El gran showman – Crítica
El gran showman es una feel-good movie que destaca en la parte visual y musical, pero cojea en la construcción de los personajes y la historia.
“Nadie ha marcado una diferencia siendo igual a todos”. Más que un diálogo de El gran showman, esta frase pintaba para ser el tema central que enriqueciera y diferenciara a éste de otros musicales y lo llevara a la gloria. Desafortunadamente no logra destacar por algo más que sólo la parte audiovisual.
El gran showman tenía dos fortalezas enormes para explotar: por un lado la vida y los logros extraordinarios de P.T. Barnum, nada más y nada menos que el fundador del circo que se convirtió en el famoso Ringling Bros. and Barnum & Bailey Circus. Por el otro, este visionario le abrió las puertas y contrató a freaks –personas con diversas anormalidades físicas o habilidades poco comunes como la Mujer Barbuda, enanos y gigantes, trapecistas y demás–, para trabajar con ellos y hacerlos brillar.
Estas personas extraordinarias cuyas características especiales y sueños están descritos hasta en las canciones de la película (“This is Me”, “A Million Dreams”, “Never Enough” o “Come Alive”) no se aprovechan para la construcción de los personajes ni para que, como espectadores, compartamos sus emociones o tengamo el deseo de entrar en su mundo, de ver cómo se desarrollan en los ensayos, con sus miedos, inseguridades, aspiraciones… Toda su participación se resume en ser presencial: estar sin ser. Por otro lado, Hugh Jackman como Barnum es completamente encantador, convincente, divertido y carismático, pero el personaje no alcanza otras dimensiones más que éstas.
Independiente de estos aspectos en los que cojea la película, el diseño de producción, el maquillaje, el vestuario, las coreografías y la música, en donde participaron Benj Pasek y Justin Paul, que junto con Justin Hurwitz ganaron el Oscar a Mejor canción original por “City of Stars” de La La Land este año, son dignas de destacar. Los bailes contagian energía, las canciones están producidas de manera impecable, con un tono moderno que sin duda pueden quedar grabadas de inmediato en la memoria de los asistentes y se nota y se disfruta el detalle puesto en el diseño de producción.
El gran showman es una feel-good-movie que provoca sonrisas y va a lo grande en el aspecto visual y musical, pero su guion y la construcción de los personajes son superficiales, genéricos y no logran marcar una diferencia.