Crímenes ocultos
Child 44 no fluye de la forma adecuada, las situaciones se sienten forzadas y nunca logramos empatizar con los personajes.
Una película con Tom Hardy, Noomi Rapace, Gary Oldman y Vincent Cassel; la ambientación histórica en Rusia, 1950; y con una trama de acción y suspenso tenía mucho potencial, pero la ejecución se quedó muy corta. Esto se debe principalmente a que la historia se desarrolla sin que sepamos las motivaciones que impulsan las acciones de los personajes.
La cinta nos cuenta la historia de Leo Demidov y su esposa Raisa Demidov, él es un militar encargado de encontrar a los traidores de la patria durante la dictadura de Joseph Stalin. Por una serie de circunstancias Leo se encuentra con los asesinatos de varios niños y tratará de resolver quién está detrás de estas muertes, pero en ese contexto el gobierno de Stalin vive bajo la política de “no hay crimen en el paraíso” por lo cual nadie podía ser acusado de asesinato.
Tom Hardy es un actor que ha demostrado una gran versatilidad, desde Bronson (2008) hasta Locke (2013) nos ha presentado constantemente su habilidad para expresar un amplio rango de emociones. En esta cinta nos muestran al personaje de Hardy como un ser burdo y sin motivaciónes, supuestamente deberíamos interesarnos por su bienestar y el de su esposa, pero nunca nos dieron tiempo de crear un vínculo con ellos. Por lo cual si desde un inicio no nos interesamos por ellos, las siguientes dos horas resultarán sumamente aburridas.
Gary Oldman también está muy desperdiciado, su personaje no tiene mucho tiempo en pantalla y cuando aparece no sabemos cuáles son sus intenciones. Lo cual podría ser interesante si nos hicieran dudar sobre cuáles son sus motivos reales, pero el director no le da ese sentido al personaje y lo expone como un ser mal definido.
Hollywood nos presenta constantemente historias ambientadas en otros países donde por alguna razón todos hablan inglés, ya sean alemanes, italianos, rusos, españoles… En esta ocasión todos tienen un acento ruso que suena extremadamente falso, Tom Hardy y Gary Oldman son ingleses, Noomi Rapace y Joel Kinnaman son suecos y Vincent Cassel francés, pueden imaginar como todos estos acentos de distintos lugares pueden sonar ridículos al darles una connotación cliché de la pronunicación rusa.
Las secuencias de acción en un thriller ayudan a complementar la tensión y emoción que las situaciones van creando, en este caso se recurre a la técnica de cámara en mano y una edición exageradamente rápida. Cuando hay una confrontación no sabemos quién le pega a qué, sólo vemos una serie de close ups y sonidos de golpes, hasta el final cuando todo se deja de mover nos enteramos quién salió triunfante de la pelea.
Al estar ambientada en Rusia durante ese contexto en específico podrían haber creado una situación de tensión al hacernos sentir la presencia de un régimen de gobierno implacable, el cual tiene control sobre cada aspecto en la vida de sus ciudadanos. Pero al transcurrir de la historia nos damos cuenta de que no había ninguna razón para que la cinta estuvieran ambientada en Rusia, ni en ese periodo histórico, ya que nunca se siente la gravedad de la situación de dictadura.
Hasta el trabajo de edición se siente descuidado ya que podemos estar presenciando una conversación y repentinamente se hace un corte a una situación completamente distinta y deja sin resolver lo anterior.
En general la historia no fluye de la forma adecuada, las situaciones se sienten forzadas y nunca logramos empatizar con la misión y emociones de los personajes. Además, la película se extiende por más de dos horas en las cuales pocos son los momentos verdaderamente interesantes, sólo la recomendaría a quienes hayan leído el libro y estén interesados en saber cómo quedó la adaptación cinematográfica.