Una loca familia
Protagonizada por Toni Collette, Una loca familia pierde cohesión gracias a su multitud de personajes, subtramas y tonos que van de la comedia a lo dramático.
P.J. Hogan, director y guionista de La boda de Muriel, se reúne con la actriz Toni Collette para brindarnos –desde sus australianos puntos de vista, por decirlo de alguna manera– Una loca familia (Mental), otra agridulce historia sobre la identidad y autoestima en un pequeño poblado de ese país, con elementos que el propio autor ha descrito como autobiográficos.
Disfuncional sería poco decir del entorno familiar de los Moochmore, con los padres distanciados y sus 5 hijas prácticamente compitiendo entre sí por tener la más compleja enfermedad mental. “¡Soy pre-psicótica!” dice emocionada la mayor después de llenar una encuesta en línea (una estupenda Lily Sullivan). Mientras, su deprimida madre sufre una crisis nerviosa y es enviada a una institución psiquiátrica. Entra en escena la exótica y extravagante Shaz (Collette), como una especie de Nana que enfrentará a las chicas con sus inseguridades, mientras el padre ausente continúa persiguiendo sus mediocres ambiciones políticas como Alcalde.
El propósito de la narración es evidente: Nadie es “normal”. O lo que es lo mismo, todos estamos locos en cierto grado, como lo demuestra el recorrido por el barrio suburbano de los clasemedieros Moochmore, que nos arroja todo tipo de patologías en los vecinos, desde los obsesivo-compulsivos hasta los sádicos.
El sello del cineasta se reconoce desde la primera escena por su sarcástico sentido del humor y diversidad de personajes. Pero sobre todo en ese gusto y añoranza por el musical fílmico. Si en La boda de Muriel fue Abba el referente musical y en La boda de mi mejor amigo fueron Burt Bacharach y Hal David, aquí el gran homenaje es a La novicia rebelde (The Sound of Music, 1965), sus canciones y al ambicionado estilo de vida de los Von Trapp.
Curiosamente, la principal fortaleza de la película es también su más grande debilidad. En la bien intencionada determinación de presentar una historia atípica que se desprenda de los clichés del cine comercial y de brindar un claro discurso anti-conformista, Hogan se engolosina con la multitud de personajes, subtramas y tonos que van de la comedia a lo dramático, robándole así la cohesión al filme como unidad. Por otra parte, una sobreactuada Toni Collette parece no poder desprenderse de las exigencias de la serie televisiva United States of Tara.
Sin embargo, el resultado final puede ser muy disfrutable en el mismo ánimo que promueve la historia, al permitirnos escapar del convencionalismo de lo que nos ofrece la cartelera comercial.