Exorcismo en el Vaticano
Vatican Tapes es una película de miedo que prácticamente sólo ofrece posesiones y clichés.
Uno de los géneros más difíciles de realizar adecuadamente es el terror. Por un lado es sumamente fácil caer en clichés y, por otro, hoy en día las audiencias son cada vez más difíciles de sorprender. Desafortunadamente, Exorcismo en el Vaticano hace poco por contrarrestar esto.
La historia gira alrededor de una mujer joven, Angela (Olivia Taylor Dudley), quien es sometida a una serie de estudios médicos y psiquiátricos con el fin de encontrar la razón de su repentino y extraño comportamiento. ¿Les suena conocido? Si han visto literalmente cualquier película de exorcismos, debería. De ahí en adelante, incluídos los dos sacerdotes a quienes mandan llamar (obviamente, uno joven y uno experimentado), la cinta se suelta en una caída libre pegándole a cada uno de los clichés imaginables en una película de terror. De todo esto, lo más interesante es una escena en la que ella escupe tres huevos representando a la Santísima Trinidad. Sí.
Ahora, inclinándonos más hacia las actuaciones, podemos decir que no tienen nada de especial. Por lo visto, Michael Peña desgastó su chispa en Ant-Man y llegó a esta película sólo «para cumplir». Por otro lado, Olivia Taylor Dudley, como con checklist en mano, recorre todas las características de una poseída según Hollywood (se retuerce, habla latín, levita.. ) y no lo hace mal, pero sus esfuerzos no fueron suficientes para rescatar a la película. Y por último Djimon Hounsou, quien fuera dos veces nominado al Oscar, pasa práticamente desapercibido por el filme.
Aún así, todo esto se lo podríamos perdonar si el director hubiera logrado lo principal que cualquier cinta de terror debe buscar: asustar. Resulta refrescante encontrarnos con una cinta «de miedo» que no utiliza el cansado recurso del «brinco de susto fácil» (alguien aparece detrás de una puerta o en un espejo…), pero tristemente este no es sustituido con nada interesante. ¿Esto nos ofreces? ¿Imágenes de la chica retorciéndose y rostros ensangrentados? No, no es suficiente.
Y aquí se desenvuelve otro problema: la estrutura narrativa. Y es que de los 88 minutos que dura la película, 40 son utilizados para la introducción (este demonio es un ente sumamente lento) y 20 al exorcismo. Lo cual nos deja con la maravillosa cantidad de 28 minutos donde no pasa nada. 28 minutos de sobra.
Por último vale la pena mencionar el error más notorio y quizás más importante de la película: su nombre. Aquí en México la bautizaron como Exorcismo en el Vaticano, sin embargo, el dichoso exorcismo jamás sucede en el Vaticano. Lo único que tiene que ver con el Vaticano son los sacerdotes que van a exorcizar a Angela. En inglés tampoco se salva pues se llama The Vatican Tapes, que traducida sería las cintas o las grabaciones del Vaticano. Ese nombre surge de la suposición de que el Vaticano tiene material sobre exorcismos que no están al alcance de nadie más. Y eso se mencionan únicamente en la introducción y luego… como si nada.
En fin, si su deseo es ver una película de posesión y/o exorcismo, les recomendaría ver La semilla del diablo de Roman Polanski o la película más famosa del tema, El Exorcista de William Friedkin. Esta, puede pasar al rincón de los olvidados.