A la mala
El estreno en cines de la comedia mexicana, A la Mala con Aislinn Derbez y Mauricio Ochmann, es predecible pero funciona para pasar un buen rato.
Aislinn Derbez es María Laura “Mala” Medina, una actriz que por falta de trabajo decide montar otro tipo de “numeritos” y presta sus servicios a la comunidad de mujeres sospechosas de que sus novios son infieles. La protagonista, vestida como toda una femme fatal, los seduce y si ellos caen (got ya!) hay consecuencias A la Mala.
Sin embargo, éste es sólo el pivote de la película dirigida por Pitipol Ybarra, a.k.a. Pedro Pablo Ibarra (El cielo en tu mirada, donde también trabajó con Aislinn). En realidad, la historia se desencadena cuando una de estas “clientas”, una famosa productora, quiere que Mala le ayude a “castigar” a un ex. Primero debe enamorarlo y después dejarlo para que la mujer lo recupere. Si bien el plan está muy agujerado, es el pretexto que inicia la historia de encuentros, desencuentros y romance entre María Laura y Santiago (Mauricio Ochmann). No obstante, también hay tiempo para la ironía, el sarcasmo y comic relief inteligentes pese a que claramente se sabe hacia dónde irá la historia.
El hombre al que la protagonista debe conquistar es un adinerado empresario, con quien desarrolla una historia de odio-amor-prejuicios-apariencias semejante a la de los protagonistas de Orgullo y prejuicio, Elizabeth Bennet y Fitzwilliam Darcy, claro que en un contexto moderno y tropicalizado.
Pero en A la Mala no todo gira en torno a los protagonistas por mucho que son el motor de todo, sino que se adereza con un sólido reparto compuesto por Luis Arrieta y Juan Diego Covarrubias (en su debut en cine) que son los ideales contrapuntos cómicos a una trama que tampoco se toma muy en serio y por lo mismo se mantiene fresca dentro de la fórmula de la comedia romántica. Derbez, Ochmann, Arrieta, Covarrubias y Aurora Papile construyen una química natural en pantalla, que a veces parece leyenda urbana dentro del cine mexicano.
Este loable trabajo actoral –cómico pero no excesivo– se complementa con un desfile de cameos de famosos del cine y la televisión mexicana, que incluso llegan a burlarse de sí mismos, lo que abona a una comedia que en sí misma ya era ocurrente. Sí, A la Mala tiene muchos elementos clásicos del género ya consagrados como cliché, pero su guión es lo suficientemente auténtico como para distinguirse del resto.
Los personajes se sienten reales, los temas de los que habla son cotidianos –los prejuicios, las apariencias, los dilemas profesionales, personales–, incorpora escenas de acción –para las cuales Aislinn Derbez tomó clases de manejo y aprendió a derraparse– y, de pasadita, critica a la industria, al cine y la televisión.
En resumen, A la Mala tiene bastantes méritos como para pasar el rato y salir de buenas.