Ciudad de sombras
Un thriller protagonizado por Mark Wahlberg, Russell Crowe y Catherine Zeta-Jones que no tiene nada que lo distinga de otros filmes similares.
A todos nos queda claro que la política es un juego complejo y opaco. Los intereses de más de un nivel y razón social se confunden con el bien común o de plano lo omiten a ojos de quienes toman las decisiones importantes. Ninguna cúpula está a salvo: desde el policía de calle hasta el alcalde de una de las ciudades emblema del sueño americano, Nueva York.
Allen Hughes (una mitad de los hermanos Hughes, los de Libro de los secretos y From Hell) dirige y produce el thriller político Ciudad de sombras (Broken City), una historia de gato y ratón.
Mark Wahlberg interpreta a Billy Taggart, un policía retirado y alcohólico que no ha tocado una copa en 7 años, el mismo tiempo que lleva fuera del servicio público. El personaje le queda hecho a medida –a Wahlberg se le facilita ser el rostro atormentado y bienhechor de justicia, el hombre casi común del vecindario suburbano estadounidense. Alejado de la policía por un caso complicado, mantiene un bajo perfil como investigador privado. Tiene una oficina sencilla y una secretaria ultra eficiente, Katy (Alona Tal), a quien hubiera sido interesante desarrollar. El negocio se hunde en deudas hasta una llamada misteriosa de la oficina del alcalde (Russell Crowe), unos días antes de las elecciones locales: $50 mil dólares por seguir a su esposa (Catherine Zeta-Jones) y descubrir con quién está engañándolo. Dinero fácil.
Pero nada es tan sencillo, especialmente si tu cliente es el hombre más cínico de la ciudad y va perdiendo en las encuestas electorales… Una telaraña de suspicacias, juegos de poder y engaño conecta a los personajes centrales y complica el proceso electoral. ¿Quién corre más peligro: el justo o el injusto? ¿Quién tiene el póker de ases y quién está inflando su par de cuatros?
Ciudad de sombras cumple con el objetivo de mantener al espectador adivinando la trama a la par (y en ciertos puntos un paso adelante) de su protagonista. Y aunque al filme le sobran personajes, Russell Crowe cumple como el villano frío y directo, mientras que a pesar de que Catherine Zeta-Jones tiene una participación corta, es grata. En contraparte, Mark Wahlberg se limita a hacer su trabajo, y nada más.
A todos les falta una chispa que ni el guionista (Brian Tucker) ni el director supieron encontrar: ése algo que distinga a la película y nos quite esa sensación de haberla visto antes en algún especial televisivo sobre corrupción.