Levantamuertos
La película mexicana, Levantamuertos, es un carismático disparate norteño que no necesita de estrellas para entretener.
Esta película es su propio churro adorable. En medio de muchas mugres, en el más lejano de los estados norteños mexicanos, con su perpetuo aire criminal, a 50 grados en el día y 40 por la noche, ocurre el pícaro disparate: Levantamuertos.
Iván es cualquier hijo de vecino. Por las calles de una Mexicali vista con microscopio, él conduce una carcachuda infernal catarina roja, desde su pobre cuchitril, hasta su trabajo en el SEMEFO. En su trabajo, lo pueden interrumpir, incluso durante su hora de comida, pues muchos son los cadáveres que produce la delincuencia; tanto en la región de este relato, como en zonas no muy próximas, según las noticias de este cuento.
Por la noche, él conduce hasta una colorida cantina local con sus poquitos pero borrachos, agresivos y folclóricos personajes. Ahí comienzan las locas aventuras que empezarán a definir el rumbo de la acalorada vida de Iván, hasta saber qué tan valiente y atrevido es este sudcaliforniano. Tras una ebria conquista, al brindis de una caguama, él despierta y comienza a vivir una serie de extrañas y sangrientas experiencias.
Magníficamente fotografiada, esta es pues una película de muertos, espantos y sustos, pero también de divertidos absurdos, trucos, risas y bromas. Este disparate, firmado por el director Miguel Núñez, a través de una fantasía terrorífica, ni condena ni hace burla, sino todo lo contrario: crea seres sospechosos, desde el principio, como niñas disfrazadas que venden boletos de casa en casa para recolectar fondos mediante una rifa de la iglesia.
Las tétricas pero tragicómicas, absurdas y hasta grotescas circunstancias, en las que el pobre joven protagonista debe sobrevivir, son el mejor vehículo para escapar de otras películas que pretenden moralizar al espectador con fantasías menos divertidas. Que no los engañe la aparente precariedad en cuanto a los valores de producción. Al igual que con Los jefes, Levantamuertos es una descarada, pero carismática, película que puede brillar sin estrellas en los créditos.