El hombre de hielo
Protagonizada por Michael Shannon, The Iceman está basada en la historia real del asesino a sueldo Richard Kukilnski, cuya trama cae en varios clichés.
Michael Shannon nació para ser un villano. Su mirada es capaz de penetrar chalecos antibalas y autos blindados, al igual que la del personaje que interpreta en El hombre de hielo (The Iceman), película dirigida por Ariel Vromen. El actor interpreta a Richard Kukilnski, un asesino a sueldo que trabajó para la mafia de Nueva Jersey durante varias décadas.
La película, basándose en los clichés característicos del género, traza la vida criminal y privada de Kuklinski, como si fueran 2 personas que se miran desde distintos lados de un mismo espejo. Por una parte, El hombre de hielo presenta su trabajo sucio, desde que era un matón de poca monta hasta que se convirtió en el brazo derecho de una de las familias más peligrosas de los 70 y 80. La cámara lo sigue entre callejones, camiones de helado (de ahí el nombre de la película) y departamentos demacrados donde simplemente cumple con órdenes de sus jefes. La cinta no trata de realizar un complejo estudio moral, simplemente nos coloca como testigos de una historia que retrata la decadencia del sueño americano.
Pero lo más interesante de El hombre de hielo, es la contraparte narrativa de la trama principal: la vida privada de Kukilnski, retratada a través del amor y la paz que le provocan su esposa e hijas. Aunque hay momentos donde la violencia circunda a la familia, siempre existe una tenue línea que divide al monstro profesional, del cariñoso hombre que se esconde detrás de una máscara. Hay una escena navideña –plagada de luces y regalos– donde Shannon muestra la dualidad de un hombre que no siente remordimientos y actúa de una forma automática, respaldado por un elenco que se adecua a la intensidad de su trabajo: Winona Ryder, Ray Liotta y hasta una pequeña pero memorable participación de Chris Evans.
¿Cuál es la diferencia entre esta película y otra decena de obras que manejan un contexto similar? Que Kukilnski fue un asesino de la vida real –de hecho el libro que inspiró la cinta ya ha sido adaptado en varias ocasiones para la TV. Bajo este contexto, Vromen no analiza la psique de este criminal, en su lugar se encarga de narrar un docudrama sobre un personaje obscuro. Sin embargo, esta lejanía nos obliga a ver a este personaje tan enigmático como a un maniquí detrás de un aparador: ausente y lejano, en lugar de un ser mitológico que demuestra las consecuencia de llevar una vida fuera de la ley.
