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Cine

The Post: Los oscuros secretos del Pentágono – Crítica

04-02-2018, 4:10:27 PM Por:
The Post: Los oscuros secretos del Pentágono – Crítica

Protagonizada por Meryl Streep y Tom Hanks, The Post es una prueba de que Steven Spielberg sigue siendo el mejor artista popular con el que cuenta el cine hoy.

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Con The Post: Los oscuros secretos del Pentágono,  Steven Spielberg prueba que no ha perdido el toque de entretenedor-cronista, ni su lugar como uno de los mejores artistas populares con los que cuenta el cine hoy. Tal como ha sucedido en las películas anteriores centradas en eventos históricos, y en la línea de Puente de espías –la exaltación de los valores americanos y la lucha del individuo por mantenerlos–, Spielberg jala nuevamente las cuerdas emotivas –y sí, a veces hasta sentimentales– de la anécdota histórica para contar otro de sus mitos del héroe contra la adversidad, pero que ésta vez tiene un mensaje claro y fuerte para el presente… y para el presidente de EE.UU.

El guion proviene de una escritora desconocida y novata (Liz Hannah), pero se encuentra del lado correcto de la historia: por un lado, es una elegía a la prensa y a sus (tal como los muestra) héroes de mangas dobladas de la sala de redacción; y por otro, es el relato de una mujer, que, aunque se encuentra en el peldaño laboral más alto, debe convencerse a sí misma y a otros de su propia autoridad en un ambiente de hombres. En este sentido, es una celebración de los ideales más defendidos –y atacados– en la agenda política actual de EE.UU. y el mundo, pues cuenta un episodio real de enfrentamiento entre el periodismo y el poder en turno –argumento atractivo cada vez que la democracia se siente en peligro–: la publicación de los famosos Papeles del Pentágono, que dejó al descubierto que el gobierno de Nixon sabía que la Guerra de Vietnam era una causa perdida, a pesar de seguir enviando a soldados a morir.

La película se toma la libertad de elegir su propio enfoque del hecho: en realidad, el periódico que publicó primero una parte de dichos papeles fue The New York Times; sin embargo, Spielberg encuentra y crea a sus héroes en las oficinas de The Washington Post,  publicación que se encontraba en una encrucijada económica y que a pesar de eso decidió seguir publicando dichos documentos una vez que el gobierno frenó al Times con una orden de la corte.  Tom Hanks y Meryl Streep –juntos por primera vez en la pantalla grande– encarnan al editor Ben Bradlee y a la dueña del diario Kay Graham. De hecho, es en el arco de Kay que el guion encuentra su justificación para contarse a través de la mirada de The Post (aunque siempre deja claro que la exclusiva la tuvo el Times). Mientras el Bradlee de Tom Hanks siempre detenta y lucha por la misma postura –la libertad de expresión y de publicar–, la decisión última la toma Graham, y su proceso interno para llegar a ella –para vencer el miedo de enfrentar posibles represalias judiciales y económicas en su diario– está íntimamente ligado al viaje que hace de una mujer titubeante a aquella que – sin perder esa vulnerabilidad– toma su papel de dueña y enfrenta a los  hombres que se le ponen en su camino, incluyendo al presidente de EE.UU.

El idealismo en The Post deja los cinismos y las ambigüedades para otro momento sociopolítico menos complicado  y también se enmarca en una tradición. En la historia del cine, las películas sobre periodismo han representado a sus profesionistas dentro del espectro entre dos polos: como paladines de la democracia o como individuos moralmente cuestionables. The Post pertenece al primer polo, el de los héroes que luchan por la libertad de expresión y que toman decisiones que cambian el panorama político y social, recargados en sus escritorios, en medio del humo del cigarro y el bullicio de una sala de redacción –su recreación de la época y el ambiente es impecable–. En este sentido, vive en el mismo universo de los triunfos del periodismo de investigación de Todos los hombres del presidente (1976) –de hecho, es de cierta forma su precuela– y también mira con nostalgia a ese periodismo análogo, impreso, de fuentes secretas contactadas por teléfonos públicos de moneditas y gloria democrática. Tal como sucede, por ejemplo, con En primera plana.

Mucho del atractivo de estas historias de periodismo proviene del mito de David y Goliath, sólo que el enfrentamiento ocurre en la arena de la información y del periodismo de investigación. En The Post se puede encontrar este paradigma en varios frentes. Kay es un pequeño David, enfrentada a su tiempo, lanzada al ruedo de la industria por la muerte de su marido, menospreciada por los hombres a su alrededor y por sí misma. The Washington Post, por su parte, es otro pequeño David: un diario local con problemas económicos que busca hacerse de una notoriedad nacional y que lucha por competir y estar en la misma liga del poderosísimo The New York Times. Lo  mismo sucede con el informante, Daniel Ellsberg (Matthew Rhys), que filtra los documentos para tirar las descomunales mentiras del gobierno, y con el mismo concepto de la prensa, hoy ninguneada por el actual presidente de EE.UU. The Post muestra a un Nixon caricaturesco, que solo se hace presente como si fuera una sombra –aunque su voz proviene de grabaciones reales–, un símbolo de abuso de poder y de bullying. The Post es  Spielberg recordándole a los Davides de hoy su propio poder, y a los Goliaths sus propias debilidades: que en el terreno de la verdad, no hay fuerza bruta que valga.

La película peca de sentimentalismos, sobre todo hacia el final –mucho de ello se debe a la forma en que la música atiza ciertos momentos–, pero también luce el alma de maestro entretenedor de Spielberg. La historia está compuesta, más que nada, por una serie de decisiones de cara un deadline, pero el director las envuelve en suspenso y en urgencia, y se apoya en una cámara que a menudo se desplaza en las salas de redacción con una mezcla de vértigo y aplomo, como si se tratara de un asistente editorial que siempre está siguiendo a los protagonistas, asomando la cabeza a las juntas. Destaca la forma en que se construye la tensión, y la oportunidad ver a todos los engranajes que participan  a la hora de sacar a la luz una verdad periodística como ésta (no sólo reporteros, sino también editores, departamento legal, accionistas, dueños, trabajadores de la imprenta, informantes, periódicos en competencia). Esto es algo que no suele verse mucho en otras cintas del estilo y que le da una nueva perspectiva a esta redacción, desde donde Spielberg envía el mensaje de que las palabras verdaderas aún tienen el poder para cambiar al mundo.

autor Periodista, editora en Cine PREMIERE y bailarina frustrada en sus ratos libres. Gustosa del cine, la literatura, el tango, los datos inútiles y de la oportunidad de desvelarse haciendo lo que sea.
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