Anne Hathaway y Hugh Jackman hablan de Los miserables
Entrevista exclusiva con los actores nominados al Oscar por su interpretación en Les Misérables.
Incluso si no eres fan de la puesta en escena de Los miserables (Les Misérables), o del cine musical en general, lo más seguro es que te ganen las intensísimas interpretaciones de Hugh Jackman –como el exconvicto Jean Valjean en un viaje de redención épico en la Francia del siglo XIX– y Anne Hathaway –como Fantine, una madre joven envuelta en la tragedia y quien cae hasta el fondo–.
Anne hace que se nos ponga la piel de gallina cuando canta, en una sola toma… “I had a dream my life would be so different from this hell I’m living” (“Soñé que mi vida sería muy diferente al infierno en el que vivo”). CinePREMIERE.com.mx platicó en exclusiva con este par en Nueva York:
¿Cantan en casa?
Hugh Jackman: Canto todos los días, aunque sea un poquito. Ya sabes: La-la-la-la-la… Di-di-di-di-di. Por lo general mis hijos se quejan al respecto. “Porfas papá, ya párale. No más escalas”. Pero somos una familia bastante musical. Siempre hay música y sí, me la paso cantando. Mi esposa también canta mucho, pero su gusto musical no coincide con el del resto de la gente. Cuando tenemos una fiesta la gente se apunta para traer la música –ríe–.
Anne Hathaway: Todas las personas de mi vida están un poco hartos por que sí, canto espontáneamente todo el tiempo. Y siempre escucho música. Actualmente estoy escuchando el disco más reciente de David Guetta y hay un álbum maravilloso de covers de Fleetwood Mac interpretados por varios artistas con el que es divertido cantar. Pero mi esposo me regaló un tornamesa en mi cumpleaños así que he estado disfrutando de muchos discos viejos de pasta: Aretha Franklin y muchas cosas de Barbra Streisand. La interpretación musical más memorable de mi vida fue cuando mi mamá cantó “I Dreamed a Dream”. Cuando yo tenía 7 años de edad, fue suplente en el rol de Fantine en la primera gira nacional de Les Mis. La primera vez que vi la obra ella interpretó a la chica de la fábrica, pero cuando la vi encarnando a Fantine, de repente el show hizo eco en mí a nivel emocional. Creo que no sabría nada de esto en ese momento, pero ese fue el instante en que este musical y mi alma se fusionaron.
HJ: Fue increíble ver a Anne llegar al set en el primer día de filmación. Traía puesta la chamarra de mezclilla de Les Mis de 1985, con el nombre de su mamá, Kate, impreso. Hay una gran historia ahí.
¿Y cómo fue trabajar juntos?
AH: Que levante la mano quien ame a Hugh Jackman –ríe–. Yo levanto las dos. Hugh no debería de existir. No se supone que alguien pueda ser así de varonil y tierno y atlético y además pueda cantar. Digo, uno pensaría que en algún momento saldría a relucir un gen torpe en él, pero no es así. Y Hugh, aunque se lleva la vida a la ligera, se toma las cosas muy, muy en serio. Se empuja a alcanzar un estándar altísimo y toma la energía y felicidad de las personas que lo rodean, los conozca o no. Se lo toma muy en serio. Me siento muy afortunada de ser capaz de trabajar con él en Les Mis. Cuando mi personaje está en una posición tan vulnerable y sentí cómo me abrazaba, recuerdo no haber sabido si era Fantine o era yo, pero cuando sentí su abrazo percibí la compasión que salía de sus poros. Y cuando vi el resto de su interpretación, el aspecto físico… me di cuenta que es una interpretación matizada y dinámica. Todos buscamos a Hugh en busca de liderazgo y la verdad es que le debo mucho en mi actuación.
HJ: –responde un tanto avergonzado– Anne y yo compartimos a un instructor de canto en Nueva York, la famosa Joan Lader. Teníamos lecciones de canto una seguida de otra en la etapa de preparación. A menudo cantábamos juntos. Y conozco bien a Anne. Sabía que le saldría increíble. Era obvio que es una persona talentosísima con el papel perfecto en el momento ideal de su vida. Fue una de esas tormentas perfectas. Tuvimos 9 semanas de ensayos, así que sentimos tener el tiempo de en serio explorar las cosas. Nunca lo voy a olvidar: un día estábamos sentados juntos, como ahorita. Y Tom dijo: “Esto no es una actuación, simplemente lo sobrellevaremos cantando”. Teníamos el libreto en las manos y Anne tenía puesta una sudadera con capucha. Cuando llegamos a la escena en la cama del hospital cuando ella está muriendo, comenzó a llorar. Después, yo mismo con lágrimas en los ojos, le dije a Tom: “Éste es el día 1”. Si hubieran podido filmar eso de alguna manera, se hubiera llevado el Oscar justo en ese momento. Me siento privilegiado de haber estado tan cerca para ver su interpretación. No hay mejor cumplido para un actor que el que un director mantenga un acercamiento de su cara por 3 minutos sin cortar.
AH: Siempre me da miedo regarla. Nunca voy a olvidar la primera vez que vi Secreto en la montaña… mi personaje aparece cuando la película ya lleva como una hora y recuerdo que pensaba: “Ay, no, este filme es perfecto y ahora aparezco yo”. Es muy difícil verte a ti misma en pantalla. Es complicado agarrar confianza. No sé si voy a sentirme confiada en un nivel humano, así que intento eliminarme de la ecuación, hacer que no se trate de mi miedo, sino que se trate de cuánto esfuerzo estoy invirtiendo en ello, qué tanto me preparé… y luego puedo olvidarme de todo lo demás. En términos de la transformación física, la palabra “sacrificio” sigue saliendo, pero yo no lo veo así porque esto es lo que los actores hacen, es parte del contrato si vas a dedicarte a la actuación, debes de estar dispuesto a darlo todo. Si no estás dispuesto a hacerlo, tal vez deberías dedicarte a algo más.
HJ: Cuando finalmente vi la película, lo primero que pensé fue: “¿En qué estaba pensando Tom Hooper?”. Digo, cantar en vivo, hacer eso durante toda la filmación: tomó muchos riesgos. Y el negocio del cine no está muy enamorado del riesgo hoy en día. Además no es una aventura barata. Primero que nada: ¿y si alguien se enferma? Y la filmación se llevó a cabo en Londres durante el invierno. Fue un riesgo enorme. Pero si piensas en ello, casi todos los diálogos son cantados, así que la alternativa es doblar la película completa. O hacer lip synch en toda la película, lo que hubiese resultado muy difícil y muy restrictivo para los actores. Otra cosa que quería Tom es el poder hacer acercamientos para que el público sintiera que todo estaba sucediendo en el presente, en ese momento. Todo natural.
¿Y qué piensan de Víctor Hugo?
HJ: Tengo una historia chistosa que lo involucra. Hice muchísima investigación para este proyecto –ríe–, así que llevé a mi familia a Francia por 6 semanas. Comenzamos con un viaje en coche de Calais a St. Tropez y Provence. El sistema de navegación en nuestro coche rentado resaltaba la calle en la que estabas, y decía que nos encontrábamos en la Avenida Víctor Hugo. Así que me orillé y tomé una foto. La segunda ciudad: otra Avenida Víctor Hugo y otra foto. Para el tercer pueblo me di cuenta que prácticamente todas las localidades francesas tienen una Avenida Víctor Hugo.
AH: Cuando estaba creciendo era muy impaciente conmigo misma… con la manera en que transcurría el tiempo. Quería que todo fuera más rápido y es un poco lógico que como resultado me haya perdido muchas cosas, así que estoy tratando de hacer lo correcto y respetar la velocidad en que se mueve el tiempo y ser más paciento conmigo misma y perdonarme varias cosas, y ser un ser humano. Siendo una mujer nacida en 1982, tomo por sentadas muchas de las libertades en las que Fantine no podría ni soñar. Así que me recuerdo a mí misma que tengo que conectarme con el gozo de la vida del que escribe Víctor Hugo, el gozo que Fantine no puede experimentar.