Río 2
La secuela de Río es entretenida y cumple con la simple función de divertir, sin embargo no destaca en el aspecto visual.
El proceso creativo que implica la creación de una secuela animada no es cosa nueva para el director Carlos Saldanha ni para los estudios Blue Sky. Después de todo, fue esta mancuerna la que logró poner una y otra vez en la pantalla grande a Manny, Diego, Sid y Scrat– esa ardilla que no lograba comerse su bellota–, en varias entregas de la saga que en 2002 le dio notoriedad a este estudio de animación: La era de hielo (Ice Age).
Ahora, tras el éxito de Río en 2011, estos creadores volvieron al arte de “las segundas partes”, al continuar las aventuras de Blu, el guacamayo azul que no sabía volar, pero que ahora se ha convertido en todo un padre de familia. Así, nuevos personajes emplumados se unen a los ya conocidos, en una historia entretenida que –como su antecesora– no destaca particularmente en el aspecto visual, pero consigue reavivar el mundo musical ya establecido hace 3 años, con suficientes elementos frescos y divertidos.
Y uno de ellos es el cambio de escenario. Blu, Perla y sus tres hijos: Tiago, Bía y Carla, emprenden un viaje hacia otro paraje brasileño amenazado por el hombre: El Amazonas o, más bien, la colorida versión amazónica de Blue Sky, que no teme tomarse algunas licencias con la apariencia de lugares reales y mezcla los verdes con otros colores para el follaje. Ahí, el encuentro con otros de su especie pone a prueba la armonía familiar y las habilidades salvajes del azulado protagonista, pues éstos incluyen no sólo a su problemático suegro, sino a un carismático rival llamado Roberto. A ellos, además, se les une un viejo enemigo: Nigel.
Uno de los aciertos de Saldanha y del guionista Don Rhymer fue darle a un filme como éste, con gran cantidad de personajes y pequeñas subhistorias, la suficiente cohesión y claridad como para mantenerlo simple, dirigido a la familia y, en especial, a los niños. La tensión entre Blu y los parientes de Perla no será el conflicto más original dentro del cine (recuerda bastante a La familia de mi novia en versión pájaro), pero logra momentos carismáticos. La comedia (a veces demasiado calculada) recae principalmente en las andanzas de Nico y Pedro, que llevan a cabo audiciones en la selva para encontrar una nueva estrella del carnaval.
Sin embargo, Río 2 encuentra sus principales problemas en la parte técnica, con un 3D insípido y una animación que no parece aportar algo más allá de lo visto en la primera entrega. Pero eso sí, la música de Sergio Mendes, John Powell y Carlinhos Brown, a la que también se le unen ahora las percusiones del grupo Barbatuques, brilla nuevamente en los números musicales, siempre vistosos y coloridos.
En suma, se trata de un modesto filme animado, sin la chispa de frescura de su antecesora, pero que aun así no fallará en divertir.