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Cine

Los estafadores

20-01-2016, 1:56:43 PM Por:
Los estafadores

Una especie de Ocean's Eleven para adolescentes, que funciona... si no lo piensas mucho.

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Lejos del esquema de elegancia y refinamiento que suele caracterizar al cine británico, Los estafadores (Plastic) cobra inspiración a partir de una historia real de atracos y fraude que involucra a un grupo de jóvenes liderados por Ed Speleers (Downton Abbey),  y que incluye a Will Poulter (El renacido), Alfie Allen (en un rol igual de despreciable que el que juega en Game of Thrones) y Sebastian de Souza (Los Borgia). El conjunto entrega un filme de entretenimiento digerido que coquetea con los clichés y cuyo guión es un constante reto de lógica. 

Su temática causa interés por tratarse de un suceso real escoltado por un ritmo dinámico. ¿Por qué? Estos cuatro estudiantes universitarios, a quienes absurdamente se les suma una chica bella y con el trabajo adecuado, timaron al sistema crediticio, a incautos arrogantes y le vieron la cara a una exclusiva marca de joyería mediante un elaborado plan que involucró hasta la “realeza”. Semejante proceder estaba originalmente justificado por el baladí pretexto de que el conjunto únicamente robaba a personas altivas que merecían ser desfalcadas en busca del beneficio propio (una versión distorsionada de Robin Hood, pues). La “fiesta” sigue hasta que las cosas se salen de control y el grupo de “amigos” queda a merced de un misterioso pero letal hombre: un gangster alemán (Thomas Kretschmann). 

Hay algo en este tipo de historias que nos hace querer saber más de ellas e impresiona por la determinación de sus protagonistas. Bien lo dice el personaje de Marc (Israel Broussard) en Ladrones de la fama (The Bling Ring), la cinta de Sofia Coppola sobre un grupo de chicos obsesionados con el estilo de vida y las pertenencias de estrellas hollywoodenses (al grado de que irrumpían en sus casas para robar valiosos objetos, desde joyería y bolsos, hasta exclusivas prendas y lentes de diseñado). De acuerdo con Marc, el hecho de alcanzar notoriedad por cometer un crimen, por muy glamuroso que parezca, es una señal de que la gente tiene una fascinación por historias similares a las de Bonnie y Clyde. La película de Julian Gilbey sigue esa vena. Y aunque ni Los estafadores ni Ladrones de la fama son estandartes de la filmografía contemporánea, sirven para cuestionar de dónde viene la fascinación por quienes, arriesgándolo todo, quieren pasarse de listos y conseguir riquezas fáciles a costa de otros. ¿Es bueno, malo, aspiracional o patético? Cada quien tiene su propia respuesta. 

Independientemente de los escollos morales de la película, la forma en que el guión opta por impulsar y resolver la trama roza la farsa, lo que es evidente desde el aspecto visual. La estética de la cinta parece televisiva, pese a la inversión hecha por la producción, que incluyó limusinas y escenarios como Londres y Miami. Asimismo, la escena climática de enfrentamiento violento falla al ser más cómica que dramática o tensa. 

Con actuaciones cumplidoras, el elenco contó con asesoría por parte de los involucrados en el atraco real, quienes acudieron al set para compartir anécdotas con la finalidad de darle mayor realismo a la trama, a pesar de que no se trata de una biopic y a que su ejecución resulta exagerada y descuidada en los detalles (pelucas ridículas, vestuarios inverosímiles). Al final, esta apuesta, que oscila entre una versión adolescente de La gran estafa (Ocean’s Eleven) o una masculina de Ladrones de la fama, puede ser bien aceptada si no se le sobreanaliza ni desmenuza. De lo contrario, su efectividad será muy cuestionada.

autor No soy la Madre de los Dragones, pero sí de @Enlabutaca; desde ahí y en Cine PREMIERE estoy en contacto con las buenas historias. Melómana, seriéfila, cinéfila, profesora universitaria, y amante de las bellas artes. Algún día escribiré una novela de ciencia ficción. ¡Unagui!
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