Ciudadano Buelna
Del director Felipe Cazals, esta cinta despierta anhelos patrióticos con un alto nivel de producción pero carece de una narrativa meramente cinematográfica.
Con su filmografía, Felipe Cazals nos ha dejado clara su fijación con la Revolución Mexicana. Desde los años 60 el director pareció escoger el histórico evento como un favorito y, a pesar de su extensa carrera, continúa mostrándonos diferentes aspectos del mismo.
Ciudadano Buelna se enfoca en el General Rafael Buelna Tenorio, un idealista por excelencia que peca de eso mismo; su lucha a favor de una utópica revolución en medio de un caos de favoritismos le da el tono trágico, del que gusta Cazals, a la trama.
Durante su historia moderna, nuestro país he tenido una constante de ventajas personales a pesar de las necesidades del pueblo y, meticulosa y muy cuidada, Ciudadano Buelna disfruta de remarcarla con tono crítico. El México revolucionario es retratado con menos aspiraciones de las que se enseña en las primarias y los personajes son abordados desde sus pasiones (que no siempre tienen que ver con la Revolución).
La cinta tiene tonos teatrales muy identificables como la articulación de los personajes, ésta se siente marcada para llegar al espectador más lejano, a pesar de que en cine el volumen es igual para todos. Por otro lado, el deleite fotográfico es suficiente para adentrarse en la historia que, con actuaciones acartonadas (por lo antes mencionado), narra un aspecto distinto de la historia que sólo es ligada a unos cuantos personajes.
Con un ritmo lento y muchos sucesos por contar, la cinta se inclina hacia los espectadores pacientes que disfrutan de encuadres altamente cuidados y que, en varias ocasiones, evocan más emociones que los diálogos.
Ciudadano Buelna despierta anhelos patrióticos con facilidad y es evidencia del alto nivel de producción que puede ser alcanzado en nuestro país, pero pierde verosimilitud por carecer de una narrativa meramente cinematográfica.