Need for Speed
La adaptación del videojuego Need for Speed al cine ofrece carreras espectaculares, con los mejores superautos del planeta. La protagoniza Aaron Paul.
Sería incrédulo juzgar una película como Need for Speed por la profundidad de su argumento, y es que el 2º largometraje del director Scott Waugh (Invencibles, Act of Valor, 2012) utiliza cualquier cosa como pretexto perfecto para subir a sus personajes sobre un auto y pisar el acelerador a fondo… Y todos lo hacen muy bien.
La estrella en Need for Speed se llama Tobey Marshall (Aaron Paul), un mecánico cuyo talento nato tras el volante lo ubica como el mejor piloto callejero. Una vieja rivalidad con Dino Brewster, un piloto profesional interpretado por Dominic Cooper, provoca que Tobey termine injustamente tras las rejas. Después de cumplir su condena, buscará limpiar su honor y la mejor manera de hacerlo es compitiendo contra él en la carrera clandestina más cool del planeta: De León. El problema es que Tobey debe cruzar el país para competir y Dominic ofrece una recompensa a quien lo detenga.
La primera gran pregunta ciertamente es sobre Aaron Paul: ¿Vive aún Jesse Pinkman –de Breaking Bad– dentro de su cabeza? La respuesta es un rotundo NO. Con el personaje de Tobey Marshall demuestra que tiene talento de sobra y saca a su personaje adelante, aun con diálogos que llegan a ser débiles. Incluso cuidaron sus líneas para que la gente no hiciera esa asociación, ya que la palabra “Bitch” no sale de sus labios ni una sola vez.
Si bien la tesis es simple, Scott Waugh equilibra las carencias de la historia con su vasta experiencia como stunt. Jugarse el pellejo en Mundo acuático o el Sr. y la Sra. Smith, por ejemplo, benefició a Need for Speed, que si de algo puede presumir es que las carreras son espectaculares. Además, respeta la esencia de las persecuciones de autos de películas clásicas, ya que literalmente guardó en la cajuela los efectos especiales y en su lugar preparó coreografías y maniobras espectaculares; ver girar por los aires a un Koenigsegg Agera R., un Lamborghini Sesto Elemento o un McLaren P1 simplemente te deja con la boca abierta, y seguramente los fanáticos de los autos sudarán y recordarán clásicos como Bullitt, The French Connection o The Italian Job, al ver estas secuencias.
Lamentablemente ése es el problema con Need for Speed, que sólo te recuerda esos grandes clásicos pero está muy lejos de ser uno. Si sus productores realmente quieren que se convierta en una franquicia, el guión de la secuela debería hacerle más justicia a la historia y los personajes. Aquí, por ejemplo, desaprovechan a Michael Keaton como Monarch, fundador de De Leon y que también se encarga de narrar lo que pasa en la carrera, pero por momentos quieres que se calle porque su estilo como cronista está por los suelos.
Aunque aún hay cosas por afinar, hay potencial de franquicia: Aaron Paul es un excelente protagonista y Scott Waugh tiene la visión que se necesita para explotar a los superautos más espectaculares del planeta. Amantes del automovilismo, preparen las palomitas… ¡y disfruten!