Workers

En Workers, película de ficción de José Luis Valle (Las búsquedas), una anciana extravagante, confinada a una soledad rodeada de lujos domésticos y sirvientes solícitos, espera serenamente la muerte. Su único objeto de devoción obsesiva es su mascota canina llamada Princesa. Ella será la heredera absoluta de todos sus bienes, y al momento del eventual fallecimiento del can los criados serán los beneficiarios siguientes. La única condición es cuidarla celosamente y garantizar que su muerte sea estrictamente por causas naturales. 

De modo paralelo, Workers, ganadora tanto del Festival de Guadalajara como Morelia (en 2013), refiere el abuso padecido en Tijuana por un migrante indocumentado, Rafael (Jesús Padilla), a quien se le niega la jubilación luego de 30 años de trabajo alegando su condición de ilegal. En ambas historias asistimos a las resistencias de los trabajadores frente a los caprichos e injusticias de la clase patronal.  

Aunque el desarrollo ulterior de ambas tramas es un tanto previsible, el director consigue entrelazar, particularmente en la historia de la anciana obsesiva, tintes de comedia negra y registros dramáticos muy eficaces. Los apuntes humorísticos son invariablemente perversos. Se consigna por ejemplo, de modo satírico, las manías de personas que colocan a sus fieles mascotas en un pedestal de adoración incondicional, a expensas de un género humano menospreciable a partir de sus menores fallas. 

De igual manera, hay una contrapartida inevitable: en su afán revanchista, los sirvientes llegan a remedar, de manera un tanto buñueliana, las miserias morales de la patrona, algo de su avaricia y mucho de su insensibilidad. En esta comedia negra los personajes van anulando en ellos mismos todo asomo de compasión humana. Lo que pareciera ser una película fuertemente pesimista que permite diversificar su apuesta narrativa, extraer lo mejor de actores poco conocidos, y combinar lúdicamente los ingredientes de un guión perspicaz y malicioso.

Carlos Bonfil