Señora influencer – Crítica de la película
Señora influencer es un viaje perturbador hacia la podredumbre que pueden albergar las redes sociales. La sorpresa mexicana del año.
Al ver el póster o el tráiler de esta producción nacional, lo primero que uno piensa es en una comedia del montón. Sí, las redes sociales pueden ser un añadido interesante, pero la tipografía y los colores de inmediato nos remiten a chistes simplones, poco efectivos y un manejo frívolo de lo que significa ser una figura importante en Twitter, Facebook, Instagram o similares. De inmediato, las expectativas se reducen, pero la película Señora influencer es uno de esos casos donde no se debe juzgar a un libro por su portada. Estamos ante una de las sorpresas más gratas del año.
De la noche a la mañana, Fátima, una mujer en sus cuarentas, se vuelve la influencer más famosa del momento. Sofi y Cami, un par de jóvenes influencers, se intentarán aprovechar de la repentina popularidad de Fátima fingiendo ser sus amigas. En la misma medida que Fátima logra tener seguidores que la aman, ella atraerá gente que hace comentarios violentos escondiéndose detrás de una pantalla. Pero nadie sabe que se burlaron del perfil equivocado.
Como se mencionó líneas atrás, Señora influencer tiene todos los elementos para ser una película del montón. Afortunadamente, la cinta deja en claro (desde sus primeros minutos) que ése no es el caso. Sus primeras secuencias nos indican que Fátima, también conocida como “Fati Ferri”, llegó a un punto de quiebre ocasionado por “algo” generado en redes sociales. Posteriormente, el largometraje nos deja conocerla.
Fátima no es una protagonista común. No es una mujer privilegiada con gran puesto en su trabajo, ni una mujer superficial que ve en sus rupturas amorosas el mayor problema de su vida. Es una persona con traumas en su infancia y una salud mental a la que debe atender. Vive con su padre, un aclamado director de cine, y pasa sus días como voluntaria en un orfanato. Con ese contexto, la película tiene suficiente para generar empatía en los espectadores. Fátima es como muchas mujeres que conocemos, y su desarrollo realmente importa.
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Tras una terapia que la ayuda a dejar el pasado atrás y “despertar”, nuestra protagonista entra al mundo de las redes sociales y descubre en ellas una aceptación insospechada. Ella es auténtica e inocente. Es tan naif que sus seguidores discuten si se trata de un carácter auténtico o de un personaje. Sin embargo, no todo es lo que parece. La aparición de Sofi y Cami sirven como detonante para que Fati se vuelva auténticamente viral, con los fanáticos y haters que eso implica. De pronto, lo que parecía una comedia cualquiera, con una mujer explorando su vida como pez fuera del agua, se convierte en un relato de horror.
Sin duda alguna, Mónica Huarte está en el papel de su carrera. Su rango actoral le permite ser una mujer inocente al inicio del largometraje, pero también explotar cuando ese “despertar” alcanza sus peores momentos. Además, semejante interpretación permite hacer énfasis en el poderoso mensaje de la cinta: la salud mental es importante, y lo que se ve en redes sociales no es en absoluto la realidad. Un influencer puede lucir extraodrinario en cierta fotografía, pero el contexto alrededor de la misma puede ser tan podrido y retorcido como la sociedad misma. Fati lo experimenta de la peor manera posible. Una actuación sencillamente brutal.
Junto a ella también sobresalen Macarena García y Leonardo Daniel. Ella da vida a Sofi, el catalizador de una Fati que nadie en la audiencia espera y, junto a Mónica Huarte, protagoniza una de las secuencias más oscuras de la cinta. Porque sí, Señora influencer tiene escenas oscuras y perturbadoras que no sólo explotan el humor negro, dejan con la boca abierta a más de uno y parecen sacadas de un thriller psicológico. En ese sentido, el papel de Leonardo Daniel como padre de Fati es fundamental. Su personaje es un reflejo de aquellos padres desentendidos que sólo ven a sus hijos como un instrumento para no envejecer solos. Desafortunadamente, no todos los miembros del reparto están a la altura. Algunos momentos del standupero Mau Nieto y la argentina Bárbara Lombardo carecen de la fuerza necesaria.
Por sorpresivo que parezca, el guion y la dirección de Carlos Santos (Chilangolandia) tienen una gran profundidad y logran un resultado magistral. Es difícil encasillar a la película Señora influencer en un solo género; los giros en su trama la llevan de la comedia al horror, y del horror a una interesante sátira sobre lo fácil que es esconderse tras un perfil y fastidiar la vida de los demás. Afortunadamente, nunca pierde el ritmo y sus muchas sorpresas, aun cuando no todas son verosímiles, generan el efecto correcto: hacen que el espectador cuestione si su risa durante la función es por lo hilarante o de un nerviosismo absoluto.
En términos de producción, la película tampoco tiene desperdicio. Su vestuario, colores y diseño de producción juegan maravillosamente con el mundo color de rosa que aparentan los posts en redes, pero también con la oscuridad en la que poco a poco Fati y los espectadores se sumergen. Llama la atención, y sorprende, que casi todos los aspectos funcionen de semejante manera.
Una vez que comienzan a correr los créditos finales, queda claro lo que es Señora influencer. Un viaje completamente demencial, crudo y hasta perturbador hacia la podredumbre que pueden albergar las redes sociales. Tal como algunos influencers de la vida real, la película engaña al espectador haciéndolo creer que sabe lo que verá, y luego lo sorprende con un demoledor golpe de realidad. Definitivamente, la mayor sorpresa del año en cuanto a cine mexicano se refiere. Que no los espante el póster o su genérico trailer, Señora influencer merece el precio del boleto.