Los Moomin: La película
En un mar de animaciones digitales, Los Moomin: La película es un afortunado remanso de animación tradicional.
El tranquilo y apacible valle de los Moomin es perturbado brevemente por la llegada de unos torpes piratas. Después de este peculiar encuentro, parte del botín –consistente en libros, revistas y semillas– queda en manos de la despreocupada familia Moomin.
En las páginas de alguna de estas revistas es donde los Moomin encuentran imágenes de la atractiva Riviera francesa, sitio que deciden visitar. Será allí donde la unidad familiar se pondrá a prueba, a través de las peripecias de cada uno de sus miembros y acompañantes.
Los Moomin –cuya apariencia asemeja a los hipopótamos– son personajes creados por la escritora e ilustradora finlandesa Tove Jansson (1914-2001), que fueron publicados por primera ocasión en 1945. Además de los libros y tiras cómicas, a lo largo de las décadas los Moomin han generado más de una docena de series televisivas. La mayoría de ellas producidas en distintos países de Europa, pero también en Japón. Una de sus versiones animadas de TV se conoce en México gracias a Canal Once. En Finlandia, estas criaturas tienen su propio parque temático y también un museo con los trabajos e ilustraciones originales de su creadora.
Los Moomin: La película está basada en la tira cómica Moomin en la Riviera, que data de 1955. El tratamiento visual de este filme animado podría descri-birse como minimalista, sin dejar de ser un trabajo artístico por su intención y artesanal en su ejecución. La fidelidad a los dibujos originales es prácticamente total, con la excepción de que la tira cómica no era a color. Es por esa razón que en los fondos se emplea una limitada gama de colores. La impresión para el espectador es la de asomarse a un libro ilustrado.
Pero más allá del dedicado trabajo de animación de esta coproducción entre Finlandia y Francia, sorprende la vigencia de su temática. Si bien el primer acto con los piratas sirve como pretexto para establecer a los personajes en su entorno, es en la travesía a la Riviera donde encontramos interesantes reflexiones. El frívolo mundo de la alta sociedad, donde ni más ni menos una estrella de cine se puede llamar Audrey Glamour, contrasta con la bienintencionada naturaleza y sencillez de los Moomin y compañía.
Aunque el mundo superficial no deja de ser tan seductor, como aquel casanova que jamás deja de sonreír. O como el aristócrata que interpreta la ingenuidad de los recién llegados como excentricidad, y prácticamente adopta al Papá Moomin para conocer en carne propia la vida bohemia. Hay pues un discurso irónico, sarcástico y ligero en torno a la riqueza material y al valor e interpretación del arte.
Se trata de forma y ritmo que difieren de los filmes animados que normalmente encontramos en la cartelera comercial. A la vez, significa una espléndida oportunidad de conocer una visión y personajes que han trascendido en otras latitudes.