Ya veremos – Crítica
Ya veremos es una feel good movie cuyo mayor acierto es tener a Fernanda Castillo y Mauricio Ochmann como protagonistas.
Fernanda Castillo y Mauricio Ochmann son dos de los actores más carismáticos que tiene el cine mexicano actualmente. Por lo anterior, es una lástima que el material con el que trabajan, la mayor parte de las veces, no esté a la altura de sus capacidades como histriones. Al igual que Una mujer sin filtro (2018) y Hazlo como hombre (2017), Ya veremos funciona porque la película descansa en los hombros de sus protagonistas todo el tiempo.
El filme cuenta la historia de Santi (Emiliano Aramayo), un niño que padece una enfermedad que podría dejarlo ciego en cualquier momento. A raíz de esto, él escribe una lista con todas las cosas que quiere hacer antes de su operación, poniendo como condición principal que Rodrigo (Ochmann) y Alejandra (Castillo), sus papás divorciados, participen en todas las actividades como una familia. Como es de esperarse, esto interrumpe las vidas de ambos adultos, quienes tienen que poner en pausa su trabajo y su compromiso, respectivamente, para pasar unos días al lado de su hijo.
Uno tiene que concederle a la cinta que, a pesar del tema que toca, nunca se vuelve demasiado melosa o cursi. El director Pedro Pablo Ybarra toma la sabia decisión de no enfocarse tanto en el drama y prefiere tomar un rumbo más cómico con sus personajes. Mientras Rodrigo y Alejandra cumplen la lista de deseos de su hijo, nos olvidamos –la mayor parte del tiempo– de que Santi está enfermo y eso, a su vez, evita que la historia se vuelva un melodrama. Sin embargo, la indecisión del filme de inclinarse totalmente hacia la comedia, lo deja en un punto incierto todo el tiempo. El balance que Ybarra probablemente buscaba entre drama y comedia no está ahí y cuando llegan los créditos finales uno sigue sin saber a qué género pertenece la película realmente.
Fernanda Castillo y Mauricio Ochmanm hacen despliegue de los años que tienen de conocerse y trabajar juntos (¡gracias El Señor de los Cielos!) y su química es evidente. Desgraciadamente, el punto negativo del elenco es Emiliano Aramayo, quien nunca hace de Santi un personaje con el cual sea fácil sentir empatía. Aramayo tiene la tendencia a gritar la mayoría de sus diálogos cuando está enojado o triste –que son básicamente las dos únicas emociones que muestra su personaje– y sus interacciones con los actores veteranos sólo acentúan su falta de experiencia en el medio.
A sus 85 minutos de duración se agradece que Ybarra haya mantenido la cinta lo más corta posible. No hay un gran conflicto por resolver y desde los primeros cinco minutos, la audiencia no va a tener dificultad en adivinar la resolución. Con esto, se agradece que la cinta esté al tanto de su naturaleza y no pretenda ser más complicada de lo que es. No obstante, hay algunos detalles que subrayan los clichés de la historia y los vuelven todavía más evidentes: la banda sonora, por ejemplo, no es nada sutil en absoluto y esto hace que las actuaciones de Castillo y Ochmann se vean eclipsadas por artificios innecesarios en una película que ya está tratando con una temática que fácilmente puede caer en lo artificial y exagerado.
Ya veremos no es innovadora. La historia de alguien que sufre una enfermedad y escribe una lista de cosas que quiere hacer antes de que se le acabe el tiempo se ha hecho hasta el cansancio. Al tomar esto en cuenta, es inevitable preguntarse qué puede ofrecer este proyecto al público. Afortunadamente, Ya veremos termina siendo una feel good movie sin mayores pretensiones con dos actores como protagonistas que elevan el material a un nivel más alto del que el guion requería.