Alien, el octavo pasajero

Desde sus créditos iniciales, estamos ante una producción que parece discreta, algo minimalista y engañosamente lenta, pero esto es sólo en apariencia. Alien, el octavo pasajero es más bien un viaje hacia el espacio mismo, que aunque parece ser infinito y brutalmente enorme, también es el peor lugar donde uno puede esconderse. Como lo dice el tagline de la película: “En el espacio nadie puede oír tus gritos”.

La tripulación del Nostromo despierta de su hibernación y son informados por el ordenador central, MADRE, que hay una señal de vida en un planeta cercano  a su ubicación, por lo que deciden ir a investigar y encontrar así su destino.

Con tan sólo una película de corte histórico en su filmografía, The Duellists, Ridley Scott logra con Alien, el octavo pasajero uno de los trabajos más sólidos con todos los elementos esenciales y engranaje perfecto, para hacer de la cinta un clásico instantáneo.

Cuando la mayoría de las películas espaciales estaban interesadas en realizar grandes odiseas espaciales gracias al éxito de Star Wars (1977), el equipo de productores Gordon Carroll, David Giler y Walter Hill, junto con la historia de Dan O’Bannon y Ronald Shusett, hicieron lo contrario. De esta manera, alejaron de épicas batallas espaciales a esta historia de sci-fi y le añadieron un elemento poco explotado: el horror.

Scott sabe manejar a la perfección los 3 actos de la cinta: en el primero nos presenta una aventura para la tripulación y nos introduce a los personajes, el segundo se centra en el suspenso dejado por el extraño cuerpo alienígena que hace su aparición, mientras que para el tercer acto el horror es total, tanto para Ellen Ripley como para los espectadores.

Sigourney Weaver claramente sobresale como la mujer con sentido de supervivencia, pero a su vez no estamos ante un héroe de acción que vive sin miedo o que es perfecto. Ripley teme por su vida, pero su deseo de salir adelante es mayor y está dispuesta a enfrentar al octavo pasajero del Nostromo.

El diseño de producción junto con la fotografía logran un acoplamiento exitoso para que los elementos del Nostromo lentamente se pierdan entre las sombras, y no ayuden a distinguir qué es mecánico y qué es orgánico.

En resumidas cuentas, Alien, el octavo pasajero es una cinta a la que no le falta nada, con actuaciones naturales, un score envolvente desde sus primeras notas, dirección correcta, giros y sorpresas en la trama, y especialmente el diseño de la criatura que resulta algo nunca antes visto, proveniente de la imaginación de H.R. Giger.

Estamos así ante un enemigo que a su vez resulta una metáfora de la misma cinta: obscuro, aterrador, elegante, con un desarrollo lento pero que al llegar a su etapa madura, a su clímax, es un organismo único, un organismo perfecto.

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Sergio López Aguirre Stanley Kubrick alguna vez dijo "Para tener una visión más amplia, no sólo vean cine bueno, también el malo" obvio le hice caso en lo segundo y es muy divertido.