Enemigo de todos (Hell or High Water)
Hell or Highwater es un espléndido western contemporáneo. Dramático, sensible y humano.
En un pequeño poblado de Texas, un anciano conversa con la cajera del banco. Encontró en su casa un montón de viejas monedas que quiere cambiar. En ese momento ingresan al local dos hombres enmascarados y armados, que los amenazan para robar el lugar. A pesar de las capuchas, se nota que son caucásicos. “Pero si ustedes no son mexicanos”, les dice el viejo.
Aunque se trata de una ficción sobre criminales, en el drama de Enemigo de todos transpira una autenticidad que duele e incomoda. Sobre la depresión económica, la falta de oportunidades y de empleos. Sobre los infames abusos de las empresas financieras. Pero también sobre la ignorancia y la discriminación. Un retrato real, pero nada halagador de los Estados Unidos.
Toby (Chris Pine) y Tanner (Ben Foster) son dos hermanos que recorren pueblitos de Texas robando bancos. Durante sus trayectos por la desértica carretera, a su paso sólo se ven los síntomas de la recesión. Fábricas cerradas, locales abandonados y anuncios espectaculares que ofrecen préstamos.
Tras sus huellas va el experimentado pero parsimonioso agente de la ley Marcus Hamilton (Jeff Bridges) y su compañero Alberto Parker (Gil Birmingham), a quien molesta constantemente con bromas racistas sobre su ascendencia indígena.
La película es un western contemporáneo, con una riqueza y complejidad de personajes que nos pueden parecer arrebatadores hasta con una o dos escenas en las que participen. Hay por ejemplo, un par de meseras entrañables. Una vieja y una joven en momentos distintos de la cinta, que con unos cuantos diálogos y actitudes nos dicen mucho más sobre su realidad que personajes protagónicos en otros filmes.
Este es, por supuesto, un universo de claroscuros. La lealtad y la pérdida se viven en cada uno de los bandos. Conocer y entender las motivaciones de cada uno en este contexto resulta parte fundamental de la apreciación de la película.
El director escocés David MacKenzie (Al final de los sentidos) toma el estupendo guion de Taylor Sheridan (Sicario) y sostiene la obra con interpretaciones de primer nivel. Todas y cada una de ellas, no sólo la de los tres principales personajes. Los diálogos están cargados de pesos específicos con sustento e ironía. Pero también los silencios.
En un filme donde no faltan las persecuciones y las balanceas, es el aspecto humano el que nos arrebata. Ben Foster, un histrión que tiende hacia personajes intensos y abatidos, nos ofrece un nuevo sesgo con vivacidad, violencia y una peculiar devoción fraternal. Chris Pine, como nunca lo habíamos visto denota fragilidad y temple a la vez. Y Jeff Bridges demuestra con naturalidad porqué es uno de los mejores intérpretes del cine.
Puntual, apasionado, entretenido y sorpresivo. Enemigo de todos es uno de los mejores filmes que hemos visto en el último año.