Buscando a Sugar Man
Un excelente documental del que conviene saber lo menos posible de Sixto Rodríguez antes de verlo.
Dicen que Sixto Rodriguez – el músico folk sesentero conocido simplemente como Rodriguez –se suicidó en el escenario. Dicen que se echó gasolina encima o que se disparó en la sien. Dicen, otros, que se murió de una sobredosis. Los ejecutivos de su disquera aseguran que, a lo mucho, vendió como 6 discos en Estados Unidos… y eso contando a la gente de la misma empresa que lo compró “por obligación”. Lo único en lo que todos están de acuerdo son dos cosas: todos lo describen como uno de los talentos más grandes con quien jamás trabajaron y nadie sabe bien qué pasó con él.
Eso en su natal Estados Unidos, pero del otro lado del mundo, en Sudáfrica, Rodriguez es un verdadero ícono popular. Nadie sabe cómo llegaron sus únicos 2 discos a aquel país, especialmente durante los difíciles años del Apartheid. Pero de alguna forma llegaron y la juventud adoptó al músico como estandarte de libertad y expresión. Allá, Rodriguez dejó el tipo de marca que aquí en América sólo lograron bandas como Los Beatles, los Rolling Stones y Elvis Presley. De hecho, dicen que allá es más grande que Elvis. A pesar de todo esto, por allá no saben más sobre él que las leyendas sobre su muerte.
Searching For Sugar Man cuenta la historia de un musicólogo sudafricano que se dio a la tarea de descubrir la verdad detrás del mito de Rodriguez. ¿Por qué nadie le hizo caso en Estados Unidos? ¿Él supo lo grande que se volvió en Sudáfrica? Y, de forma quizá aún más importante: ¿qué le pasó a ese artista a quien muchos de sus conocidos describían como “mejor que Bob Dylan”?
Este documental cabe perfectamente al lado de otros filmes centrados alrededor de figuras artísticas que quedaron por alguna razón u otra olvidadas en la historia a pesar de su potencial, talento o nivel de influencia. Pienso en obras como Anvil! The Story of Anvil, The Devil and Daniel Johnston y hasta American Movie. La diferencia (una de las diferencias) es que esta está construida como un misterio extremadamente efectivo y del cual valdría la pena saber lo menos posible antes de empezar a verla.
El misterio alrededor de Rodriguez es amplio y espeso, pero cuando esa neblina de preguntas se empieza a disipar, es fácil entender que todas las piezas estaban ahí desde el principio. Así que tomen estas últimas líneas como una advertencia: si planean ver esta cinta – y no me imagino porqué no querrían hacerlo – háganlo sin intentar averiguar nada sobre él. No se metan a Google, no pregunten por él a sus amigos melómanos, no hagan nada… sólo siéntense y disfruten el viaje.