127 horas
Una impecable producción y una brillante historia.
Tras ganar el Oscar por Quisiera ser millonario, el acelerado realizador Danny Boyle se postula en la contienda por la estatuilla dorada una vez más con esta inspiradora historia real. James Franco sostiene 100% en sus hombros este relato sobre un alpinista que queda atrapado en un cañón por el tiempo que su título indica. Y a pesar de que el desenlace es bien sabido, pues incluso el verdadero Aron Ralston ha asistido a las premieres mundiales y todos sabemos que la cinta está inspirada en un libro de su autoría, el suspenso está tan correctamente manejado que por momentos parece imposible dilucidar la conclusión.
El mérito de dirección es evidente cuando todo sucede dentro de un reducido espacio cubierto de rocas del mismo color, con un solo protagonista vestido de la misma forma. Sin embargo, Boyle, en su particular habilidad para armar una cinta, se vale de una edición acelerada, ángulos de cámara originales y montajes interesantes para dar a la cinta un ritmo trepidante, evitando que sea tediosa. Su elaborado uso del audio para generar sensaciones es completamente acertado, metiéndonos por completo en el estado de ánimo del protagonista.
Mención aparte para James Franco, quien logra que su interpretación sea conmovedora, desgarradora, desesperante y completamente creíble, comprobando de una vez por todas que es mucho más que una cara bonita. Definitivamente, 127 horas es un deleite de cinta por su impecable y original producción, pero también por su brillante historia que dejará huella en más de un espectador.