Declaración de guerra
La directora y protagonista, Valérie Donzelli, muestra en La guerre est déclarée una película que cumple en actuaciones, guión y dirección.
Hay muchas cosas que escribir acerca de Declaración de guerra (La guerre est déclarée), pero lo primero que haré será decirles: TIENEN que verla.
Esta película es dirigida por Valérie Donzelli, el guión fue coescrito por ella y Jérémie Elkaïm, y ambos la protagonizan. Es una historia autobiográfica que sigue la vida de una pareja de jóvenes parisinos (Roméo y Juliette) que se enamoran, tienen un hijo y al poco tiempo descubren que él, Adam, tiene un tumor en el cerebro.
Declaración de guerra se desarrolla entonces en un campo de batalla donde los padres deben enfrentar todos los obstáculos que conlleva tener un hijo seriamente enfermo. Estrenada en el Festival de Cine de Cannes, la película se convirtió en un éxito en Francia, aún con su limitado presupuesto y pequeño crew.
Y aunque el filme pueda sonar como un gran drama, la realidad es que la directora logra tomar este tema y darle una visión totalmente original y esperanzadora. El hilo conductor de la historia se mantiene estable, sin embargo Donzelli experimenta con diferentes estilos y géneros. Así, tenemos a un narrador que aparece de pronto para contarnos parte de la historia, secuencias con ‘cámara en mano’ que persiguen a la protagonista mientras ella sufre un ataque de ansiedad y hasta una parte musical que, por más rara que suene, funciona como medio para mostrar el estado mental de los personajes principales.
Cuando una historia te atrapa de tal manera que sientes la misma ansiedad que las personas que vemos en pantalla, significa que tanto la dirección, como el guión y las actuaciones, han cumplido con su labor. La directora tiene una forma muy particular de sumergir a la audiencia en su historia, siempre sorprendiendo con lo que veremos en el siguiente cuadro. Ella sabe muy bien combinar escenas donde no escuchamos diálogo y sólo vemos las acciones, acompañadas de música. Su sensibilidad para mezclar las canciones apropiadas con las imágenes de la pantalla, me recuerdan al talento de cineastas como Wes Anderson o Sofia Coppola, pero Valérie Donzelli lo hace con su sello particular.
Es por esto que repito mi declaración inicial: tienen que verla, porque sólo así podrán experimentar el punto de vista de una directora a la que hay que seguirle el rastro. No se arrepentirán.