Records), un niño de 9 años, aparece disfrazado de lobo blanco persiguiendo con un tenedor en la mano a un gato aterrorizado. Poco después, trepado a una mesa, hace un monumental berrinche a su madre (Catherine Keener), gritándole “Te odio. Voy a comerte”. Con este arranque, el espectador queda advertido: lo que verá difícilmente será una convencional película para niños, pues el mundo alucinante de Max tiene más vínculos con Freud que con una edulcorada fantasía de Walt Disney. El realizador Spike Jonze (El ladrón de orquídeas) acomete, con gran fortuna, la difícil tarea de llevar a la pantalla el libro homónimo de ilustraciones de Maurice Sendak, cuyo texto es de sólo diez frases, y que desde 1963 se mantiene como un clásico moderno de la literatura infantil.

Castigado por su mala conducta, Max se refugia en su cuarto y se libra a transformarlo en una selva poblada de seres monstruosos, de los que decide volverse monarca absoluto. Jonze cambia el esquema original y lanza al niño a un viaje a través de los mares hasta una isla desierta, a semejanza de un relato de Julio Verne, para hacerlo convivir con bestias más traviesas que salvajes, cuyas reacciones emocionales son totalmente humanas. El trabajo técnico de la película es formidable. Las bestias son muñecos de peluche, variantes del disfraz del propio niño, y sus expresiones faciales están diseñadas por computadora en base a los gestos de los actores que prestan sus voces (James Gandolfini, Paul Dano, Forest Whitaker, entre otros). La cámara ajustada al pecho del experto Lance Acord adopta el punto de vista de Max y la agilidad de sus movimientos, y el trabajo de ambientación reposa en un sofisticado juego de iluminación y tonalidades que realzan lo fantasmal y onírico en la imaginación del niño. En este sueño que es el encuentro accidentado de Max con las bestias, estas últimas aprenden a desconfiar de las pretendidas virtudes de la civilización, mientras que Max valora la importancia de la generosidad afectiva. El intercambio es enriquecedor y la película apela, de modo emotivo, a la inteligencia de los niños y al rescate de la capacidad de asombro en los adultos.

–Carlos Bonfil

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autor Mary Carmen siempre ha sido una ñoña... incluso antes de que se considerara cool. Fue editora de Cine Premiere 5 años y posteriormente saltó a las compañías de tecnología pasando por Comunicación en Google, siendo el Tío Netflix en Netflix y ahora ayudando a los famosos a usar Instagram, Facebook y Threads en Meta.
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