Los ilusionistas 2

Para “variar”, Hollywood da prioridad a los resultados en taquilla. Lógico, pues a final de cuentas el cine es su negocio. En esta ocasión, toma una película que en 2013 recaudó cinco veces lo que fue su presupuesto final, para alargar el concepto a través de una producción que sigue al pie de la letra la vieja receta de las secuelas veraniegas. Es decir, tiene más de todo y menos rigor en el guion. La cinta original estuvo en manos del ahora ausente Louis Leterrier, director que no puede presumir de una filmografía precisamente brillante, pues es responsable de productos inconsistentes como The Incredible Hulk y Furia de Titanes pero que, al menos con Los ilusionistas, logró que funcionara como un fresco vehículo de entretenimiento.

La trama de Los ilusionistas 2 nos presenta el regreso de «Los Cuatro Jinetes» (un grupo de magos justicieros al más puro estilo de Robin Hood), quienes junto con el agente especial del FBI Dylan Rhodes, ponen en práctica un muy, pero muy, elaborado plan para exponer los sucios manejos de un importante magnate de la tecnología. Por desgracia el “numerito” les sale mal y van a parar a Macao, en donde un millonario los chantajea para que le roben a su otrora socio un poderoso chip. Entre traiciones, secretos revelados y alianzas inesperadas, todo se irá complicando aún más, al grado de que la única forma en que podrán salir bien librados es realizando el truco más grande de sus vidas. 

De entrada, aquí los problemas principales son lo excesivamente conveniente de varias de las situaciones y los giros forzados en las personalidades y motivaciones de ciertos personajes que rayan en el absurdo. Estos hacen que sea difícil tomar a la historia perpetrada por el escritor Ed Solomon y desarrollada por el director Jon Chu, realmente en serio. Como consecuencia, al no contar con suficiente material para construir, los actores resuelven con interpretaciones cumplidoras pero insípidas, como es el caso de histriones con la capacidad y experiencia de Mark Ruffalo, Morgan Freeman y Michael Caine, o repetitivas, como sucede con Jesse Eisenberg, a quien vemos recurrir a la gesticulación rápida y nerviosa que ya ha usado en demasiadas ocasiones. Por otro lado, aquel halo de misticismo y sorpresa propio del show de los magos que la primera película reproducía en cierta medida, aquí brilla por su ausencia. Y qué decir de la historia romántica alterna, carente de la química necesaria y que más bien parece “sacada de la manga”, o la inclusión de un familiar peculiar de uno de los protagonistas. Es cierto, ahora hay más efectos especiales, algunas secuencias de acción aceptables y hasta trucos medianamente llamativos, pero el asunto es que mucho de esto parece innecesario dentro de una trama que, contrario a los actos de los magos, quienes juegan a engañar sin mostrar nunca el truco, evidencia lo artificioso y tramposo de la propuesta. Al final, si algo se puede rescatar, es que en términos generales el ritmo se sostiene y, por lo mismo, puede resultar entretenida. Además, se da el lujo de apuntar (aunque es apenas un bosquejo) cierta crítica con respecto a ese puñado de sujetos quienes, detrás de las corporaciones, suelen aprovechar el poder y la tecnología para manipular el sistema y las vidas de las personas. Así pues, podemos decir que con Los ilusionistas 2, se aplica a la perfección la frase que dice “Nada por aquí y nada por allá”, esta película es sólo show vacío y nada más. 

Jesús Chavarría Critico de cine y cómics. Critico en Cine con Kristoff de Telehit. Fue editor de Stageone México. Colaboró con Playboy, Chilango y la edición mexicana de Archie. Hoy escribe para La Razón y Mórbido Magazine. Conduce el programa de radio y Tv, Rocket.