Puente de espías
Una muestra más del oficio y talento de Spielberg. El éxito también radica en encontrar los mejores socios creativos.
Más allá de leerla desde la ya desgastada óptica de una película más que ensalza el patriotismo estadounidense –obviamente lo es, la cinta trata sobre un admirable y perseverante caso de éxito en el registro jurídico de este país y está dirigida por Steven Spielberg– Puente de espías es un drama inspirador sobre un hombre, como cualquiera de nosotros, que luchó por hacer lo correcto.
Basada en hechos reales en el marco de la Guerra Fría, poco tiempo antes de que se erigiera el Muro de Berlín, el abogado James B. Donovan (Tom Hanks) es contratado por la CIA para defender a Rudolf Abel, un espía soviético capturado en Estados Unidos. En cuestión de tiempo, un piloto norteamericano, Francisco Gary Powers, es atrapado sobrevolando la URSS y Donovan accede a negociar un intercambio de prisioneros.
Como en otras de sus películas, Steven Spielberg toma un valor como premisa fundamental y construye toda la película alrededor de él. Tal como sucede con la igualdad en Lincoln y Amistad o la solidaridad en Rescatando al soldado Ryan, en Puente de espías la justicia domina por encima de todo y, la dedicación del personaje principal por ayudar a impartirla, resulta lo más importante y conmovedor.
Tom Hanks se reúne con Spielberg –después de diez años de haber colaborado juntos en La terminal– para ponerse al servicio de la historia y convierte a James B. Donovan en lo más importante de la construcción de la película. Lejos de lucirse, interpreta.
Con casi dos horas y media de duración, y un tema que podría resultar eventualmente aburrido para muchos por sus complejidades y la oscuridad de la época, el guión de Matt Charman y lo hermanos Cohen acierta con un suspenso constante y un lenguaje claro y “amable”.
Visualmente, la película propone dos convenciones cromáticas dependiendo de qué lado del mundo estás. Así todo lo que sucede en el bloque comunista tiende a los rojos y amarillos mientras que lo que pasa en el mundo capitalista está cubierto de un velo azul. Fundamental en el logro de esto resulta el trabajo del maestro de la fotografía Janusz Kaminski quien, con ésta, cumple su décimocuarta colaboración con el director de La lista de Schindler.