Obsesión
La cinta con Jaimie Alexander presenta huecos argumentales, subtramas no resueltas, errores de continuidad groseros y hasta tomas desconcertantes.
Jaimie Alexander, a.k.a. Lady Sif y la extremadamente tatuada Jane Doe de Blindspot, consiguió un nuevo protagónico en su carrera al lado de Wes Bentley en Obsesión (Broken Vows). Lo que a simple vista podría parecer una buena nueva no lo es, pues los proyectos de Bentley no siempre son garantía. Puede aparecer en películas dignas del Oscar, como Belleza americana (1999), lograr buenas intervenciones en proyectos irregulares, como American Horror Story o tener papeles sencillamente olvidables, tal es el caso de su exagerado Manolo en Encontrarás dragones (There be Dragons), que aunque tuvo actividades de prensa en México e incluso su director Roland Joffé vino a promocionarla, nunca se estrenó en nuestro país.
Convertiste en Patrick, un bartender que tras un par de encuentros se obsesiona con Tara (Alexander), lo mantiene del lado de sus poco acertados trabajos y desde las primeras escenas queda claro conforme aflora su lado psicótico. La edición es tropezada, no existe fluidez entre las secuencias y la química entre los protagonistas es más falsa que un billete de $10 pesos. No hay manera de creer que estos dos individuos quedaron flechados y que sienten una inevitable tensión sexual que hará que Tara le sea infiel a su prometido (Cam Gigandet) a escasos días de la boda.
Bentley batalla para interpretar a este supuesto hombre encantador e irresistible y Alexander para mostrarse seducida, porque más bien parece temerle cuando aún desconoce sus dementes intenciones. Pero eso no es lo peor que veremos en la película, también cuenta con una pésima selección musical que no sienta una atmósfera adecuada para hacer de Obsesión un thriller dramático. El suspenso nunca llega pese a los desesperados intentos del director Bram Coppens.
Su montaje y producción son otro par de elementos en contra, lucen precarios y amateur. Por ejemplo, los flashbacks que se llegan a incorporar desentonan y no sólo hay silencios incómodos entre los personajes, estos segundos desperdiciados empapan los cambios de escena, desatinos que muestran que no hay el más mínimo feeling de ritmo. Sí, estamos ante una película de bajo presupuesto, pero en realidad la mayoría de los percances se derivan de la poca sofisticación del montaje y del mal ojo de su director para embonar la historia a partir de los aspectos técnicos y creativos.
Encontramos también huecos argumentales, subtramas no resueltas, errores de continuidad groseros y hasta tomas desconcertantes y no en una, sino ¡en varias ocasiones! Hay una escena en la que Tara se encuentra en un elevador y a través de una toma vertical observamos su movimiento de ascensión y de pronto el elevador aparece en forma horizontal, con el personaje en su interior, mientras sigue su curso, como si esto fuera El origen (2010). O tenemos otra en donde ella llega a su casa, se ve que su prometido no está, porque su auto no se encuentra en el estacionamiento. Aun así, cuando ve dos copas sobre la mesa piensa que él le tenía deparada una sorpresa, y las incongruencias continúan…
Pocas veces hay películas sin elementos a rescatar. Obsesión es tan desafortunada que en Estados Unidos se fue directo a DVD, formato en el que únicamente reunió $12,305 dólares, es decir, nada. Es una tristeza, porque Jaimie Alexander podría ser una protagonista consumada, tiene todo para convertirse en una “it girl” de Hollywood, pero tendrá que ser un poco más exigente en sus proyectos.