El espacio entre nosotros

Cuando parecía que la cartelera podría descansar por un rato de aquellas producciones –la mayoría basadas en novelas–, que han frivolizado distintos géneros como la ciencia ficción y la fantasía (además de personajes como los pobres vampiros), para sorprender al público juvenil a través de historias románticas, llega esta película que, aunque parte de una premisa sumamente interesante y cuenta con un historia original, se apunta en la misma línea y de la peor manera. 

Aquí el protagonista es un chico de 16 años, hijo de una astronauta que se embarcó en un viaje espacial y dio a luz en el planeta de destino, convirtiéndose así en el primer ser humano nacido en Marte. Al haber sido criado en aquel lejano lugar, sólo ha conocido a 14 personas y ni siquiera sabe quién es su padre. Ansioso de encontrar respuestas, comienza una amistad con una chica un tanto irónica pero bastante inteligente que vive en Colorado.

Poseedor de un carácter alegre y un entusiasmo contagioso, ahora está ilusionado con viajar a nuestro planeta y sorprenderse con todas esas maravillas de las que solo ha leído, pero por desgracia, los científicos descubren un problema que podría impedirle cumplir su sueño. 

Como decíamos, todos los elementos usuales en este tipo de películas están ahí, el chico que conoce a la chica, el impedimento para concretar su relación y el contexto de ciencia ficción que le vuelve “algo llamativa”. Por desgracia, la propuesta no ofrece nada más que eso, perdiéndose entre diálogos insulsos y situaciones que sólo sirven para alargar la anécdota. Lo peor del caso es que la supuesta naturalidad que el director Peter Chelsom –quien aquí también colabora en el guion y cuya filmografía incluye esa “maravilla” llamada Hannah Montana: La película–, evidentemente busca, se diluye debido a los convencionalismos que utiliza para empujar el desarrollo, rayando en el melodrama más simplón y estereotipado posible. 

Entre lo poco realmente funcional está la frescura que le aporta la interpretación de Britt Robertson (Tomorrowland) y Asa Butterfield (El juego de Ender), que a pesar de que se encuentran con papeles a modo, muestran oficio, un innegable carisma y una química inesperada. Pero ni eso, ni la participación de actores de capacidad probada, como Gary Oldman y Carla Gugino, logran salvar esta película. Es cierto que luce un montaje bien cuidado y los efectos especiales necesarios, pero están al servicio de prácticamente nada. Sólo se trata de un insulso vehículo de entretenimiento que, para colmo, se extiende durante dos horas.  

Jesús Chavarría Critico de cine y cómics. Critico en Cine con Kristoff de Telehit. Fue editor de Stageone México. Colaboró con Playboy, Chilango y la edición mexicana de Archie. Hoy escribe para La Razón y Mórbido Magazine. Conduce el programa de radio y Tv, Rocket.