Dos pavos en apuros
La película animada Free Birds parece destinada a pasar con más penas que glorias y es un ejemplo negativo de la saturación de la industria animada.
La creciente industria animada ha logrado que los aficionados de la técnica disfruten una mayor variedad de opciones, sin embargo también ha permitido que películas de pobre calidad lleguen a las salas de cine con resultados verdaderamente desastrosos. Dos pavos en apuros (Free Birds) es un claro ejemplo de ello.
El filme narra la historia de Reggie, un pavo que está a punto de ser sacrificado para celebrar el Día de Acción de Gracias, hasta que es indultado por el Presidente de los Estados Unidos y llevado a las instalaciones presidenciales para gozar una vida de lujos y placeres banales. Sin embargo la tranquilidad del ave culminará con la llegada de Jake, un alocado pavo que insiste en viajar por el tiempo para evitar que sus ancestros sean comidos en el primer Día de Acción de Gracias y con ello, cambiar el destino de la especie para siempre.
Aunque cuenta con algunos buenos momentos –la mayoría de ellos al inicio del filme–, los problemas de Dos pavos en apuros inician con la llegada de Jake, ya que la historia se satura de elementos completamente discordantes que nunca logran definir sus intenciones. El resultado es una trama que se torna aburrida al ser incapaz de definirse entre un absurdo viaje temporal y una crítica social en torno a los nativos americanos y que con ello, falla en delimitar el público al que va dirigida. A esto agreguemos las obligadas comparaciones con Pollitos en fuga (Peter Lord, Nick Park, 2000), cuyas granjas avícolas generaran una enorme poética al ser comparadas con los campos de exterminio de la II Guerra Mundial.
En cuanto a la técnica se refiere, Dos pavos en apuros se siente apenas cumplidora en comparación con otros filmes animados de los Estados Unidos, ya que cuenta con modelos y texturas sumamente básicos y que no aportan absolutamente nada a la técnica. Al final, Dos pavos en apuros parece destinada a pasar con más penas que glorias por las salas de cine, convirtiéndose en un ejemplo negativo de la saturación que actualmente sufre la industria animada.