Una familia peligrosa

Un pintoresco pueblo de Normandía, Francia, parece ser el lugar ideal
para que la familia Manzoni logre su “borrón y cuenta nueva”. El
expatriarca mafioso y ahora informante del FBI, Giovanni Manzoni (Robert De Niro)
tiene una única tarea: tratar de llevar una vida familiar normal y
discreta dentro del programa de protección de testigos, que lo ha
mantenido escondido del grupo de criminales a los que traicionó.

Sin embargo, pasar desapercibido resulta más difícil de lo esperado, con una esposa pirómana (Michelle Pfeiffer)
y 2 hijos adolescentes (Diana Agron y John D’ Leo) capaces de tomar un
arma y dispararla a mansalva. Eso, sin contar los hábitos sádicos y de
“ajuste de cuentas” del mismo Giovanni, detonados por cosas como una
discusión cotidiana con el plomero. En esta familia, oculta tras del
falso apellido de “los Blake”, las fronteras entre el bien, el mal, lo
legal y lo ilegal se difuminan constantemente, como si su pasado de
crimen organizado fuera parte de sus genes.

Basada en la novela Malavita de Toni Benacquista, Una familia peligrosa
es una comedia negra que se debate, sin llegar a ser del todo
convincente, entre la acción, el humor oscuro y la violencia. Dirigida
por Luc Besson (El quinto elemento), cuenta
con un elenco de lujo que saca provecho, hasta donde es posible, de un
guión con problemas de identidad. A pesar de que la historia parte de un
elemento interesante (una familia anormal con la que no queremos
meternos), parece que al final no puede decidir si quiere hacernos reír,
conmovernos, desconcertarnos o emocionarnos con sus explosiones de
acción.

Lo mejor de la película son las escenas compartidas entre Robert De
Niro y Tommy Lee Jones, quien interpreta al detective encargado de
cuidar a los Manzoni. Su relación de confianza/desconfianza, de 2
personas que después de tanto tiempo de conocerse no pueden llamarse más
que amigos, logra arrebatar las sonrisas que las escenas de violencia
bipolar no consiguen. Lo que debió haber sido el centro del humor, el
temperamento peligroso de los miembros de la familia, se encuentra
exagerado en el guión, así que a la comedia no le queda otra opción más
que salir de vez en cuando a través de la química y complicidad del ex
mafioso y su carcelero.

Una familia peligrosa es, en suma, una película con
problemas de tono, que intentó tener todo: humor negro, tiroteos,
referencias al pasado de sus protagonistas como héroes de acción, sangre
y personajes al estilo Una terapia peligrosa. Sin embargo, aun
con toda la maestría de Robert De Niro (¿quién no quiere verlo
nuevamente como un mafioso?), termina por desconcertar al espectador,
que desea reírse más pero no encuentra cuándo hacerlo.

Jessica Oliva Periodista, editora en Cine PREMIERE y bailarina frustrada en sus ratos libres. Gustosa del cine, la literatura, el tango, los datos inútiles y de la oportunidad de desvelarse haciendo lo que sea.