Toronto 2016: Snowden nos recuerda que alguien nos vigila
La película de Oliver Stone destacó en los últimos días del festival, junto con otro pequeño fenómeno: la cinta Moonlight.
Tras un par de días de entrevistas con
los protagonistas y directores de varias películas presentadas en el festival
(Manchester by the Sea, La La Land, Bellas de noche, Into the Inferno), por fin
regresé a las salas de cine para continuar con el maratón de funciones de este
año, ya en la recta final del encuentro.
Dos películas se llevaron la atención. La primera fue Snowden, dirigida por Oliver Stone y protagonizada por Joseph Gordon-Levitt, sobre el hacker informático
que se convirtió en la fuente que permitiría al periodista Glen Greenwald
publicar reportajes, en los diarios The Guardian y The Washington Post, sobre
el uso –indiscriminado y sistemático– de sistemas de vigilancia y espionaje por parte del gobierno de Estados
Unidos hacia todos sus ciudadanos.
Tratándose de un tema de una innegable y
enorme carga política, Stone aprovecha esta historia real para poner el dedo en
la llaga de un sistema político y de inteligencia abusivo y controlador, amenazante
y en lo más mínimo confiable, llevándonos a través de la transformación
ideológica de Snowden. Es una suerte de viaje para abrir los ojos sobre lo que los
gobiernos y poderes hacen para mantener dicha supremacía o rol de macho alfa, pasando por encima de todos los derechos posibles e imaginables. Aunque habría
que señalar que Stone podría mostrarse más vociferante sobre el significado de
lo acontecido, debido a la conocida postura política de sus filmes, la historia
resulta lo suficientemente poderosa por lo que trae de suyo lo hecho por
Snowden.
Por otra parte, habrá que destacar el
trabajo de Gordon-Levitt quien literalmente parece transformarse en Snowden, en gestos y hasta en el registro y ritmo de su voz. Quienes hayan visto el
documental ganador del Oscar Citizenfour, que narra los encuentros de Snowden
con Greenwald y la documentalista Laura Poitras en Hong Kong, donde compartiría
y revelaría los secretos clasificados a los que tenía acceso, notarán el
sobresaliente parecido que el actor logra con el personaje real.
Por supuesto, al final, la idea del filme
es poner de nuevo este tema pendiente en la mesa de discusión colectiva, porque, seamos sinceros, esto es algo que sigue pasando (así que cuidado con lo que
dicen en sus correos y mensajes de texto o Whatsapp o hasta en lo que ponen en
redes sociales).
La otra película de la jornada fue Moonlight, el retrato en tres tiempos
(infancia, adolescencia y adultez) de un afromamericano gay en Miami. Pero no
en el Miami colorido y folclórico, de playas de postal y moda, sino en su lado
más pobre y violento, agresivo e impalacable. La combinación de momentos crudos
y realistas, retflejo directo de una situación social conocida, con momentos de
expresionismo casi poético sobre lo que este hombre vive y enfrenta, hacen de
este filme la pequeña joya de la que todos hablan en el festival.
Al grado de que para los últimos días del
mismo, ya se anunciaron algunas funciones extras tanto para prensa como para el
público.