Atentado en París
Bastille Day, con Idris Elba, no pasa de ser un desangelado vehículo de entretenimiento con desafortunadas conexiones a la vida real.
Mucho se ha hablado de la desafortunada coincidencia del primer intento de estrenar Atentado en París y el lamentable ataque perpetrado el 14 de julio por un yihadista en Niza, Francia, y cuyo saldo fue de 84 muertos. Sin embargo, a la distancia y ya con la película lista para ser vista por todo el mundo, queda claro que no fue otra cosa que eso, una desafortunada coincidencia acompañada de un eslogan aún más inconveniente: “Este año, los fuegos artificiales serán ellos”. Su estreno retrasado no fue sino una forma de respeto al luto y la tragedia. Y es que esta coproducción franco-británica-estadounidense, en realidad no pasa de ser un producto que apuesta mucho más por la forma que por el fondo y, aunque sí busca sustentarse en un discurso relacionado con el terrorismo, este es más reflexivo que crítico y no tiene la suficiente fuerza como para considerarse una verdadera declaración al respecto. Al final sólo sirve como un pretexto para la acción.
Así pues, aquí seguimos los pasos de un agente de la CIA que, en su búsqueda de impedir un atentado terrorista previsto para los festejos del Día de la Bastilla en Francia, recluta a un carterista estadounidense avecindado en aquel país, del que además sospecha es parte de una conspiración criminal mayor. Con este par de protagonistas, la trama se muestra ideal para explotar la fórmula de la clásica pareja dispareja y es precisamente a eso a lo que le apuesta el director inglés James Watkins (Eden Lake, 2008 y La dama de negro, 2010), para así desarrollar lo que más allá de cualquier otra pretensión, se presenta como un thriller policiaco.
Entre lo más destacado está el acabado de algunas de las secuencias de acción, con todo y las respectivas persecuciones. Pero si algo realmente vale la pena, es el desempeño de Idris Elba, cuyo registro le alcanza no sólo para matizar el gastado arquetipo del tipo duro, sino para hacer funcionar una serie de diálogos que por momentos rayan en lo ridículo, dentro de una película para la que evidentemente resulta ser demasiado actor. Por lo demás hay muy poco que rescatar. Se trata de una producción de manufactura apenas aceptable, cuyo juego basado en giros de tuerca que no sorprenden a nadie, sólo sirve para evidenciar la falta de definición del tono y lo engañoso del planteamiento inicial que nunca termina de llegar a ningún lado. Otro grave problema es la inexistente química entre sus dos protagonistas, algo que ni siquiera el mismo Elba logra sortear. En fin, queda claro que Atentado en París, cuyo título original es Bastille Day, no pasa de ser un desangelado vehículo de entretenimiento, destinado a convertirse en una curiosidad, más por las razones de su retraso a la hora de llegar a la cartelera, que por lo que plantea y consigue por sí misma.